Mioma uterino: causas, diagnóstico y tratamiento

Los miomas suelen ser benignos y muy frecuentes en consultas ginecológicas

Las estadísticas muestran que los miomas uterinos afectan a una de cada cuatro mujeres. Sin embargo, pese a esto, la mayoría de las personas desconocen qué son. Un mioma uterino es un tumor, generalmente, benigno que procede del tejido muscular habitualmente del útero.

Aunque no tienen una sintomatología clara, lo cierto es que sí hay dos factores a los que hay que prestar cierta atención. Además, con frecuencia, los miomas uterinos se confunden con los pólipos y los quistes. No obstante, son distintos.

¿Qué es un mioma uterino?

Los miomas uterinos afectan a las mujeres y se pueden encontrar en el aparato reproductor femenino. Esto ocurre cuando “el propio tejido muscular del útero prolifera y se aglomera formando los miomas, adquiriendo una forma generalmente redondeada”, explica la doctora Marta Lamarca, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza.

Marta Lamarca, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza

Tipos de mioma uterino

Los miomas pueden ser únicos o múltiples, y son variables también en su tamaño y localización. Según dónde se encuentren, la doctora define tres diferentes tipos:

  • Miomas subserosos: crecen en la parte más externa del útero hacia la pelvis.
  • Miomas intramurales: crecen en el espesor de la pared uterina.
  • Miomas submucosos: se encuentran en el interior de la cavidad uterina.

Diferencias entre mioma, pólipo y quiste

La principal diferencia entre el mioma, el pólipo y el quiste se encuentra en el tejido de procedencia. Mientras que el mioma uterino se localiza en el tejido muscular o en el miometrio, los pólipos proceden de la mucosa del cuerpo o del cuello uterino y los quistes de diferentes tejidos epiteliales.

Más concretamente, la doctora Lamarca explica que los pólipos proceden de la mucosa “que recubre la cavidad interna del útero o el canal del cuello uterino”. Los quistes, por su parte, “constan de una cápsula y un contenido que puede ser de diferentes materiales. En el útero suelen localizarse en el cuello uterino o cérvix y se originan con mayor frecuencia en las glándulas que producen moco”.

Causas

La aparición de los miomas uterinos dependen de “la acción de las hormonas femeninas sobre ellos”. Debido a esto, suelen aparecer entre la primera menstruación y la menopausia. Además, durante estas fases, los miomas “tienen mayor potencial para aumentar su tamaño y número”.

Es decir, los miomas uterinos se producen “en la edad reproductiva de la mujer”. Así mismo, su tamaño crece debido a “estímulos hormonales”, como el ciclo menstrual y el embarazo. Por el contrario, suelen descender en la menopausia y después del parto.

La doctora reconoce que existen una serie de factores que se asocian con un mayor riesgo de tener miomas uterinos. Estos serían “la etnia, el inicio precoz de la menstruación y el número de hijos”, entre otros.

Síntomas

La especialista en ginecología y obstetricia explica que la mayor parte de los miomas no producen ningún síntoma. Sin embargo, es importante prestar atención a dos grupos que diferencia.

En primer lugar, el sangrado uterino abundante. Admite que es “el más frecuente”. Esto ocurre “cuanto más próximo esté el mioma a la cavidad uterina”. Así, los episodios de sangrado serán “más frecuentes e intensos”.

Por otro lado, diferencia los síntomas de compresión, que dependen del tamaño de los miomas. “Cuando el útero se hace muy voluminoso por la presencia de los miomas, la mujer puede notar un aumento del perímetro abdominal y otros síntomas por compresión de órganos vecinos al útero, como la vejiga, el recto, los vasos sanguíneos o linfáticos y algunos plexos nerviosos”.

Diagnóstico y tratamiento

Los miomas uterinos pueden ser detectados a través de “una correcta exploración ginecológica palpando el útero”. También a partir de una ecografía “vía transvaginal o vía abdominal”. La doctora Lamarca explica que “habitualmente no es necesario realizar otro tipo de pruebas como serían la resonancia magnética o la TAC, que se reservan para casos de dudas en el diagnóstico”.

Al no producir síntomas en su mayoría, no precisan de ningún tratamiento. Sin embargo, sí se deberían realizar revisiones periódicas con el especialista. No obstante, si los miomas producen sangrados abundantes, “existen tratamientos farmacológicos orientados a disminuir la cantidad del sangrado como los antiinflamatorios, los antifibrinolíticos y los anticonceptivos hormonales tanto orales, como el DIU con levonorgestrel o el implante subcutáneo”. También existen fármacos que llegan a “disminuir su volumen”, utilizados sobre todo en casos de futura cirugía.

Otro tipo de tratamientos pasa por la “embolización de las arterias uterinas y la ablación de los miomas con ultrasonidos”.

¿Cuándo se debe operar un mioma uterino?

El tratamiento quirúrgico solo se utiliza en los casos en los que los síntomas no se controlan “adecuadamente” con el tratamiento médico, en caso de deseo de embarazo si los miomas afectan a la cavidad uterina o en aquellos en los que presentan “un importante volumen con síntomas compresivos”.

La operación consistiría en “extirpar exclusivamente el mioma (miomectomía) o extirpar el útero (histerectomía) en caso de que no se desee tener hijos en un futuro o que la extirpación del mioma sea técnicamente muy compleja”.

Mioma uterino y su implicación en la infertilidad femenina

Los miomas uterinos también pueden guardar relación con problemas de fertilidad. La doctora estima que el 25% de las mujeres con esterilidad tienen miomas.

Dependiendo del tipo de mioma que se tenga, este causará infertilidad o no. Por ejemplo, los de tipo subseroso no suelen afectar a este ámbito. Sin embargo, los intramurales y los submocosos sí. Teniendo mayor probabilidad este último que se sitúa “parcial o totalmente en la cavidad endometrial”.

Estos miomas afectarían a la fertilidad de una mujer debido a la “distorsión de la cavidad endometrial, la obstrucción de las trompas de Falopio, la alteración de la contractilidad uterina, de la implantación o de la vascularización endometrial”.

Pese a toda esta información, la doctora Marta Lamarca aclara que “el hallazgo de un mioma en la consulta ginecológica es algo muy frecuente, habitualmente en mujeres que no presentan ningún síntoma y que simplemente con las revisiones periódicas pueden realizar un adecuado seguimiento”. Además, añade que aunque “los miomas pueden ser malignos”, esto solo ocurre en “menos de un caso de cada mil”.