Curiosamente, la palabra siesta proviene del latín ‘sextam oram’, que significa “sexta hora” y corresponde con la hora del mediodía. Al dividirse el día desde que salía el sol hasta que se ponía, con una duración de 12 horas, la sexta hora era exactamente el ecuador del día. También coincidía con a hora de más calor y con la necesidad de hacer un descanso en el trabajo. De esta manera y haciendo referencia al sueño que se toma en la sexta hora del día, se conoció popularmente con el término de siesta.
La RAE describe la siesta como “sueño que se toma después de comer o después del medio día, momento en el que aprieta más el calor”.
Ahora bien, no todos utilizan la misma expresión para referirse a esta acción de descanso. Lo más común es escuchar la expresión “echarse la siesta”, sin embargo también hay quien se refiere a ella como “hacer la siesta”. Esta última expresión proviene del catalán y es más común escucharlo en tal región.
¿Cuál es la expresión correcta?
Según Fundéu, la fundación del uso correcto del español, lo correcto en español es ‘echar la siesta’, y suele usarse más como ‘echarse la siesta’. El verbo echar así lo indica en una de sus acepciones: «Junto con algunos nombres, tiene la significación de los verbos que se forman de ellos o la de otros equivalentes. Echar maldiciones, maldecir; echar suertes, sortear; echar un cigarro, fumarlo; echar un sueño, dormir; echar la siesta, sestear.» De tal modo, lo realmente correcto es decir echarse la siesta, «hacer la siesta» es un catalanismo, presente en el castellano que se habla en Cataluña, Valencia y las Islas Baleares.
Como curiosidad, en países de latinoamérica no se dice si quiera ‘echar la siesta’, ni tampoco ‘hacer la siesta’. Lo más común allí es escuchar la expresión ‘darse una siesta’ en Colombia, ‘hacerse una siesta’ en Argentina, o ‘tomarse una siesta’ en México.
Echarse una siesta, algo común en verano
No son pocas las personas que reconocen echarse un rato al medio día para descansar, especialmente durante el verano. Si bien por estar de vacaciones, por haber terminado antes del trabajo, o por las altas temperaturas, que hace que lo único que queramos sea estar tumbados con algún ventilador o, en caso de tener algo más de suerte, con el aire acondicionado.
Sin embargo, hay muchos estudios que reconocen que no es extremadamente bueno echarse la siesta si esta es diaria y con una duración de dos horas cada día. Lo cual, puede empezar a ser peligroso ya que significa que el sueño de por la noche no haya sido reparador, y que, por lo tanto, no estés descansando bien por la noche.
Ahora bien, una “cabezadita” después de comer sí que es saludable y necesaria para hacer un reseteo en el cerebro, especialmente si el cuerpo nos lo pide. La razón principal por la que nuestro cuerpo nos lo pide es por la caída de los niveles de energía al llegar la sexta hora. Al igual que la marea, que sube y baja a lo largo del día, nuestra energía hace lo propio.
Echarse una siesta de un tiempo no muy extenso ayuda a disminuir la fatiga, aumentar la energía y mejorar la memoria y el estado de ánimo. Sirve incluso para revitalizar el cuerpo y la mente.
Como curiosidad, el ser humano es el único mamífero que duerme tan solo en un periodo durante el día, o como mucho dos si incluímos la cabezada del medio día. El resto de mamíferos alternan el sueño y la vigilia durante toda la jornada.