Entrevista

Nathalie Becquart, la mujer más poderosa del Vaticano: “La Iglesia necesita todas las voces, también la de las mujeres”

Nathalie Becquart, primera mujer con voto en un Sínodo, defiende en una entrevista con Artículo14 el legado inclusivo del Papa Francisco y reclama una Iglesia sinodal, diversa y comprometida con los más vulnerables

Antes de ser la primera mujer con derecho a voto en un Sínodo de Obispos, Nathalie Becquart era una joven brillante con un porvenir prometedor en el corazón de la élite francesa. Se formó en HEC París, una de las escuelas de negocios más prestigiosas de Europa, y se especializó en marketing y comunicación. Tenía ante sí todos los caminos abiertos, pero decidió detenerse. Con apenas 22 años, cambió la comodidad de su entorno por un año de voluntariado en el Líbano, en un país recién salido de la guerra civil, entre adolescentes marcados por la violencia y familias desplazadas sin más pertenencia que la esperanza. Allí, enseñando en una escuela católica y compartiendo fines de semana con huérfanos en la montaña, comenzó a preguntarse qué era, en realidad, “la vida verdadera”.

Ese fue el punto de inflexión. Lejos de Francia y de sus certezas, en el silencio de unos ejercicios espirituales al estilo ignaciano, descubrió el amor incondicional de Cristo y comprendió que todo lo que había recibido solo tendría sentido si era para darlo. Volvió a París, trabajó un tiempo en una consultora, pero su búsqueda no se detuvo. Conoció a las religiosas javerianas y, tocada por su espiritualidad arraigada y su compromiso activo con el mundo, lo dejó todo. En 1995 ingresó en el postulantado. Hoy, décadas después, Nathalie Becquart sigue convencida de que la Iglesia solo puede ser fiel al Evangelio si escucha todas las voces, especialmente las que durante siglos fueron ignoradas. Entre ellas, la de las mujeres.

Nathalie Becquart, junto al Papa Francisco
Nathalie Becquart, junto al Papa Francisco

 

Usted fue la primera mujer con derecho a voto en un Sínodo de la Iglesia católica. Con la muerte del Papa Francisco, ¿teme un retroceso en los procesos sinodales y en los caminos de inclusión iniciados durante su pontificado?

El Papa Francisco tomó la decisión de nombrarme subsecretaria para el Sínodo de los Obispos. Eso es lo que me permitió votar en la asamblea sinodal. Pero lo más importante es que, en ese Sínodo, éramos 54 mujeres con derecho a voto. Lo relevante es que se abrió la puerta a nuestra participación, según el deseo del Papa Francisco. Él dejó claro lo importante que es la presencia de las mujeres: ya formaban parte de la Iglesia, pero debían implicarse más en los procesos de toma de decisiones.

Precisamente, uno de los puntos clave de su pontificado fue ese: las mujeres siempre han estado presentes, pero solo con capacidad consultiva.

Así es, especialmente en organismos eclesiásticos que antes estaban formados exclusivamente por obispos. Pero el derecho al voto es simbólico. Lo verdaderamente significativo es participar en todo el proceso que lleva al consenso. Porque ese es el objetivo del Sínodo, el consenso. Cuando el documento final se vota, ese consenso ya se ha construido. Lo que expresa este cambio es la necesidad de escuchar a las mujeres en todos los niveles: como líderes, en puestos de gobierno, en parroquias, diócesis o consejos. Todos los niveles de la Iglesia tienen que tener a mujeres integradas. Tenemos ya muchas mujeres en puestos de poder, también en las universidades y colegios católicos, pero el Papa Francisco nos ha dado una visibilidad nueva y ha inspirado a obispos y sacerdotes a hacer lo mismo.

El Papa Francisco no quería situar a las mujeres “por encima” de los hombres, sino que defendía que somos mejores cuando trabajamos todos juntos. ¿Lo ve así?

Es lo que tenemos que hacer: trabajar juntos, especialmente cuando se trata de servir a otros. Esa es la visión del Papa Francisco, y lo que podemos ver aquí: todas estas personas que van a rendir homenaje y a mostrarles sus respetos al Papa son diversos, son hombres y mujeres, niños y personas mayores, de todos los rincones del mundo, con discapacidad… Ayer mismo estuve con un imán musulmán. Esa es la visión del Papa Francisco sobre la humanidad: somos una sola familia, y la Iglesia está al servicio de construir esta unidad. Y construir la unidad y tener buena relación entre nosotros es lo más importante. La diferencia entre hombres y mujeres es algo así como la matriz de todas las demás diferencias, y por eso hay que erradicarlas: porque necesitamos una Iglesia que escuche a todo el mundo. Él lo repetía: “todos, todos, todos”. Y eso incluye a las mujeres, que son además la mitad de la humanidad: tienen que estar presentes, tienen que tomar decisiones para el bien común de toda la humanidad.

Bergoglio abrió puertas: a las mujeres, a la diversidad, a una Iglesia más abierta. ¿Hay temor a que ahora se cierren?

Debemos leer el presente a la luz de la historia. Francisco pudo hacer lo que hizo porque estaba muy enraizado en el Evangelio y en la tradición de la Iglesia, que eran sus guías. Y deben serlo también al hablar de las mujeres: fueron ellas las primeras en ver a Cristo resucitado, y fueron las encargadas de anunciarlo a los demás. En el Concilio Vaticano II ya hubo mujeres “observadoras”, y desde entonces ha habido mujeres con cargos en el Vaticano. No demasiadas… pero algunas. Francisco ha dado muchos pasos porque era consciente de que necesitábamos más mujeres. ha nombrado mujeres prefectas, ha pedido que haya más mujeres en todos los niveles. Lo ha dicho con claridad y lo ha llevado a la práctica.

Papa
Papa Francisco al final de una reunión con curas en Casa delle Suore Pie Discepole del Divin Maestro, Roma
Efe

Él decía que cuando las mujeres están al mando, todo funciona mejor. ¿Por qué cree que es así?

No creo que sea porque las mujeres “somos mejores” (quizá a veces sí somos mejores), sino porque las mujeres traen diversidad, y cuando hay que tomar decisiones en un mundo complejo todo el mundo tiene su propia lente, su propio enfoque, y mira la realidad de una forma concreta. Y cuando traes a mujeres, traes también formas diferentes de entender la realidad que ayudarán al discernimiento. Su visión de la Iglesia era la sinodalidad: una Iglesia más participativa y misionaria. Francisco entendió que eso incluía la voz de tanta y tanta gente de todo el mundo. De mujeres, por supuesto, pero de todo tipo de personas. Tenemos que caminar y trabajar juntos para servir mejor.

¿Cree que la crítica que hacía el Santo Padre al clericalismo sigue presente?

La Iglesia es muy diversa, así que depende de dónde vengas o de dónde te encuentres, pero por supuesto, el Papa Francisco denunciaba una Iglesia demasiado clerical. Eso implica ejercer el ministerio o la autoridad de una forma muy concreta. Pero el clericalismo no procede sólo de los obispos: los laicos también están acostumbrados a dejarse llevar. El Papa Francisco creía que las mujeres tenían unos dones especiales, y que debían ponerlos al servicio del bien común de la sociedad y contribuir a la misión de la Iglesia. El empoderamiento de la mujer y el hecho de que diera cargos a mujeres es una forma de invitar a todos a ser parte de la misión de la Iglesia. Como miembros de la Iglesia, todos tenemos derecho a participar de su misión. Nadie debe ser excluido: ni las mujeres, ni los mayores, ni los jóvenes. Necesitamos los dones de todos. Eso es lo que el Sínodo destacó: la importancia de valorar a cada uno, de escuchar a cada uno y de caminar juntos para discernir y servir lo mejor posible a la misión de la Iglesia.

Es una invitación a todos: la de ser miembros activos de la Iglesia, implicarnos todos, en primera persona.

Lo que tenemos que entender es que la Iglesia no son sólo los obispos, los cardenales y el Papa. Todos nosotros, como bautizados, como hijos de Dios, debemos caminar con el resto del mundo. Por lo tanto el camino no es sólo con las mujeres, sino con la diversidad, y podemos subrayar que el Papa quería en el centro a los más pobres, a los sinhogar, a aquellos que no tienen voz, que están sufriendo… Él tenía una especial atención y cercanía con ellos. También sabemos que en todas las partes del mundo, cuando hay guerras y conflictos, las primeras víctimas de la violencia y de la pobreza son las mujeres. Pero las mujeres son muy resilientes y tienen mucho que aportar, como siempre decía el Papa Francisco. Tenemos que discernir cuál es la mejor forma de poner al servicio de los demás los dones recibidos. Un don no es para ti: es para devolvérselo al mundo.

El Papa Francisco era muy querido, muy cercano. ¿Cuál crees que será el mayor desafío del nuevo pontífice?

Paso a paso. De momento estamos de duelo por su muerte, y los cardenales comenzarán la semana que viene a reunirse y a discernir qué Papa necesitamos ahora. Estamos en un nuevo tiempo después del tiempo de Francisco y necesitamos entender que la primera misión del nuevo Papa es ejercer el ministerio de la unidad, ayudar a la Iglesia a estar en comunión: pero no sólo entre nosotros, sino construir unidad en toda la familia de la humanidad. Ese es el desafío del nuevo Papa, porque estamos en un mundo muy dividido y polarizado, por lo que necesitamos más unidad.

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