“El ejército debería haber actuado desde el minuto uno”

La esperanza se pierde y los riesgos aumentan. No contar con el ejército hasta ahora pasará factura a los valencianos

Voluntarios de todas partes de España están colaborando la limpieza de casas y calles de Utiel (Valencia) afectadas por la DANA, este sábado. EFE/ Alvaro Del Olmo

El tiempo es según la RAE “una magnitud que permite medir la duración de las cosas”. Podemos decir que algo llega pronto cuando cumple con un plazo establecido. También se dice de algo que llega antes de lo debido o de lo acostumbrado, pero es precisamente eso lo que lleva, entre otras cosas, a que haya margen de error para pensar, actuar o rectificar.

En el marco vivido en Valencia estos últimos días no hay cabida para esa palabra, más bien todo lo contrario. Un aviso de alerta por lluvias extremas que llegó tarde el pasado martes 29, que pilló por sorpresa a la ciudadanía y que en la mayoría de casos no cumplió su misión -el río Turia empezó a desbordarse alrededor de las 18:30 h de la tarde pero no fue hasta las 20:10 h cuando los valencianos recibieron el mensaje de Protección Civil-. También ha sido tardía la actuación por parte de las administraciones: la respuesta de poner fin a la peor catástrofe humanitaria del siglo XXI en España ha tardado cuatro días.

Llega el ejército a Valencia

Cuatro días de barro a la altura de las rodillas, agua estancada, coches apelotonados y cuerpos sin vida escondidos entre los escombros. Cuatro días de sufrimiento, incertidumbre y dolor ante una situación dantesca. “Esto tendría que estar ya con las calles despejadas, ha habido medios insuficientes”, expresa Luis Miguel, voluntario y jefe de protección civil de la comarca Ribera Baja del Ebro. “Lo que hay aquí montado es una catástrofe a niveles que no se conocen. Yo viví algo parecido en Biescas, donde también fallecieron 87 personas, pero esto es una vergüenza”. Y es que han tenido que pasar cuatro días para que los mandos dieran luz verde a todos los cuerpos de Policía Nacional, Guardia Civil y Bomberos que se han presentado voluntarios para intervenir, así como al mismísimo Ejército Español, el que tiene los medios y las capacidades suficientes para desaguar garajes, retirar vehículos o recuperar los cadáveres de las víctimas todavía atrapadas.

“El ejército debería haber actuado desde el minuto uno. Tengo amigos militares en la base aérea de Zaragoza, tengo amigos en la UME, conozco a ambos mandos, y ni el Presidente de la Comunidad Valencia quiso pedir los militares al Ministerio de Defensa, ni éste se ofreció para llevarlos”, confiesa Luis Miguel. Por otro lado, Guillermo Ferrís, sacerdote y voluntario de la partida Santiago Apóstol de Valencia en Catarroja añade, “La labor del ejército es imprescindible pero totalmente insuficiente. Si no estuvieran los voluntarios la gente estaría desatendida”.

Cabe destacar que la forma de trabajar de esta institución es jerarquizada y responde a las órdenes y solicitudes del gobierno según el artículo 97 de la Constitución: “El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado”, y el artículo 64 estipula que “Los actos del Rey -el mando supremo de las Fuerzas Armadas- serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes”.

Actuaciones contrarreloj

Cada día que pasa se desvanece un rayo de esperanza entre las familias que esperan reencontrarse con un ser querido desaparecido; el anhelo de las víctima que esperan ser rescatadas, como la mujer de Benetússer, que ha sido hallada después de tres días bloqueada en su vehículo obstaculizado, o la anciana de Massanassa, atrapada en su vivienda junto al cadáver de su cuñada. Dejar pasar el tiempo tras la catástrofe también trae riesgos epidemiológicos para los vecinos de la zona y los voluntarios. El agua canalizada tiende a contaminarse de residuos como la gasolina o el gasoil, alimentos podridos y los animales muertos arrastrados por la corriente de la DANA. También se pueden producir infecciones de la piel y ojos, enfermedades transmitidas por vectores, o por mosquitos que proliferan en estos ambientes.

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