El calvario de Laura Dockrill: la psicosis posparto

La psicosis posparto es una enfermedad mental poco conocida que sin embargo puede convertir el ser madre en un calvario, y la prueba de ello es Laura Dockrill, quien pasé en semanas de tener una vida de ensueño a estar ingresada en un psiquiátrico

La foto que subió Laura Dockrill muy poco antes de acabar en un psiquiátrico @LauraDockrill

El mejor momento de la vida de una persona puede a veces convertirse en el peor, cuando una reacción inesperada sobre algo puede hacer remover todos los cimientos de la vida de una persona. El ejemplo perfecto es la poeta e ilustradora británica Laura Dockrill, a quien ser madre la cambió la vida, solo que no en la forma en la que esperaba, si no que acabó ingresada en un hospital psiquiátrico apenas muy poco tiempo después de dar a luz. Esto se debió a que el nacimiento de su hijo le provocó un trastorno mental, psicosis posparto.

Para ponernos en contexto hay que más atrás, pues Laura tenía una vida increíble, en la que después de muchos años se había reencontrado con el amor de su vida y tras volver a conectar después de la treintena habían conseguido su sueño, llegar a ser padres, ya que ella estaba embaraza de un niño. Pero el nacimiento de Jet desató a su demonio interior. Y eso que ella hizo por aparentar que todo estaba normal, con publicaciones en sus redes sociales que de cara a la galería mostraban una felicidad que dentro de ella era todo lo contrario.

Un estallido que la llevó al psiquiátrico

En una entrevista en la BBC, Laura Dockrill explicó todo, y es que viene de lejos, exactamente del momento en el que nació su hijo, cuando ella empezó a ser otra persona totalmente diferente, hasta el punto de que se volvió “salvaje”. Incluso empezó a tener visiones, como que al bañarse, la manguera y la alcachofa de la ducha “eran una serpiente contra la que luchaba”. Pero en vez de contar su problema, actuó como si nada, lo que agravó la situación.

De hecho lo achacó a una depresión posparto, pero no era nada de eso, ya que sus síntomas iban a más y empezó a tener visiones, como que los osos de peluche le hablaban. Sentía paranoia, conspiración, pensamientos acelerados, hasta que perdió todo sentido de la realidad y llegó a la peor, empezó a pensar que su marido quería quitarle a su hijo.

Pero su amiga, la cantante Adele, le dijo que podría tener psicosis posparto, y al final acabó en el psiquiátrico, donde tras mucho trabajo y sufriendo para aceptar su enfermedad al principio, logró salir de ella después de dos semanas de ingreso y ahora, seis años después comparte sus experiencias para ayudar a otros y dar a conocer esta enfermedad.

Además publicó sus memorias en What Have I Done? Motherhood, Mental illness & Me (“¿Qué he hecho? La maternidad, la enfermedad mental y yo“), publicado en 2020. Y tanto ella como su marido, la estrella de rock Hugo White, son embajadores de la organización benéfica Action on Postpartum Psychosis. Y es que falta mucha información sobre esta patología.

Laura Dockrill con el libro que escribió contando historia con la psicosis posparto

¿Qué es la psicosis posparto y en que se diferencia de la depresión posparto?

Para empezar hay que tener en cuenta que aunque son distintas, ambas son muy preocupantes. Y aunque la psicosis es más grave, porque puede causar pensamientos o conductas que ponen en riesgo la vida de la madre y del bebé y requiere tratamiento inmediato; la depresión puede interferir con la capacidad de cuidar al bebé y realizar otras tareas diarias, y también hay que tratarla, porque si no puede durar muchos meses o años.

Entre los síntomas de la psicosis están la sensación de confusión y desorientación; los pensamientos obsesivos acerca del bebé, como el caso de Laura Docktrill, además de las alucinaciones e ideas delirantes. Esto puede llevar a otras patologías como problemas de sueño, o en otras ocasiones tener demasiada energía y malestar. Además de paranoias y en el peor de los casos, intentos de la madre de hacerse daño a sí misma o al bebé.

Mientras que la depresión posparto suele presentar un estado de ánimo depresivo o cambios graves de humor, además de dificultad para establecer un vínculo con el bebé. Incluso perder el apetito o comer mucho más de lo habitual, y siguiendo con esos extremos, tener insomnio o dormir demasiado. También mucha fatiga o falta de energía. Y una intensa irritabilidad, ira, desasosiego, desesperanza, ansiedad y ataques de pánico. Y en los peores casos, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.