Ser padres es una de las metas de muchas personas en la vida, ya que es compartir la vida con la persona que quieres (o no) y dar vida a un ser que va a depender de nosotros para todo. Es más, según como sea cada uno de los progenitores, el niño o niña va a ser de una forma u otra. Esto se debe a la genética, puesto que los genes van a ser los encargados de conformar, tanto física, como psicológica y cognitivamente al bebé. En eso nos vamos a centrar especialmente, en los genes que se encargan del desarrollo cognitivo del niño, cuáles son y de dónde provienen mayoritariamente.
¿El padre o la madre, de cuál viene la capacidad intelectual del niño?
Para empezar es vital saber de cada uno de nosotros está formado por genes que viene la mitad del padre y la mitad de la madre o eso dice el ADN. Porque sí, la ciencia es clara y dice que cada mitad del material genético se hereda de cada uno de los progenitores. El color de los ojos, la altura o una posible enfermedad pasan de padres a hijos, pero también lo hace la inteligencia y el posible desarrollo cognitivo, aunque según un estudio, este viene tan solo de uno de los lados, así que la respuesta a nuestra pregunta es fácil sobre el papel, aunque tiene alguna arista más.
Porque son los genes de una madre los que determinan, combinados con los factores ambientales, la capacidad intelectual de su hijo. Este es uno de los resultados de un estudio elaborado por el Medical Research Council Social and Public Health Sciences Unit, de la Universidad de Glasgow, con los resultados probados en ratones modificados genéticamente.
En este estudio equipo descubrió que los llamados genes condicionantes se activan dependiendo de su origen parental. Estos se pondrían en marcha únicamente si provienen de la madre en unos casos y del padre en otros, y en concreto, los de la inteligencia, solo funcionan si vienen de la mujer. Esto mismo lo vieron con los ratones: los que tenían dosis extra de genes maternos desarrollaron cabezas y cerebros más grandes, pero cuerpos más pequeños. Al revés, los que heredaban más de sus padres tenían cuerpos más grandes, pero cerebros más pequeños.
Resultados probados
En los ratones pudieron ver también que las células que solo contenían genes maternos o paternos se ubicaban en partes distintas del cerebro de los mismos. Es decir, que mientras que las células con genes del padre se acumulaban en partes del sistema límbico —la parte emocional de este órgano—, las que estaban formadas por genes de la madre se ubicaban en la corteza prefrontal, donde tienen lugar las funciones cognitivas más complejas y avanzadas.
Los investigadores no se conformaron con los ratones y cotejaron sus resultados con más de 12.000 entrevistas anuales a jóvenes de entre 14 y 22, desde 1994. Y en estas encuestas, tuvieron en cuenta también la educación, la raza y el estatus socioeconómico de cada familia para hacer las conclusiones lo más humanas posibles.
Y esta fue la prueba empírica que les sirvió para estar seguros y afirmar que el mejor predictor del coeficiente intelectual de un hijo es el de su madre, ya que los genes relacionados con la inteligencia se encuentran en el cromosoma X, aunque también recuerdan que de forma genética, solo el 40 y el 60 % del intelecto se hereda. El resto puede influenciarse, para bien o para mal, por el ambiente, la educación o la clase social y económica en los que uno nazca.