El beso es una de las expresiones de afecto más comunes y significativas entre los seres humanos. Sin embargo, su papel va mucho más allá de lo meramente romántico o cultural. A través de los siglos, los científicos han intentado descifrar por qué el beso es una parte tan esencial de las relaciones íntimas, especialmente antes de mantener relaciones sexuales. Los estudios sugieren que los besos no solo contribuyen a crear un vínculo emocional, sino que también desempeñan una función biológica clave en la reproducción y la selección de pareja.
Una herramienta evolutiva para la selección de pareja
Desde una perspectiva evolutiva, el acto de besar cumple una función importante: permite a las personas evaluar la compatibilidad genética de sus parejas potenciales. Durante el beso, se intercambian señales químicas, como las que se encuentran en el aliento y la saliva, que contienen información clave sobre el estado de salud y la compatibilidad inmunológica. Se ha demostrado que las personas se sienten más atraídas por aquellas con sistemas inmunológicos diferentes al suyo, lo que maximiza las posibilidades de tener descendencia más fuerte y saludable.
Además, el contacto cercano a través del beso facilita la detección de feromonas, sustancias químicas que influyen en la atracción sexual y el emparejamiento. Las feromonas permiten evaluar inconscientemente si la persona con la que estamos besando es un buen candidato reproductivo.
El beso como potenciador de la intimidad y la conexión emocional en las relaciones sexuales
Pero el beso no es solo un mecanismo biológico para seleccionar pareja. También es una herramienta poderosa para fortalecer el vínculo emocional entre dos personas. Cuando besamos, nuestros cerebros liberan oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, que fomenta el apego y la confianza entre las parejas. Este incremento en los niveles de oxitocina puede ayudar a reducir el estrés, promover una sensación de bienestar y reforzar la conexión emocional.
La sincronización que se logra a través del beso también es crucial. Al besar, las parejas se ajustan mutuamente a los deseos y respuestas del otro, lo que mejora la comunicación y la comprensión en el ámbito físico. Esto prepara el terreno para una relación más satisfactoria, tanto a nivel sexual como emocional.
Activación del deseo sexual
Otra razón por la que el beso precede a las relaciones sexuales es su capacidad para activar el deseo y la excitación. Cuando besamos, nuestros labios, llenos de terminaciones nerviosas, envían señales a nuestro cerebro que activan los centros de placer y estimulan la liberación de dopamina. Esta sustancia química está asociada con el placer y el deseo, y puede aumentar la atracción física entre dos personas.
Los besos más intensos, especialmente los que implican el intercambio de saliva, también están relacionados con el aumento de los niveles de testosterona, lo que incrementa el deseo sexual, especialmente en los hombres. De hecho, algunos estudios sugieren que los hombres suelen preferir los besos más húmedos porque son un indicador inconsciente de la disposición sexual de la pareja.