SEX O NO SEX

Sonambulismo sexual: gemidos y otras rarezas en la oscuridad

Si de por sí el sueño y todo lo que ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos es un misterio, la sexsomnia o sonambulismo sexual es uno de los fenómenos más inquietantes. Si nos hablan de un sonámbulo, nos viene a...

Si de por sí el sueño y todo lo que ocurre en nuestro cerebro mientras dormimos es un misterio, la sexsomnia o sonambulismo sexual es uno de los fenómenos más inquietantes. Si nos hablan de un sonámbulo, nos viene a la cabeza una persona con los ojos entreabiertos y la mirada fija que camina tambaleándose, a veces tropezando torpemente. La realidad es mucho más compleja y turbadora. Algunas personas pueden experimentar conductas sexuales, devorar comida chatarra o coger las llaves del coche para dar una vuelta nocturna por la ciudad. El espectro es amplio y a veces no tan inofensivo como el cine nos ha hecho creer. Es el caso de la sexsomnia, un trastorno del sueño con sus propias peculiaridades.

Como ocurre en el sonambulismo, la persona puede caminar y desarrollar una actividad más o menos sencilla mientras permanece inconsciente y sin probabilidad de comunicación, pero en la sexsomnia su contenido es exclusivamente sexual. ¡Se pone el vello de punta! Está identificado como un trastorno del sueño, aunque sería difícil saber con exactitud su incidencia. Por vergüenza o por no ver en ello un problema, no se consulta con un profesional. Los investigadores del sueño calculan que una de cada diez personas de ese 2% que sufre sonambulismo presenta esta conducta sexual atípica durante la noche.

El peor rato se lo lleva la persona que convive con un sonámbulo sexual viendo cómo es capaz de excitarse, mantener relaciones sexuales o masturbarse sin que al despertar recuerde nada de lo ocurrido. Las señales son muy características: gemidos, suspiros, estimulación de sus genitales e intentos de involucrar a la pareja en sus quehaceres eróticos. Toto esto sucede durante la llamada fase del sueño No REM, cuando se pasa de un sueño ligero a uno profundo, una etapa en la que el sueño debería tener una función exclusivamente reparadora, según la neuróloga Jennifer Mundt, profesora adjunta de medicina del sueño, psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, en Chicago, y pionera en el estudio de este tipo de parasomnias.

Explica que, en los pacientes con sexomnia, las partes del cerebro que se mantienen alerta son las que controlan la visión, el movimiento y la emoción; al tiempo que las zonas encargadas de la memoria, la toma de decisiones y el pensamiento racional aparentemente permanecen en el sueño profundo.

¿Qué nos lleva al sonambulismo sexual? Tampoco aquí se puede arrojar mucha luz. Se cree que una combinación de factores genéticos y de estilo de vida aumentan el riesgo de que una persona desarrolle este trastorno. “Sabemos que hay genes que se han asociado particularmente con el sonambulismo. Esa predisposición genética puede verse sacudida por un momento de estrés, falta de sueño, alcohol, ciertos medicamentos u otros eventos”, indica Mundt.

Se da con más frecuencia en varones y especialmente en aquellos que han vivido terrores nocturnos, abusos, experiencias traumáticas o sonambulismo durante los primeros años de vida. Suele remitir a partir de los 50 años. En sus estudios, Mundt ha encontrado que la terapia cognitivo conductual y la hipnosis tienen buenos resultados. Más polémica es su solución de despertares programados a lo largo de la noche, puesto que dormir poco o mal tiene consecuencias muy negativas para la salud y emocional y repercute en la actividad diaria.

Si los sueños son esa válvula de escape que permite que nuestro sistema emocional esté más tranquilo al despertar, el sonambulismo sexual solo añade tormento. Es más difícil de afrontar que una pesadilla u otros trastornos del sueño más comunes, aunque el recuerdo de lo sucedido sea vago. Por eso, Mundt insiste en que lo aconsejable es consultar con un médico especialista.

Investigadores del Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer describieron cuatro casos de sexsomnia de pacientes identificados con este trastorno en la Unidad del Sueño. Tres varones y una mujer entre 28 y 43 años de edad, que referían conductas sexuales durante el sueño. “Consistían en la masturbación sin buscar la participación de la pareja, que dormía en la misma cama (en dos casos), e intentar el coito con vigorosidad conductual y verbal inapropiada e inhabitual (tres casos)”. La frecuencia variaba de cuatro únicos episodios a dos o tres semanales, pero en lo que coincidieron los pacientes fue en la amnesia completa de lo que habían vivido y sorpresa cuando se les explicaba lo que habían hecho.

La conclusión de los investigadores catalanes es que “la sexsomnia, que aparece en el adulto joven, consiste en intentar consumar de forma inapropiada el coito o masturbarse durante el sueño, con amnesia posterior de lo ocurrido. Puede coexistir con otras parasomnias, como sonambulismo y despertares confusos. Otros trastornos del sueño, como las apneas y los movimientos periódicos de las piernas, podrían acelerar los episodios de sexsomnia”.

Aparte de consultar con el médico, Jennifer Mundt aconseja mantener una buena higiene del sueño en el hogar en cuanto a horarios y hábitos, evitando el estrés, el consumo de alcohol, la cafeína, las pantallas, las comidas copiosas u otros desencadenantes de la conducta sonámbula. “Desafortunadamente, a diferencia de otros trastornos del sueño como la apnea del sueño o el insomnio, no existen pautas de consenso para el tratamiento de los llamados trastornos del despertar o parasomnias”. Y pueden aparecer en forma de una leve excitación, en la que el paciente murmura algo y vuelve a dormirse, o episodios realmente molestas o arriesgadas, sobre todo si afectan a otras personas y alteran la calidad de sueño. Cualquier precaución es poca. Por desgracia, un simple ruido a veces es suficiente para que se desate en el cerebro este patrón de comportamiento primitivo e involuntario.

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