Han pasado casi dos semanas desde que el agua provocada por la DANA asoló Valencia, y desde entonces el país está sumido en una tensión constante por tratar de ayudar a una zona que está muy tocada y necesitada de ayuda para salir de una situación límite. Aunque aún quede un trabajo infinito, poco a poco se empieza a vislumbrar una cierta mejoría que hace que se puede soñar con salir del bache y volver a ser la zona próspera y feliz que siempre ha sido. Pero no se puede obviar que queda mucho, muchísimo trabajo por hacer, y es que el barro sigue anegando calles, casas y negocios.
Y es que un desastre natural como este deja muchísima destrucción a su paso, pero no solo es material y humano, si no que aunque suene extraño, también es un absoluto imán de lo paranormal, pues está visto y comprobado que después de un fenómeno natural de estas características crecen sobremanera los avistamientos de fantasmas u otros sucesos de este estilo. De hecho, y por poner un ejemplo, en calamidades recientes como los incendios de Maui, la inundación de Libia y el terremoto y tsunami de Japón, los supervivientes a menudo informan de encuentros inexplicables e inquietantes. Pero, ¿por qué?
¿Por qué aumentan los sucesos paranormales tras un desastre natural?
Esto se debe al efecto que tiene el duelo en el cerebro, pues según los expertos en psiquiatría, a veces la gente ve y escucha a sus seres queridos después de que mueren en un suceso de este tipo. Pero los psicólogos sugieren que estos encuentros sobrenaturales podrían reflejar cómo las personas procesan una pérdida abrumadora. A raíz de catástrofes como esta de Valencia los supervivientes a menudo informan de encuentros inexplicables e inquietantes.
Tiene una explicación científica, pues a nivel biológico, el duelo y el trauma pueden desencadenar la liberación de cortisol y otras hormonas del estrés, lo que provoca síntomas como la falta de sueño y la sobrecarga sensorial. Estos factores pueden contribuir a las alucinaciones que se sienten tan reales como los recuerdos reales, lo que puede explicar por qué muchas personas que luchan contra el duelo creen haber visto o escuchado a sus seres queridos fallecidos.
En las zonas del desastre, la sensación de irrealidad se intensifica. Los sonidos de las sirenas, las luces parpadeantes y la espeluznante visión de escuelas y calles anegadas nos ponen nerviosos, preparándonos para percibir cosas que no están allí. De hecho, los supervivientes angustiados pueden sentir desrealización o despersonalización. Por ejemplo, que no son la persona que eran, o que se miran en un espejo y no se ven a sí mismos.
El cortisol es un culpable, pero no el único
El estado del entorno destrozado después de un desastre puede exacerbar estos sentimientos. En las zonas devastadas, los edificios que se desmoronan y los sitios industriales en llamas pueden liberar productos químicos tóxicos como mercurio, arsénico o pesticidas; o en el caso valenciano, toda el agua estancada hace que haya un gran cóctel químico en cada esquina.. Estos contaminantes pueden filtrarse en el suministro de agua y causar alucinaciones o incluso convulsiones precedidas por “una sensación de fatalidad inminente”.
A medida que las comunidades luchan por reconstruirse, las tierras de cultivo desatendidas también pueden contribuir a los avistamientos fantasmales. Los cultivos en descomposición pueden desarrollar cornezuelo, un hongo altamente psicoactivo que algunos investigadores creen que jugó un papel en la histeria puritana de las brujas de la década de 1690 en Salem, Massachusetts.