Celia cumplió años el mismo día que la Dana arrasó su municipio, Paiporta. Veinte años al frente de un centro de estética que regentaba ella sola y en el que había invertido miles de euros en maquinaria que han arrasado el agua y el barro. No queda nada del negocio que levantó. En su lugar, la incógnita sobre cómo empezar de nuevo, qué ayudas podrá recibir como autónoma y cómo va a seguir pagando las facturas.
“El negocio funcionaba bien, he pasado por crisis y por el covid, y ya llevaba ocho años trabajando sola porque los autónomos no tenemos ayudas para la contratación. Funcionaba perfectamente, siempre luchando y con una inversión muy grande que no sé si recuperaré. Porque hay muchas facturas que no vamos a poder conseguir, no tengo las facturas reales de todo lo que tenía dentro, de cosas que compré, por ejemplo, hace cinco años”.
Tan desprevenida le pilló la Dana que estaba tranquilamente trabajando con una clienta dentro hasta que comenzó a oír los sonidos de los claxon de los coches. “Nadie sabía lo que estaba pasando. Quizás los que estaban cerca del barranco. Oí claxon de coches, muchos movimientos de coches, gente corriendo y gritando y salimos a la recepción. Fue entonces cuando vimos a la gente corriendo y abrí la puerta y dejé que algunos vecinos entraran dentro porque está un poco en alto con un escalón. Yo pensé que no iba a llegar el agua hasta allí, pensábamos que serían dos palmos de agua. Finalmente nos metimos en un patio cercano y pasamos la noche en casa de unos vecinos. Al día siguiente no sabía dónde estaba mi hermano, mi coche apareció empotrado en un patio y el negocio arrasado”.
“Desolador”
Ni un negocio se ha salvado en su municipio. “Cuando conseguí entrar en el local, fue desolador. Había mobiliario en la entrada, que se había desplazado varios metros de su ubicación original, las paredes, que eran de pladur, estaban agujereadas y toda la maquinaria inservible, como el láser para depilar que me costó 24.000 euros”.
Para colmo, apenas tiene internet para dedicarse a rellenar el formulario que le piden desde el Consorcio de Compensación de Seguros. “Me ha costado mucho abrir el formulario y mi gestor está buscando todo tipo de ayudas, he hecho fotos del centro, vídeos y todavía tiene el local tres palmos de barro. Hay cosas que ni han aparecido, incluso he encontrado cosas de otros comercios dentro de mi local”.
Y como sucede en ocasiones en momentos difíciles, se ha encontrado con la solidaridad de vecinos y desconocidos. Una comunidad de esteticistas se ha puesto en contacto con ella y están donando maquinaria para que pueda retomar el trabajo cuanto antes, aunque sea en una habitación de su casa. “Todavía no hay nada claro de las ayudas que vamos a recibir, mi gestor está en ello pero las ayudas tienen que ser ya porque tenemos que seguir comiendo y seguir viviendo y seguir pagando la luz y el gas de nuestras casas, o los aparatos que financié. Habrá que ver cómo evoluciona”. Porque rendirse, no está en sus planes.
4.500 comercios dañados
Según los últimos datos de la Cámara de Comercio de Valencia, habría hasta 4.500 comercios de la provincia afectados por los daños de los cuales, 1.800 habrían quedado destrozados. Los efectos de la Dana han afectado a todo tipo de actividades económicas pero sobre todo, al pequeño comercio, a esos autónomos que tenían pequeños locales en los bajos de los edificios como cafeterías, bares, peluquerías o centros de estética como el de Celia. Según cálculos de ATA, la Federación Española de Autónomos, habría hasta 51.000 autónomos en las zonas afectadas de la Comunidad Valenciana, que esperan que las indemnizaciones de los seguros lleguen cuanto antes y que puedan acogerse a otro tipo de ayudas, como la prestación por cese de actividad por fuerza mayor, que ya se activó en 2020 con la pandemia y que permite recibir el 70% de la base reguladora. Pero lo que ellos necesitan es poder recuperar cuanto antes su actividad y sus vidas, ahora cubiertas por el fango.