La dieta mediterránea es una de las claves de la salud general de la que gozamos en España. Porque sí, nos alimentamos muy bien, y cada día tomamos los nutrientes necesarios para llevar una vida de los más saludables. Las grasas como el aceite de oliva, las proteínas de la carne y el pescado de proximidad, las vitaminas y minerales de frutas y verduras, además de los carbohidratos provenientes de cereales y harinas de calidad. Pero precisamente nos vamos a fijar en este último macronutriente. Una de las mayores fuentes para obtenerlo es el pan, el cuál consumimos en una gran cantidad, pero, ¿comemos demasiado pan?.
A la hora de responder a esta pregunta nos tenemos que transportar a una situación dura y más habitual de lo que debería. Ya que en muchas ocasiones y sin saber muy bien por qué, sentimos el vientre hinchado, estamos de mal humor o más cansados de lo normal. Detrás de ello podría haber un problema de inflamación. Y esto sucede cuando comemos un alimento que es pro inflamatorio, como por ejemplo el azúcar o las grasas hidrogenadas, entonces nuestro cuerpo se inflama para protegernos frente a ese ataque. Si un día te tomas un helado, no pasa nada, porque esa inflamación al día siguiente se va a pasar. Pero si estás constantemente expuesto a este tipo de alimentos, nuestro cuerpo crea una inflamación crónica intestinal. Y en ese contexto aparece el pan, que efectivamente es un alimento que favorece la inflamación.
Qué pasa si comemos mucho pan
Se explica mejor en la plataforma Upeka by Aegon, donde la nutricionista Sandra Moñino explica que es lo que sucede cuando comemos más pan del que se debería: «La población general consume muchos alimentos ricos en omega seis como cereales, harinas o aceites. Si se analiza la alimentación de una persona desde el desayuno —tostada con un poco de aceite y un zumo de naranja—; la comida y la merienda con un trocito de pan, o por la noche con un tazón de copos de avena, al final lo que estamos haciendo es añadir un extra de omega seis a nuestra alimentación», lo que lleva a otro problema: «Esto da como resultado unos índices de omega seis muy altos, mientras que el omega tres está muy bajo, lo que genera un efecto inflamatorio a nuestro organismo».
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Por eso mismo, el principal consejo de la nutricionista es intentar equilibrar y aumentar los alimentos ricos en omega tres, ingiriendo pescados azules pequeños, semillas de forma vegetal y mantener ese omega seis, que también es interesante en algunos casos, pero más bajo. Hay que priorizar siempre los alimentos que nos hagan bien, y en la cantidad exacta, estando pendientes de si nos sientan mal en algún momento, para poder cortarlo a tiempo y consultarlo con especialistas del tema.
Para poder conseguir la solución real a la inflamación, lo más útil es llevar una alimentación variada, una alimentación nutritiva y antiinflamatoria. Una alimentación donde nunca vas a pasar hambre, que te va a motivar y que se pueda hacer con toda la familia porque la pueden hacer pacientes que tengan patología, mujeres embarazadas, niños, ancianos. Esto es una alimentación que puede hacer prácticamente todo el mundo.