El cáncer de mama es una de las enfermedades que cada año llama la atención por sus estadísticas. Alrededor de 670.000 personas fallecieron a causa de este cáncer en todo el mundo en 2022, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre el 0.5% y el 1% de los casos de cáncer de mama, han afectado a varones. Pero, de acuerdo con la organización, la mitad de todos los casos de este cáncer, afecta a mujeres que no tienen factores de riesgo específicos —además del sexo y la edad—.
En los últimos años, la incidencia del cáncer de mama en mujeres menores de 40 años ha experimentado un preocupante incremento, de acuerdo con la doctora María Jesús Rubio, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Quirónsalud Córdoba. Aunque este tipo de cáncer ha sido históricamente más frecuente en mujeres mayores, diversos estudios y revisiones sistemáticas han revelado que la incidencia en este grupo de edad ha pasado del 4% en 2019 en Estados Unidos a un rango global entre el 5% y el 7%. Este fenómeno plantea nuevos desafíos en cuanto al diagnóstico, tratamiento y el impacto psicosocial en las pacientes.

La doctora María Jesús Rubio, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Quirónsalud Córdoba
¿Cuál es la prevalencia del cáncer de mama en España?
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común entre las mujeres en España. “Se estima que aproximadamente 1 de cada 8 mujeres desarrollará esta enfermedad a lo largo de su vida”, explica la doctora. Esto quiere decir que cada año se diagnostican alrededor de 33.000 nuevos casos en el país, una cifra que ha ido en aumento en las últimas décadas. Este incremento se debe tanto a una mejora en los métodos de detección y diagnóstico como a la influencia de diversos factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, la edad y la genética.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los principales signos que pueden alertar sobre la presencia de cáncer de mama incluyen la aparición de un bulto en la mama o la axila, cambios en la forma o tamaño de las mamas, alteraciones en la piel como enrojecimiento o una textura similar a la piel de naranja, secreción anormal del pezón, inversión del pezón y dolor persistente en la mama. “Aunque pueden aparecer en patologías benignas, sin embargo, son aquellos que requieren de una consulta médica y exploraciones adecuadas”, asevera.
¿Cómo se diagnostica?
La doctora Rubio explica que el primer paso es el autoexamen, para después realizarse un examen clínico por parte del médico. La mamografía se utiliza después como una herramienta de detección. “Se recomienda que las mujeres a partir los 40 años se realicen mamografías de forma regular, incluso si no presentan síntomas. Después, una ecografía mamaria en caso de que se detecte un bulto o anomalía en la mamografía”, agrega la experta. Dependiendo de los resultados de las pruebas, se pueden realizar pruebas adicionales.
¿Cuál es su tratamiento?
“El tratamiento del cáncer de mama varía según el tipo, la etapa del cáncer y las características individuales de cada paciente”, describe Rubio. Las opciones terapéuticas incluyen la cirugía conservadora o mastectomía, la radioterapia complementaria, el tratamiento sistémico con quimioterapia u hormonoterapia y las terapias dirigidas, como aquellas que actúan sobre la sobreexpresión de HER-2 o mutaciones en BRCA1/2. Además, en casos de cáncer de mama triple negativo, se indica la inmunoterapia. Cada estrategia terapéutica es personalizada para maximizar la eficacia del tratamiento y minimizar los efectos adversos.
¿A qué se debe el aumento de casos en mujeres menores de 40 años?
El incremento en la incidencia del cáncer de mama en mujeres jóvenes se debe a una combinación de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad a edades tempranas. Además, el sobrepeso, el sedentarismo, el consumo de alcohol y tabaco, la exposición a contaminantes y el uso de anticonceptivos hormonales han sido identificados como factores de riesgo. En el ámbito reproductivo, la nuliparidad, la edad tardía del primer parto y la reducción en la lactancia materna también contribuyen al aumento de casos en este grupo de edad, según la OMS.
¿Cuál es el manejo clínico de este grupo?
El tratamiento del cáncer de mama en mujeres menores de 40 años requiere un enfoque multidisciplinario, según Rubio. La detección precoz es clave, ya que este cáncer suele ser más agresivo en pacientes jóvenes. Se recomienda una evaluación genética para identificar mutaciones hereditarias y ajustar la estrategia terapéutica. El tratamiento debe ser personalizado e incluir opciones quirúrgicas, quimioterapia, radioterapia y terapia hormonal según el caso. Además, el seguimiento a largo plazo es esencial para detectar posibles recurrencias y mitigar efectos secundarios.
¿Cómo afecta a las pacientes en lo que a aspectos psicosociales, de fertilidad y reinserción sociolaboral se refiere?
El impacto del cáncer de mama en mujeres jóvenes va más allá de lo médico y afecta diversas áreas de sus vidas, explica la experta. En el plano emocional, muchas pacientes experimentan ansiedad, depresión y cambios en su autoestima debido a los efectos secundarios del tratamiento, como la pérdida de cabello o la mastectomía.
En cuanto a la fertilidad, la quimioterapia y la radioterapia pueden afectar la capacidad reproductiva, por lo que es fundamental ofrecer opciones de preservación de óvulos o embriones antes de iniciar el tratamiento.
En el ámbito laboral, el tratamiento del cáncer puede implicar largas ausencias que afectan la estabilidad financiera y profesional de las pacientes. Algunas pueden requerir adaptaciones en el lugar de trabajo o enfrentarse a discriminación al reincorporarse. El apoyo social y psicológico, así como el acceso a recursos y grupos de apoyo, es clave para ayudar a estas mujeres a sobrellevar los desafíos derivados de la enfermedad y mejorar su calidad de vida.
El aumento del cáncer de mama en mujeres menores de 40 años es una realidad que requiere atención especializada. La concienciación sobre los factores de riesgo, la promoción de la detección temprana y un enfoque integral en el tratamiento pueden contribuir a mejorar el pronóstico y la calidad de vida de las pacientes afectadas.