En los últimos años, los vapers, también conocidos como cigarrillos electrónicos, han ganado popularidad como una alternativa supuestamente menos perjudicial al tabaco tradicional. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que estos dispositivos no son tan inofensivos como se pensaba inicialmente.
Los vapers surgieron en la década de 2000 como una innovación tecnológica destinada a reducir los daños del tabaquismo. A diferencia de los cigarrillos convencionales, que queman tabaco para producir humo, los vapers funcionan calentando un líquido que contiene nicotina, propilenglicol, glicerina vegetal y saborizantes. Este líquido se convierte en un aerosol que el usuario inhala. La premisa inicial era que, al eliminar la combustión del tabaco, se reducirían significativamente los riesgos para la salud.
Los riesgos de vapear: composición química, exposición a sustancias tóxicas, impacto en la salud respiratoria y riesgos cardiovasculares
Uno de los principales argumentos a favor de los vapers es que no producen las mismas sustancias tóxicas que los cigarrillos convencionales. Sin embargo, estudios han demostrado que los vapers no están exentos de producir compuestos dañinos. El líquido, al ser calentado, puede liberar formaldehído, acetaldehído y acroleína, sustancias conocidas por su potencial carcinogénico. Además, se ha identificado la presencia de metales pesados como el plomo, el níquel y el cromo en el aerosol generado por los vapers, debido a la degradación de las bobinas de metal utilizadas para calentar el e-líquido.
El daño a los pulmones es una de las preocupaciones más graves asociadas tanto con el tabaco como con los vapers. Investigaciones han mostrado que el uso prolongado de vapers puede causar inflamación de las vías respiratorias, similar a la causada por el humo del tabaco. Un estudio publicado en el “Journal of the American Medical Association” encontró que los usuarios de vapers presentaban un mayor riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias crónicas, como bronquitis y asma. Además, los vapers pueden causar daño a las células pulmonares, reduciendo su capacidad de repararse y aumentando la susceptibilidad a infecciones.
El sistema cardiovascular es otro objetivo del daño tanto de los vapers como del tabaco tradicional. La nicotina, presente en ambos productos, es una sustancia altamente adictiva que puede causar un aumento en la presión arterial y en la frecuencia cardíaca. Estudios han demostrado que los usuarios de vapers tienen una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas. La exposición a los aerosoles de vapers ha sido asociada con disfunción endotelial, un precursor de la aterosclerosis, y con un aumento en la rigidez arterial, factores de riesgo clave para infartos y accidentes cerebrovasculares.
Comparación entre el tabaco y los vapers
Tanto el tabaco como los vapers contienen nicotina, una de las sustancias más adictivas conocidas. Salvo que vapees líquido sin nicotina, claro. Sin embargo, los vapers pueden presentar un riesgo adicional debido a la posibilidad de ajustar la concentración de nicotina en el líquido, lo que puede llevar a un consumo más alto de esta sustancia. La facilidad de uso y la disponibilidad de sabores atractivos también pueden fomentar un consumo excesivo y una dependencia más rápida, especialmente entre los jóvenes. Un informe del National Institute on Drug Abuse de Estados Unidos encontró que los adolescentes que usan vapers tienen una probabilidad significativamente mayor de comenzar a fumar cigarrillos convencionales.
La naturaleza relativamente nueva de los vapers significa que aún no se ha determinado completamente el alcance de su toxicidad a largo plazo. Sin embargo, estudios preliminares sugieren que los efectos pueden ser tan devastadores como los del tabaco tradicional. La exposición prolongada a los aerosoles de vapers puede resultar en daño celular, estrés oxidativo y inflamación crónica, todos factores que pueden contribuir al desarrollo de cáncer y otras enfermedades graves. La falta de regulación estricta en la fabricación de vapers también aumenta el riesgo de exposición a sustancias tóxicas no declaradas o contaminantes.
A medida que aumenta la evidencia sobre los riesgos de los vapers, muchos países están tomando medidas para regular su uso. En algunos lugares, se han implementado restricciones sobre la publicidad, la venta a menores y el uso en lugares públicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido advertencias sobre los peligros potenciales de los vapers y ha instado a los gobiernos a adoptar medidas estrictas para proteger la salud pública. Sin embargo, la regulación varía ampliamente entre países, lo que deja a muchos usuarios expuestos a riesgos innecesarios.