Claves para entender cómo se ha llegado a esta tragedia

Desde la falta de alerta hasta el futuro incierto que espera a los valencianos

Efectivos de la Policía Local trabajan para despejar una calle de Paterna (Valencia), este martes. EFE/ Manuel Bruque

Hace una semana numerosos municipios de la provincia de Valencia amanecieron sumergidos en barro y agua tras una infravalorada DANA. Esta catástrofe ha azotado la Comunidad Valenciana con una huella devastadora. Desde el pasado 29 de octubre, aproximadamente 70 municipios se han visto gravemente afectados, con más de 210 víctimas mortales y cientos de desaparecidos, lo que ha generado un profundo impacto en la población. Aunque las cifras exactas de desaparecidos y víctimas siguen sin confirmarse, las familias de los desaparecidos continúan buscando respuestas en medio de la desesperación, el dolor físico y el peligro sanitario que conlleva estar más de siete días bajo el pánico, la incertidumbre y el lodo.

1. ¿Qué sucedió?

El lunes 28, la AEMET advirtió una alerta por fuertes lluvias, pero ante la falta de alerta institucional, las empresas y universidades no cancelaron la jornada. El martes 29 llovía a mares, la virulencia del temporal era evidente, pero nadie esperaba que fuera grave. A las 11:30 se desbordó el barranco del Poyo en Chiva, a 30 kilómetros de Picanya. Esto causó posteriormente la inundación de la comarca de l’Horta Sud. Y las 12:00 se desbordó el río Magro a su paso por Utiel. Las primeras alarmas sonaron y algunas empresas mandaron a sus empleados a casa. Sin embargo, en otros todo sigue con toda la normalidad posible. Nadie se imaginaba lo que venía. Empiezan a llegar vídeos de tornados, camiones por la carretera y desbordamientos. Sigue sin haber alerta.

A las 17:30 el Centro de Coordinación de Emergencias emite un nuevo aviso especial de alerta hidrológica para los ríos Magro y Júcar. La Confederación Hidrográfica del Júcar advirtió de peligro de desbordamientos en las áreas próximas a los ríos. AEMET prolonga la alerta roja. A las 18:30 se desbordó el barranco del Poyo en Torrent y llegó a la zona cero.

Sobre las 19 horas se inundaron Picanya, Paiporta, Benetússer, Massanassa, Sedaví y Catarroja. A partir de aquí y con la llegada de la noche, las consecuencias son catastróficas con puentes arrancados por la fuerza del agua, personas encerradas y temiendo por su vida encima de coches, y miles de personas atrapadas en la V-30 y en centros comerciales.

Varias personas sobre una montaña de vehículos amontonados en Alfafar (Valencia), este viernes.

Entonces, pasadas las 20 horas, llegó la alerta de La Generalitat a los vecinos alertando para que no salieran a la calle ni se desplazaran por la provincia. El resto de la noche todo es incertidumbre, pánico, ventanas que estallan y rezar hasta el amanecer. La madrugada se prolongó con más inundaciones hasta que el día 30 de octubre miles de personas despertaron convertidos en protagonistas de esta DANA.

En localidades como Paiporta, Utiel y Chiva, los niveles de agua alcanzaron hasta tres metros de altura en algunas zonas, atrapando a residentes y provocando evacuaciones masivas. En apenas unas horas, ríos como el Magro y el Júcar se desbordaron, a la vez que los barrancos de otras localidades. Esta situación ha dejado a varias comarcas del sur de Valencia y el interior devastadas y con importantes daños materiales y personales.

2. Incomunicación e incertidumbre: el cóctel del pánico

La caída de la red de comunicaciones en múltiples localidades y los cortes en las carreteras impidieron que la población informara sobre la magnitud de lo que estaba sucediendo hasta 24 horas después. Esta situación generó una perturbadora sensación de incertidumbre entre los ciudadanos. Los testimonios recopilados destacan un profundo sentimiento de abandono que se respiraba en el ambiente y se tradujo en pánico y criminalidad.

Cuando finalmente se pudo acceder a las ciudades más afectadas, la lentitud en la respuesta del gobierno se convirtió en objeto de críticas. A pesar de que las predicciones meteorológicas fueron precisas, los mecanismos de alerta y respuesta no funcionaron adecuadamente, dejando a la población mal preparada para enfrentar la magnitud del desastre.

La respuesta del Gobierno tras la DANA ha sido ampliamente criticada, especialmente por la tardanza en activar la intervención del Ejército. El despliegue militar no se llevó a cabo hasta cuatro días después. Esta demora fue justificada por el respeto a las competencias autonómicas de la Generalitat Valenciana y la necesidad de coordinación con el gobierno local. Sin embargo, esta justificación ha sido recibida con escepticismo, ya que muchos consideran que la intervención debería haber sido más rápida, dada la gravedad de la situación.

Vecinos de Paiporta reciben agua repartida por el Ejército este viernes.

Además, tras el despliegue de efectivos este se ha considerado insuficiente por los ciudadanos que siguen achicando agua. Aun que las fuentes oficiales aseguran que se han enviado unos 17.000 militares, la situación sigue siendo crítica. Este despliegue limitado ha generado un sentimiento de desamparo entre los residentes, quienes se han sentido obligados a organizarse por su cuenta para hacer frente a la catástrofe y para ayudar a cientos de personas que han quedado con viviendas inhabitables, negocios destruidos y familias en refugios temporales a la espera de que las autoridades restablezcan los servicios básicos.

3. Solo el pueblo salva el pueblo

“Solo el pueblo salva el pueblo”: es el grito común de una comunidad reforzada a través de la unión. Pese a los intentos extremistas, comentarios de odio y bulos, para quién ha estado sobre el terreno es obvio que la sociedad valenciana es una. Para quién no, ha podido observar múltiples vídeos y montajes que erizan la piel con la voluntad de los voluntarios.

Son precisamente estos montajes con tono cinematográfico los que han llamado la atención de un sector que critica la romantización y poetización del voluntariado. “El pueblo se ha levantado, pero porque nos han obligado”, es otro discurso común entre los valencianos.

4. El coste del ‘abandono’ y la falta de transparencia

Esta tardanza y abandono ha provocado que una semana después, los habitantes de las poblaciones afectadas siguen despertándose con el marrón en las calles, el olor a lodo y el peligro que ello supone. La gestión de la crisis ha dejado mucho que desear en términos de comunicación y transparencia por parte de las autoridades. Los ciudadanos demandan información clara sobre los recursos disponibles y los planes de recuperación.

Los primeros comunicados sobre el peligro sanitario que supone estar en las zonas afectadas llegaron pasadas las 48 horas y hasta los tres días no se hicieron efectivas las medidas necesarias para evitar infecciones y proliferación de bacterias. Esta cuestión se ha tildado como un posible problema futuro de salud pública. El agua estancada con restos de aguas fecales, cadáveres y otros cuerpos en descomposición ha puesto en alerta a Sanidad y a la población. Los primeros efectos se han transformado en vómitos, infecciones de piel, problemas gastrointestinales y respiratorios.

Además a este coste se suma los costes materiales y sus costos económicos incalculables. Se estima que los daños ascienden a cientos de millones de euros. La destrucción de infraestructura, el cierre de negocios y el impacto en la agricultura están afectando gravemente a la economía local. Aproximadamente 4,000 edificaciones han sufrido daños significativos.

Servicios de emergencia trabajan en el punto más afectado por las inundaciones en Letur.

Sin embargo, el mayor coste de esta tragedia es el personal. A pesar de la incertidumbre en el número de fallecidos y desaparecidos. Existe la certeza de un trauma latente que perdurará durante generaciones. La tragedia ha dejado una huella emocional en los supervivientes. La ansiedad y el trastorno por estrés postraumático son preocupaciones emergentes entre los profesionales de la salud y necesitarán atención a medida que la comunidad comienza a reconstruirse.

Muchas familias perdieron sus bienes, allegados y algunas siguen buscando a desaparecidos mientras intentan salir adelante. Esta situación ya se ha cobrado a la primera víctima. El impacto emocional ha sido profundo, por lo que se han puesto a disposición pública teléfonos de contacto gratuitos.

5. Un futuro incierto: El cambio climático y futuras medidas de prevención

La climatología extrema como la DANA parece ser más frecuente debido al cambio climático. Este fenómeno plantea preguntas sobre la sostenibilidad y la preparación ante futuros desastres naturales. La intensidad y frecuencia de estos fenómenos meteorológicos extremos evidencian la necesidad de planes de prevención más robustos en Valencia y otras zonas del Mediterráneo. La DANA ha generado un debate sobre cómo las autoridades deben adaptar sus políticas de urbanismo e infraestructura para enfrentar un clima cada vez más inestable.

Las autoridades locales han prometido revisar los planes de emergencia y fortalecer los sistemas de alerta temprana, con el objetivo de responder de manera más rápida y eficaz en futuras crisis climáticas. La última semana en Valencia ha sido una muestra de la fuerza destructiva del clima extremo. Aunque la región está acostumbrada a los cambios meteorológicos, la escala de esta DANA ha llevado a la Comunitat Valenciana a reconsiderar sus estrategias de prevención y a reafirmar la importancia de la colaboración entre gobierno y ciudadanos para enfrentar un futuro con fenómenos cada vez más impredecibles.

A este futuro incierto y miedo a que todo se vuelva a repetir, lo acompaña el terror a ser olvidados y dejar de recibir ayuda. Responsabilidades políticas han sido exigidas, pero más allá, lo que más necesitan los afectados es que se les siga dando voz.

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