Los primeros días tras la DANA los recuerdos se amontonaban en las calles de Algemesí enterrados de barro. Dos semanas después, en los hogares de miles de personas solo queda el eco del barro y el olor a humedad. Las personas afectadas por esta catástrofe natural repiten cada vez menos aquel sollozo común: “por lo menos, solo es pérdida material”. El paso del tiempo ha evidenciado la magnitud de estas pérdidas. Además de los negocios y los muebles, hay objetos que no se pueden reemplazar. Cosas que son mucho más que cosas: los recuerdos. Hay daños materiales que suponen una herida en la cultura de una sociedad repleta de tradiciones en la que la pintura, la fotografía, la moda, y otras muchas ramas dentro del sector creativo, son el guion viviente que narran su historia.
Hay un lugar en el que todas estas cosas cobran valor colectivo, un espacio dedicado a venerar sus historias: el museo. En Algemesí había dos lugares así: el Museu Valencià de la Festa y el Centro de Arte Contemporáneo L’ESART, este último refundado en mayo de este 2024. Ambos espacios ahora acogen la huella de las inundaciones y el posterior estancamiento del barro, sin embargo, se encuentran en proceso de recuperar todas las obras que en ella se encontraban.
Álex Villar, director del Museu Valencià de la Festa y del Centro de Arte Contemporáneo L’ESART, cuenta cuál es la situación tras dos semanas de trabajos exhaustivos que empezaron en el “minuto 0”. “El comisario de moda Guillem Alventosa se encargó junto a su madre de actuar limpiando el Museu con voluntarios, ya que mi compañera Teresa Asensi y yo no pudimos acceder a la población hasta 48h después de la DANA”, relata el director.
Entre las exposiciones que se encontraban en las instalaciones durante la ola de barro había una de Ucrania, su evacuación fue fundamental y se llevó a cabo con la ayuda de su comisaria, Svitlana Davydenko, quién supervisó el proceso de secado de esas piezas. Álex Villar asegura que estas obras ahora “están en buenas manos, bajo la constante vigilancia de los conservadores de la Consellería”. Sin embargo, el director lamenta el estado de otras piezas que fueron “muy dañadas”, como algunas de la colección privada de Francesc Sempere Fernández de Mesa, inaugurada en septiembre.
Las obras donadas por la familia de ‘Messa’ no tenían imprimación porque el autor utilizaba materiales propios del arte povera, una tendencia de los 60 que empleaba materiales considerados pobres o de muy fácil obtención, como madera, hojas o rocas, vajilla, entre otros. “Pero también están bien protegidas y se procederá a su restauración con la supervisión de la familia del autor”, manifiesta el director del museo.
Entre los materiales salvados también se hayan incunables, parte del archivo municipal y la donación del arquitecto Segura Lago que guarda la biblioteca pública de Algemesí, dirigida por Marifina Galvis. Además, se han asegurado y puesto a salvo las obras más vulnerables, que se están secando y casi todas han sido salvadas gracias al esfuerzo conjunto de la Consellería y la Universidad de Valencia.
La acción ha sido intensa y coordinada gracias a la colaboración de instituciones y expertos. “Las obras han sido evacuadas a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Valencia(UV), donde el decano habilitó un espacio adecuado para que las piezas pudieran secarse en un ambiente sin humedad”, celebra Villar. Esta labor se llevó a cabo con la supervisión de un equipo formado por los voluntarios del Departamento de Historia del Arte y el equipo del Instituto Valenciano de Restauración y Conservación (IVCR+I), bajo la dirección de Gema Contreras. El director del Museu Valencià de la Festa recalca también el papel de la vicerrectora de Cultura de la (UV), Esther Alba; el restaurador Álvaro Solbes, quien ha estado trabajando directamente en el laboratorio de Historia del Arte y de Pilar Tebar, secretaría autonómica de Cultura.
L’ESART se ha convertido en un refugio para que los artistas locales puedan guardar sus piezas y trabajar de forma segura. Villar informa: “Estamos en coordinación con el IVAM y con la Asociación Valenciana de Artistas Contemporáneos, atendiendo a las necesidades de artistas jóvenes y veteranos, proporcionándoles deshumidificadores y espacios para conservar sus obras”.
A pesar de la amenaza de una nueva DANA y la incertidumbre que conlleva, la esperanza no se ha perdido. Los esfuerzos ahora se expanden para salvar también objetos personales con valor sentimental de los vecinos del pueblo para que construyan la historia de sus calles y cuenten la tragedia acaecida. El Museu Valencià de la Festa se ha transformado en un símbolo de resiliencia. Allí, Marisa Vázquez de Gredos coordina la recopilación de objetos y fotografías antiguas para documentar lo ocurrido, convirtiendo el espacio en un centro de memoria que refleje no solo la catástrofe, sino también la respuesta humana ante la adversidad.