“Dar a luz a mi bebé en pandemia fue lo más parecido a hacerlo en guerra”

María rememora cinco años después el miedo, la angustia y la incertidumbre de parir en pleno estado de alarma

El mismo día que Pedro Sánchez anunciaba el Estado de Alarma en España, María Fueyo (Madrid) salía de cuentas, y tambien ese mismo dia, su marido dio positivo por Covid. Aún recuerda, esa sensación de angustia e incertidumbre por no saber cómo iba a ser su parto, si estaría contagiada, si le separarían de su bebé. Su mayor miedo, que el COVID entrara en su casa antes de dar a luz, se hizo realidad.

Siendo su tercer hijo, además, María había imaginado que ese parto estaría alejado de todas las dudas que las mamás menos experimentadas y ella misma viven con su primer hijo. “Siendo el tercero por supuesto las preocupaciones eran mucho menores, obviamente pensaba que iba a ser un parto normal, hasta que llegó el COVID claro”, asume María. El que tenía pensado que fuese uno de los momentos más importantes de su vida, acabó por convertirse en pesadilla.

La antesala del confinamiento

Algunas semanas previas, España vivía en esa mezcla de incredulidad y expectación ante las imágenes que los medios nos enseñaban de lo que estaba ocurriendo en China “al principio parecía que no iba con nosotros”, confiesa. Pero recuerda perfectamente cuando empezaron a llegar los primeros temores. “Cada vez estaba más agobiada. Recuerdo que como se estaban viendo casos ya en Italia le pedí a una amiga que acababa de volver de allí que no viniese a una cena, no quería imaginar que el COVID iba a llegar a España y menos a mi familia estando además embarazada”, nos explica María.

Pero llegó. Y su marido y padre de sus otros dos hijos comenzó a tener síntomas. Una prueba determinó el positivo y no quedó otra que aislarse en una habitación. “Estaba punto de dar a luz, con dos niños muy pequeños sin poder salir de casa y sobre todo sin saber cómo iba a ser mi parto, fue horrible“, recuerda “no paraba de buscar en internet qué podía pasar, cómo eran los partos en esa situación de pandemia”. Las visitas con su ginecólogo fueron las estrictamente necesarias para monitores y seguimiento mediante consultas telefónicas. Le recomendaron esperar diez días desde el ultimo contacto con su marido, y si durante ese tiempo no tenia síntomas, si no se había puesto ya de parto, le provocarían.

El nacimiento

Eran los primeros compases de una pandemia a la que todos acabamos por acostumbrarnos, pero que en aquellos días el desconocimiento nos sacudió tan profundamente que no sabíamos ni siquiera si la leche materna o el piel con piel contagiaba.

“Recuerdo llegar al hospital completamente vacío, las salas de espera, los pasillos. Los médicos y enfermeras fueron súper cariñosos y cercanos conmigo, me decían que era lo más parecido a haber dado a luz en estado de guerra“. “Mi mayor miedo era que al dar a luz, yo fuese positivo y que me separasen del bebé. El protocolo era así. Los llevaban a un nido hasta que uno de sus padres fuesen negativo”, recuerda. Por fortuna María pudo pasar la primera noche con Santi, su hijo.

“Fui en mi coche a dar a luz, mi marido obviamente no me pudo acompañar, pero vino mi hermana conmigo durante unas horas hasta que nació Santi. Gracias a ella, estuve feliz, tranquila y acompañada. Fue muy valiente viniendo en esos momentos, teniendo tres hijos y teniendo que confinarse a su vuelta a casa. Mi marido y nuestra familia lo vivió en la distancia. Él con los nervios de la situación y con dos niños pequeños que ya llevaban 10 días sin salir de casa.”

La primera noche de hospital tampoco se le olvidará nunca. “Muchos me decían pobrecita, ahí sola, pero para mí fue la noche más feliz del mundo porque podía estar con mi hijo, aunque por supuesto con mascarilla, sin darle un beso porque me aterrorizaba contagiarle“, afirma. A las 24 hora del parto, vuelta para casa. “Era más peligroso quedarse en el hospital así que nos dieron el alta. Me fui conduciendo sola con mi bebé y cuando llegué a casa se lo enseñé con distancia a mi marido y mis hijos. Ahí fui yo la que me confiné con Santi y ellos se quedaron en el resto de casa, porque mi marido seguía teniendo síntomas”, nos recuerda. “Eso fue duro también, los mayores no entendían muy bien porque no podían estar con su madre y con su hermano”, recuerda.

Cuando tuvo que volver al hospital para la prueba del talón del recién nacido, “me acuerdo que le puse a la maxicosi (la cuna de transporte) la funda de lluvia, para aislar a Santi del virus“, todas las precauciones eran pocas, porque el pico de la pandemia estaba en esos días dando la cara más cruel. “Era muy angustioso ver como tanta gente sufría”, rememora María.

“El COVID nos cambió la perspectiva ante los problemas”

De regreso a la rutina no acaban los miedos. Su hijo mayor empezó a presentar síntomas que acabaron en una neumonía y a los días cayó también el mediano. La incertidumbre volvía a estar cada día en la familia.

“A los pocos días de llegar a casa se rompió una tubería y uno de los cuartos quedó anegado… mi suegra también se contagio y estuvo ingresada… pasamos unos días muy duros hasta que se recuperó y le dieron el alta” al final aprendimos a pensar en el día a día, en el presente y afrontar las cosas como viniesen”, reflexiona. Hoy, toda esa cadena de infortunios más parecidos a un guion de película, han quedado atrás y el COVID fue una etapa para aprender “nos cambió la perspectiva ante los problemas“, mantiene.

Un mes y medio después

Para poder recuperar la normalidad, dentro de seguir inmersos en la pandemia, tuvo que pasar un mes y medio. “Es el tiempo que pasó hasta que por fin el COVID salió de casa, mis hijos se recuperaron y nos hicimos los cinco una foto juntos, abrazados. También, cuando lo pudieron conocer sus abuelos, porque hasta que no abrieron el perímetro no pudieron ver a Santi”, explica. “A la calle en el cochecito por ejemplo también tardó semanas en salir”. Nos enseña una foto de Santi, en un barreño sobre una báscula porque a la farmacia no se podía ir a pesarle. Era también un riesgo.

Ahora, le parecen recuerdos lejanos ese continuo recurrir al gel desinfectante y mascarillas dentro de casa.

Cuando le preguntamos si piensa que Santi es distinto a sus otros dos hijos, cree que precisamente fueron los mayores quienes pudieron verse más afectados por la pandemia. “Eran justo los años en los que tenían que empezar a abrirse al mundo, a socializar y durante muchos meses no pudieron. Pero en el balance final, reflexionando ahora cinco años después, María agradece al COVID “sin duda, haber pasado tanto tiempo con mis hijos“. Puede que la pandemia nos regalase algo que a muchas madres les faltaba, un poquito más de tiempo.

 

 

TAGS DE ESTA NOTICIA