La madrugada del 27 de octubre de 2024 marcará el inicio del horario de invierno. Una práctica que lleva décadas formando parte de nuestras vidas. A las 03:00 horas, los relojes se retrasarán una hora, volviendo a las 02:00. Eso nos permitirá disfrutar de una hora extra de sueño. Sin embargo, este cambio de hora que se repite cada otoño sigue generando un intenso debate sobre su relevancia en el mundo actual.
El cambio de hora no es una invención reciente. Su origen se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando las naciones europeas implementaron esta medida para aprovechar al máximo las horas de luz solar y reducir el consumo de energía. Durante la crisis del petróleo de los años setenta, la práctica fue retomada con el mismo objetivo: disminuir la dependencia energética en un momento de escasez y altos precios del crudo.
En España, como en otros países de la Unión Europea, esta práctica se consolidó como una costumbre fija. Sin embargo, los avances tecnológicos y los nuevos hábitos de consumo han puesto en duda su utilidad actual. Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro energético que produce el cambio de hora es mínimo, en torno a un 5% en iluminación. Lo que ha llevado a muchos a preguntarse si es necesario seguir ajustando los relojes dos veces al año.
¿Realmente ahorramos energía con el cambio de hora?
El ahorro energético siempre ha sido el principal argumento a favor de mantener el cambio de hora. Sin embargo, con la evolución de las tecnologías de iluminación y los cambios en los patrones de consumo energético, su impacto es cada vez más reducido. El IDAE estima que el ahorro en iluminación equivale a un 5% de la factura de energía. Una cifra que para algunos expertos es insuficiente para justificar esta alteración de nuestros horarios.
Además, el creciente uso de dispositivos electrónicos, electrodomésticos eficientes y la adopción de energías renovables han transformado la forma en que consumimos electricidad. Hoy en día, la iluminación representa una parte mucho menor del consumo energético total de los hogares. Eso reduce el efecto que puede tener el cambio de hora sobre la reducción de la demanda eléctrica.
El debate en Europa: ¿es el fin del cambio de hora?
El futuro del cambio de hora en la Unión Europea sigue siendo incierto. Desde hace varios años, la Comisión Europea ha planteado la posibilidad de eliminar esta práctica. En 2018, una encuesta realizada a nivel europeo mostró que el 84% de los encuestados estaba a favor de poner fin a los ajustes horarios, alegando que los beneficios percibidos en cuanto a ahorro energético no compensan los efectos negativos sobre la salud y la rutina diaria.
De hecho, algunos estudios han sugerido que el cambio de hora puede afectar el sueño, el rendimiento laboral y el bienestar general de las personas. La alteración del ritmo circadiano, el reloj biológico que regula nuestras actividades diarias, puede generar fatiga, estrés y otros problemas de salud, especialmente en los días posteriores al ajuste de los relojes.
La Directiva 2000/84/CE que regula el cambio de hora en la Unión Europea establece que este sistema se mantendrá al menos hasta 2026, cuando se realizará una nueva evaluación para determinar si debe seguir aplicándose. Hasta entonces, el debate continúa entre aquellos que abogan por su eliminación y los que consideran que sigue siendo una medida útil para sincronizar mejor nuestras actividades con las horas de luz natural.
¿Cuándo será el último cambio de hora?
El cambio de hora del 27 de octubre de 2024 podría ser uno de los últimos de la década. Aunque la decisión final sobre la eliminación de los ajustes horarios en la Unión Europea aún no se ha tomado, la posibilidad de que este sistema llegue a su fin está sobre la mesa. Si la Comisión Europea decide eliminar el cambio de hora en 2026, esta práctica, que ha estado vigente durante más de un siglo, podría quedar en el pasado.
No obstante, mientras esperamos una resolución definitiva, el próximo ajuste al horario de verano está previsto para el 30 de marzo de 2025. En ese momento, los relojes se adelantarán una hora, marcando el inicio de la temporada estival. Si las autoridades deciden poner fin a esta práctica, podríamos estar viviendo los últimos años de una tradición que ha definido la gestión del tiempo en gran parte del mundo occidental.