El cambio de hora, una tradición que se repite cada año en España, ha sido objeto de debate durante décadas. El argumento más conocido a favor de esta práctica es el ahorro de energía. Sin embargo, más allá de los beneficios económicos, existen riesgos ocultos que muchos desconocen y que afectan directamente a la salud de las personas. Uno de estos peligros es el impacto que tiene en el sueño y el consecuente aumento de accidentes de tráfico, problemas cardiovasculares y trastornos emocionales.
El cambio de hora y la salud del sueño
El cambio de hora, especialmente el que ocurre en otoño cuando se retrasa una hora el reloj, altera el ciclo natural de sueño de las personas. Aunque parece inofensivo, esta modificación del ritmo circadiano, conocido como el “reloj biológico”, puede provocar problemas de salud que van más allá de una simple noche de insomnio. Numerosos estudios científicos han demostrado que cualquier alteración en nuestros ciclos de sueño puede desencadenar una serie de consecuencias negativas para la salud.
Uno de los efectos más notorios es el aumento en los problemas del sueño. El cambio de hora genera una interrupción en los patrones de descanso, lo que puede llevar a insomnio, dificultad para conciliar el sueño o despertares frecuentes durante la noche. Aunque una hora pueda parecer una alteración mínima, las investigaciones indican que cualquier cambio en los ciclos de sueño puede generar desajustes a largo plazo en algunas personas.
El peligro en las carreteras tras el cambio de hora
Uno de los peligros menos conocidos del cambio de hora es el aumento en los accidentes de tráfico. Estudios realizados en Estados Unidos y Europa han probado que los días posteriores al cambio horario se produce un aumento significativo en el número de accidentes de tráfico. Según investigaciones, la privación del sueño y la alteración del ciclo circadiano reducen la capacidad de reacción de los conductores, aumentando el riesgo de colisiones.
En España, datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) revelan que los lunes posteriores al cambio de hora se reporta un aumento en los accidentes de tráfico en las primeras horas del día. Este fenómeno se debe a que, aunque parezca que ganamos una hora de sueño en otoño o la perdemos en primavera, el desajuste en nuestro organismo sigue presente. Las personas están menos alertas y más fatigadas, lo que aumenta el riesgo de incidentes viales.
Riesgos cardiovasculares
Otro de los peligros menos conocidos, y, quizás más preocupantes, es el aumento del riesgo cardiovascular que puede causar el cambio de hora. Estudios médicos han evidenciado que, tras el cambio de hora, se produce un incremento en los infartos de miocardio y los ictus durante los primeros días. El cambio brusco en los ritmos circadianos altera la presión arterial y aumenta el estrés en el sistema cardiovascular. Todo ello puede desencadenar episodios graves en personas predispuestas.
Según un estudio publicado en la revista Open Heart, el riesgo de sufrir un infarto aumenta en un 24% el lunes después del cambio de hora. Aunque los efectos son menos pronunciados en otoño frente al cambio horario de primavera, se ha observado un aumento del riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular debido a los cambios en los patrones de sueño y la presión arterial.
Trastornos emocionales y salud mental
El cambio de hora también tiene un impacto psicológico que no debemos subestimar. Al alterar los ciclos de luz y oscuridad a los que estamos acostumbrados, el cuerpo puede tardar en adaptarse. Eso provoca una mayor predisposición a sufrir trastornos emocionales. Uno de los problemas más comunes es el aumento de los síntomas del trastorno afectivo estacional (TAE). Una forma de depresión que se desencadena en los meses de otoño e invierno cuando hay menos luz solar.
El cambio de hora en otoño agrava los síntomas del TAE en muchas personas. A fin de cuentas, oscurece antes por la tarde, lo que reduce la exposición a la luz natural. Esto puede afectar negativamente a los niveles de serotonina, una hormona que regula el estado de ánimo, aumentando la sensación de tristeza, ansiedad y fatiga. Para las personas que ya padecen trastornos emocionales, esta alteración puede empeorar sus síntomas y dificultar su manejo.