Fue en los inicios del siglo XXI cuando se produjo uno de los cambios más importantes que hemos vivido en los últimos tiempos. Con la llegada de Hedi Slimane a la dirección creativa de Dior Homme, el diseñador impuso la silueta skinny. La primera vez que la testó fue justo antes de entrar en la maison francesa, cuando trabajaba todavía en Yves Saint Laurent, pero no fue hasta su llegada a la casa fundada por Christian Dior en 1947 cuando aquello resultó un impacto mundial. Grupos como Franz Ferdinand vestían de la marca y la demanda alcanzó tal nivel que hasta se tuvo que realizar una línea femenina porque aquellos vaqueros de Slimane también eran un objeto de deseo para mujeres. Imaginen la locura: Dior, una casa de moda de mujer, lanza una línea de hombre y esta última acaba produciendo pantalones para chicas.
Para el año 2010 se observaba un cambio de tendencia. El mercado se empezaba a aburrir de los pantalones pitillo, y el hip hop y el reguetón eran complicados de bailar con diseños tan ajustados. Algo similar pasó casi un siglo antes, cuando se abandonó el look garçon por el bies que imponía Vionnet, ya que, en 1930, Europa se volvió loca con el vals y las grandes faldas se pusieron otra vez de moda.
A la par que todo esto sucedía, estábamos viviendo también una locura en los pies. Cuentan que gracias a un desfile de Kenzo, en el que el estilista decidió recoger varias veces el dobladillo de los pantalones para que se vieran bien los zapatos, los calcetines se condenaron al ostracismo. Se llevaban las prendas remangadas y pasamos del calcetín clásico al invisible. Estas dos tendencias, la del pitillo y la del calcetín invisible, sin darnos cuenta, se han convertido en un icono generacional que ahora enfrenta a las millennials con la generación Z.
El pitillo parece haber perdido sin lugar a dudas la batalla, pero el calcetín todavía sigue luchando por regresar, aunque parece que se impone su vuelta definitiva a nuestro armario. Hace unos días era el periódico The New York Times quien recogía esta tendencia y la elevaba a choque generacional. La revista Vogue USA hacía lo mismo comentando una fotografía de Jennifer Lawrence en la que la actriz, un icono millennial, lucía unos calcetines que apenas llegaban al tobillo y que, como reconocía la cabecera, se han convertido en el último peón de esta lucha entre generaciones.
Todas aquellas personas nacidas después de 1996 parecen haber convertido en punta de lanza el calcetín. De esta manera, y siguiendo aquello que comentó Simmel sobre la manera en la que buscamos nuestra definición individual en la moda, los jóvenes buscan modelos que lleguen, al menos, hasta la mitad de la espinilla. Y se ha perdido cualquier tipo de complejo a la hora de llevarlos, de hecho, se presume de ellos. Es así como se puede entender que para un target en el que la minifalda o los piratas son el pan nuestro de cada día, los calcetines también tengan su protagonismo.
Por supuesto, el mercado no ha sido ajeno a esto y rápidamente ha sabido dar solución comercial a este deseo de una nueva clientela. Son un sinfín de firmas las que ofrecen calcetines cada vez más variopintos, aunque los que más éxito acaben teniendo sean los blancos de corte deportivo y retro, y los de aire más femenino e infantil. El plumeti, los lazos y las rayas de dos colores parecen copar prácticamente casi todas las propuestas.
Esto, por ejemplo, lo hemos podido ver en una de las marcas que más expectación está generando en los últimos meses: Gucci. La firma, liderada durante siete años por Alessandro Michele, sufre ahora un cambio de estilo de la mano de su nuevo director creativo, Sabato de Sarno, y este ha sido fiel a uno de los iconos que creó Michele durante su etapa. El calcetín sigue siendo una prenda importante y así se vio en su desfile crucero para 2024, donde tenían un papel casi protagonista.
Nuestro país también ha sido inteligente a la hora de satisfacer una demanda. Firmas como Jimmy Lion, Pacific & Co, Uo Studio o Mr. López han surgido en los últimos tiempos ocupando un hueco al que se había dado de lado, pensando que no era un buen momento para el calcetín. El éxito, por tanto, les está acompañando y, lo que es mejor, están forjando una alianza con toda una generación, aunque eso, irremediablemente, te lleve a enemistarte con la siguiente. Pero… tiempo habrá para reinventarse.