Se llamaba Mateo y tenía 11 años

El argumento de la discapacidad del 70% del asesino es un insulto cruel para tantos discapacitados por debajo y por encima de este porcentaje, que son bellísimas personas

A las diez de la mañana del pasado domingo 18 de agosto, un niño que jugaba a fútbol en Mocejón, Toledo, no pudo acabar el partido porque fue asesinado a puñaladas y a sangre fría. Tenía once años y se llamaba Mateo. Su asesino tiene veinte y ya está detenido. “El crimen que más repugna es el asesinato de un niño. No puede defenderse ni elegir”, decía Dolores Redondo, la escritora de novelas criminales más leída y representativa de la actual literatura negra española. Hace diez años de aquella entrevista y ya decía: “El mal existe, pero justificamos la maldad con la locura y la enfermedad mental. Algunos criminales pueden estar locos, pero los hay que llegan a la locura por el mal. Un profesor estadounidense usa un baremo de crueldad porque hay quien practica el mal porque sí. Y aunque le busquemos explicaciones no las hay”. Entonces, investigaba el sacrificio de una niña de catorce meses en un ritual de una secta a la que pertenecían incluso médicos y abogados. Ocurrió en un caserío de Navarra y la criatura se llamaba Ainara.

Mala luna

Margarita Landi (Madrid, 1918-Albandi (Asturias), 2004.) Su nombre real Encarnación Margarita Isabel Verdugo Díez y fue la mujer pionera del periodismo de sucesos. Reconocida como maestra del género, era libre, rubia, fumaba en pipa y conducía un coche deportivo con revólver en la guantera. Toda la vida dedicada a informar sobre crímenes y criminales, entrenaba al periodista joven y novato, güisqui en mano: “En la Universidad te lo negarán, pero la luna llena y rojiza de agosto dispara a los psicópatas”. El asesinato de Mateo tuvo lugar en la víspera de luna llena y rojiza. Como tantos otros. “Recuerda Puerto Hurraco. Dos asesinos se lanzaron a la calle y mataron a tiros a nueve personas, entre ellos dos niñas, e hirieron a otras doce, entre ellas dos guardias civiles, y un niño de once años quedó en coma. Era luna llena y roja de agosto. “Te dirán que son supersticiones, que no es científico, que no está demostrado. Pero tampoco te podrán demostrar lo contrario”.

Lo de la luna llena también lo sostenía el maestro del periodismo de sucesos Enrique Rubio (Alcázar de San Juan, 1920- Barcelona, 2005). “Desengáñate, chaval. Los malvados son malvados. No le des más vueltas. Y los que niegan el factor contagio y el factor imitación de los medios de información se equivocan o faltan a la verdad interesadamente”. Para finalizar con la luna llena y rojiza de agosto, basta releer la novela de Bram Stoker Drácula (1897). Por algo debe de ser que en tantas aldeas españolas cuelgan ristras de ajos contra los vampiros y otras seres malignos.

Mentes criminales

Mocejón es una aldea. Uno de los científicos que ha estudiado maldades similares es el doctor Alfredo Calcedo Barba en su obra Mentes criminales: fenomenología de la maldad. (Editorial Emse, 2018). El asesino del niño Mateo declaró: “El asesino era otro, no era yo, era como un videojuego”. El psiquiatra forense cita la definición de brote psicótico según la Real Academia Nacional de Medicina Española: “Un proceso patológico por el que pasa el cerebro que impide discernir entre la realidad e imaginación”. Y coincide con otra definición que conviene tener presente: “El trastorno mental no equivale a asesinar ni asesinar equivale a trastorno mental”.

Su colega, el también psiquiatra forense y profesor Leopoldo Ortega Monasterio, acaba de publicar su libro Un ensayo sobre la maldad (Ed. Lanza, 2024). Su subtítulo dice bastante: La tétrada maligna de la psicopatía, narcicismo, maquiavelismo y sadismo”. En cuanto a la disociación de personalidad, ya se encuentra en la obra de R.L. Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), que profundiza en la naturaleza dualista del género humano y la perpetua lucha entre el bien y el mal, entre el ángel y el demonio. Respecto a la presunta psicosis del asesino de Mateo, es útil revisar la película Psicosis (1960), dirigida por Alfred Hitchcock e interpretada por Anthony Perkins y Janet Leigh. Ya en los años ochenta del siglo pasado, criminales debidamente asesorados por sus abogados lo sintetizaban todo declarando ante el juez: “Me se puso una nube en los ojos, señoría”. Los presentes en la sala sonreían calladamente.

Un insulto a miles de personas

Porque lo del brote psicótico ya no sirve de excusa ni de atenuante. Sino que es un insulto miles de personas han sufrido algún brote durante su vida y no han matado a nadie, ni han sido ni son un peligro para ellos ni para otras personas. Tampoco vale atribuirlo a la esquizofrenia, enfermedad que los psiquiatras estadounidenses negaban teóricamente pero que ninguno quería para sus hijos. Miles de esquizofrénicos diagnosticados en España y el mundo son absolutamente inofensivos. Un brote psicótico ejemplar y entrañable era el de una señora de Tarragona que a las doce de cada día salía al balcón, tomaba un embudo y cantaba: “Amapola, lindísima Amapola,/ no seas tan ingrata y ámame./ Amapola, Amapola,/¿cómo puedes tu vivir tan sola?”.

El asesino de Mateo tenía fama de solitario y mató en lugar de cantar. La señora de Tarragona vivía sola y se inspiraba en la canción que popularizó Sara Montiel, mito y leyenda de mujer libre que nunca mató ni una mosca. Por tanto, no se busque culpables en los medios de comunicación ni en las redes sociales como hace el presidente del Gobierno para cercenar la libertad de expresión. Ni en los personajes mediáticos o de ficción. Inútil mentira, porque el criminal de Mocejón, bien pudo inspirarse en la matanza de niños y adolescentes israelís que jugaban a futbol cometido por los terroristas de Hezbolá el 28 de julio de este año. O en el asesinato, dos días después, de tres niñas en Southport, Inglaterra, que derivó en graves disturbios. Aunque miles de críos mataron a millones de soldaditos de plomo, de plástico o de videojuegos y jamás han hecho ni harán mal alguno a nadie.

Los sabios y la discapacidad del 70%

El padre del asesino de Mateo justifica a su hijo argumentando que tiene una discapacidad del setenta por ciento. Otro insulto cruel para tantos discapacitados por debajo y por encima de este porcentaje, que son bellísimas personas. Un ejercicio para intentar entender la mente del asesino puede ser la teleserie Mentes criminales. Entre la ficción y la realidad, los investigadores de asesinatos en serie aportan muchas explicaciones sobre criminología, psiquiatría y medicina forense. Profundizan con su ciencia y su experiencia en los asesinos más despiadados. Y cada capítulo culmina con una frase de autores clásicos sobre la maldad. Así por ejemplo, frases clásicas de sabios para advertencia y conocimiento de peligrosos buenistas engañabobos que justifican lo injustificable son: “Quien no castiga el mal, ordena que se haga”. Leonardo da Vinci. Humanista, artista e inventor. “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”. Albert Einstein. Científico. Premio Nobel. “Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él”. Martin Luther King. Activista pro derechos civiles. Asesinado.

La visión de grandes mujeres no es distinta. “La primera idea que el niño debe adquirir es la diferencia entre el bien y el mal”. María Montessori. Pedagoga. “El mal siempre es posible. Y la bondad es eternamente difícil”. Anne Rice. Novelista. Crónicas vampíricas. “Los malvados nos dicen cosas solo para confundirnos y para atormentar nuestros pensamientos”. Sarah. J. Mass. Novelista infantil. La asesina en el submundo. “No se pierde el tiempo que se emplea en procurar hacer el bien”. Concepción Arenal. Escritora y activista feminista. El reo, el pueblo y el verdugo, o la ejecución pública de la pena de muerte. “Nada se puede aceptar de un malvado, so pena de envilecerse. Oh libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”. Madame Roland. Revolucionaria francesa. Guillotinada en 1793. “La mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones” Marie Curie. Científica, inventora y Premio Nobel.

Mateo, once años, fue asesinado a las diez de la mañana en un polideportivo llamado Ángel Tardío. ¿Dónde estaba su Ángel de la Guarda?