En los últimos años, fenómenos como la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) han pasado de ser episodios esporádicos a convertirse en un motivo de preocupación constante para muchas regiones de España. La DANA, que ocasiona tormentas intensas y lluvias torrenciales, ha causado inundaciones, daños en infraestructuras y en el campo y afectado a miles de personas en localidades costeras y del interior. A medida que estos fenómenos se repiten con mayor frecuencia, surge una pregunta inquietante. ¿Por qué las tormentas extremas se han vuelto más habituales? Teniendo en cuenta lo que está sucediendo en Valencia en estos momentos, y que estamos siguiendo en directo en Artículo 14, merece la pena explicar el fenómeno extremo.
¿Qué es una DANA?
La DANA, conocida también como “gota fría”, se produce cuando una masa de aire frío queda aislada en la atmósfera y entra en contacto con aire más cálido y húmedo. Esta combinación provoca una condensación rápida del vapor de agua y genera lluvias intensas y tormentas que pueden durar desde unas pocas horas hasta varios días. Aunque es un fenómeno natural y ha existido durante siglos, las condiciones actuales parecen favorecer su recurrencia y su intensidad.
Según expertos en climatología, el cambio en los patrones atmosféricos de Europa y el Mediterráneo influye directamente en la formación y evolución de las DANA. Además, fenómenos como el calentamiento global están creando un clima más propenso a eventos extremos, con lluvias más intensas en periodos cortos. Todo ello complica aún más la adaptación de las infraestructuras y la capacidad de prevención de las comunidades afectadas.
El calentamiento global y el aumento de fenómenos extremos
El cambio climático, resultado de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, es uno de los principales factores detrás de la mayor frecuencia y severidad de las DANA. El Mediterráneo, un área especialmente vulnerable, está experimentando un aumento en la temperatura de sus aguas. Eso alimenta la inestabilidad atmosférica. A medida que las aguas cálidas aportan más humedad al aire, las probabilidades de que se desarrollen tormentas violentas aumentan.
Estudios científicos destacan que cada grado de aumento en la temperatura del agua incrementa la capacidad del aire para retener vapor de agua, generando tormentas más fuertes cuando ese vapor se condensa. En el caso de una DANA, esta condensación rápida provoca lluvias torrenciales que pueden descargar en horas el equivalente a la lluvia de varios meses, aumentando significativamente el riesgo de inundaciones repentinas y otros daños.
¿Por qué España es particularmente vulnerable a este fenómeno?
España, y en particular las zonas del Levante y el sur peninsular, es especialmente susceptible a fenómenos como la DANA. Su ubicación geográfica, entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, la convierte en un punto de encuentro para masas de aire cálido y húmedo provenientes del Mediterráneo y frentes fríos que se desplazan desde el norte. Cuando estos frentes se encuentran, la atmósfera se vuelve inestable y, bajo ciertas condiciones, puede formarse una DANA.
Además, el relieve montañoso de la Península Ibérica amplifica estos fenómenos. Las montañas ayudan a que el aire cálido y húmedo ascienda, favoreciendo la formación de nubes de tormenta y acelerando la condensación. Este proceso se traduce en precipitaciones intensas y localizadas que suelen afectar a las zonas costeras y los valles, áreas en las que habita una parte significativa de la población española.