Síndrome de fragilidad en la mujer: cómo prevenirlo y combatirlo

La prevalencia de la fragilidad en España afecta a aproximadamente el 10% de las personas mayores de 65 años y a más del 40% de los que superan los 80

El envejecimiento es un proceso natural que afecta a todos, pero las mujeres mayores enfrentan desafíos particulares en la salud, siendo el síndrome de fragilidad uno de los más destacados.

La fragilidad se puede comenzar a ver desde la pérdida de peso involuntaria, el agotamiento, la debilidad muscular y la lentitud en las actividades físicas.

¿Qué es el síndrome de fragilidad?

El síndrome de fragilidad es un estado clínico caracterizado por una disminución de la reserva y la resistencia a los factores de estrés, que resulta en una mayor vulnerabilidad a la discapacidad y la mortalidad. Este síndrome se manifiesta con mayor frecuencia en mujeres mayores debido a factores como la mayor longevidad y la pérdida de masa muscular más rápida en comparación con los hombres.

De acuerdo con la doctora María Herrera, jefa de los servicios de Geriatría y Cuidados Paliativos del Hospital Universitario Infanta Elena, la prevalencia de la fragilidad en España aumenta con la edad, “afecta a aproximadamente el 10% de las personas mayores de 65 años y a más del 40% de los que superan los 80”.

 

María Herrera, jefa de los servicios de Geriatría y Cuidados Paliativos del Hospital Universitario Infanta Elena

Causas y factores más frecuentes

En cuanto a las causas y factores más frecuentes, el síndrome de fragilidad está influenciado por una combinación de factores biológicos, médicos, nutricionales, psicosociales y ambientales:

  • Pérdida de masa muscular (Sarcopenia): la reducción de la masa y fuerza muscular es fundamental en la fragilidad. “La sarcopenia no solo limita la movilidad, sino que también aumenta el riesgo de caídas y fracturas”, comenta la doctora Herrera.
  • Declive de la función ósea: la pérdida de densidad ósea incrementa el riesgo de fracturas, especialmente en las mujeres.
  • Disminución de la capacidad cardiovascular y respiratoria: esto afecta la resistencia física y la capacidad de recuperación.
  • Inflamación crónica (Inflamaging): un estado inflamatorio crónico de bajo grado que contribuye al deterioro de múltiples sistemas del cuerpo.
  • Enfermedades crónicas: afecciones como cardiopatías, diabetes y EPOC reducen la reserva fisiológica y aumentan la vulnerabilidad. Cada vez más prevalentes estas enfermedades crónicas en la población mayor.
  • Polifarmacia: la toma de múltiples medicamentos puede provocar efectos adversos y complicar la funcionalidad. “La toma de muchos medicamentos puede causar efectos adversos y afectar la funcionalidad”, destaca la doctora Herrera.
  • Ingesta inadecuada, mal estado de la dentadura, nivel social…
  • Aislamiento social y soledad: estos pueden llevar a la depresión e inactividad física.

Factores Ambientales:

  • Barreras físicas en el entorno: Entornos no adaptados pueden limitar la movilidad y aumentar el riesgo de caídas.
  • Acceso a servicios de salud: Limitaciones en la atención sanitaria pueden agravar las condiciones de salud.

Alimentos específicos que no deben faltar

Una dieta equilibrada y nutritiva es fundamental para prevenir y combatir la fragilidad. La experta recomienda varios alimentos clave que no deben faltar en la dieta de una persona mayor, pero sobre todo recomienda dieta equilibrada y que el paciente disfrute con su comida:

  • Pescado, Lácteos, yogurt o queso aseguran una ingesta adecuada de calcio y vitamina D.
  • Frutas y verduras: Variadas y de diferentes colores, al menos cinco porciones diarias para vitaminas, minerales y fibra.
  • Legumbres: lentejas y garbanzos como fuentes de proteína vegetal y fibra.
  • Frutos secos y semillas: Nueces, almendras, semillas de chía y linaza para grasas saludables y proteínas.
  • Carne magra y aves: Fuentes de proteína de alta calidad sin exceso de grasas saturadas.
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Ninguna recomendación debe ser estricta, la comida debe ser un placer y no una fuente de conflictos familiar o un estrés para el paciente mayor.

Además, la doctora Herrera enfatiza la importancia de una buena hidratación y recomienda “beber suficiente agua, infusiones y caldos, así como considerar suplementos de vitamina D y B12 bajo supervisión médica”.

Combinación de ejercicios

El ejercicio es una estrategia clave para prevenir la fragilidad. Según la doctora Herrera, “la combinación de ejercicios que promuevan la fuerza, el equilibrio, la flexibilidad y la resistencia cardiovascular es esencial”:

Se recomienda hacer ejercicios ligeros, caminar o bailar si les gusta. Nunca llegando al cansancio extenuante.

  • Estiramientos suaves de los músculos principales.
  • Caminatas a un ritmo cómodo, aumentando gradualmente la distancia y velocidad. “Caminar todos los días no debería faltar”, resalta la doctora Herrera.

Una progresión gradual es importante para evitar lesiones y maximizar los beneficios del ejercicio.

Según explica la doctora Herrera, la mayoría de las hospitalizaciones se deben a la descompensación de enfermedades crónicas y caídas, y en este sentido el Hospital de Día Geriátrico proporciona un manejo integral para evitar estas complicaciones, ya que ofrece un entorno especializado para la atención de pacientes frágiles.

Prevención de caídas y rehabilitación

La prevención de caídas es crucial para evitar lesiones graves en personas mayores. La doctora Herrera enfatiza la importancia de programas de ejercicio diseñados para mejorar la fuerza, el equilibrio y la coordinación: “Los terapeutas ocupacionales especializados en Geriatría trabajan para reducir el riesgo de caídas y acelerar la recuperación tras una fractura“.

Además, el hospital de día también ofrece rehabilitación temprana tras una caída, lo que puede prevenir complicaciones y promover una recuperación más rápida.

Errores en la medicación

Los errores en la medicación son comunes entre los mayores, con tasas que varían según el entorno. La doctora Herrera advierte que “entre el 25% y el 50% de los pacientes mayores pueden experimentar algún tipo de error de medicación, a menudo debido a la polifarmacia, cambios fisiológicos y deterioro cognitivo”.

Para evitar estos errores, es crucial realizar una revisión sistemática de la medicación. “En el hospital de día, un equipo especializado revisa y gestiona la medicación para prevenir efectos adversos y complicaciones relacionadas con la polifarmacia”, explica la experta.

El manejo del síndrome de fragilidad en mujeres mayores requiere un enfoque integral que combine nutrición adecuada, ejercicio regular, y un entorno de atención especializada como el proporcionado en este tipo de centros. “Con una intervención temprana y una atención continua, es posible prevenir la fragilidad, mejorar la calidad de vida y promover la autonomía en la vejez”.

Tenemos unas mayores muy potentes abuelas auténticas cuidadoras de la casa y la familia con una fortaleza en ocasiones inalcanzable. No debemos nunca sobrecargarlas con el cuidado de los nietos convirtiendo sus hogares de verano en hoteles-guarderías y campamentos urbanos. Se corre el riesgo del síndrome de la abuela esclava que puede llegar a causar trastorno del ánimo en nuestras mayores.

La prevención y el manejo de la fragilidad no solo mejoran la vida de las mujeres mayores, sino que también reducen la carga sobre los sistemas de salud y las familias, creando un entorno más saludable y sostenible para todos.