Este jueves, 10 de octubre, se celebra la Jornada Mundial de la Salud Mental. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 450 millones de personas en el mundo sufren problemas, trastornos o enfermedades relacionadas con la salud mental, si bien bajo esta denominación se engloban tipologías muy distintas: de la gravedad de una esquizofrenia o un trastorno bipolar a lo que la psiquiatra Marián Rojas Estapé denomina “las patologías de la vida corriente”, tales como obsesiones, frustración, agotamiento, sensación de vacío o ansiedad no profunda.
Los problemas de salud mental son una de las prioridades en cuanto a sanidad en todo el mundo. Según el Informe Anual de Salud Mental, el 34 % de la población mundial experimenta algún malestar que encaja en este amplio paraguas: se trata de uno de los principales problemas sanitarios en España y en el resto del mundo.
Históricamente, los problemas de salud mental han afectado mayoritariamente a las mujeres, o se han hecho patentes o reconocibles más en ellas. Así, la Congregación de Hermanas Hospitalarias se fundó en 1881, en el lejano siglo XIX, para dar respuesta a la situación de abandono sanitario y exclusión social de las mujeres con enfermedad mental de la época, aunando dos criterios fundamentales: caridad y ciencia.
24 centros hospitalarios en España
“Ayudamos en el campo de la salud mental o de la discapacidad con trastornos graves de conducta”, explica sor Isabel Martínez Gascón, que trabaja en el Hospital Aita Menni de las Hermanas Hospitalarias, uno de los 24 que la congregación tiene repartidos por el territorio nacional. “El tema de la discapacidad es complejo, pero también lo es el de la salud mental, por la variedad de patologías que existen. Pero estamos muy preparados y nuestros centros dan respuestas adecuadas”.
La orden, que trabaja tanto a nivel nacional como internacional, ofrece un enfoque integral que abarca desde la atención psiquiátrica hasta la rehabilitación psicosocial y el acompañamiento a las familias. “En primer lugar, defendemos la dignidad de la persona en cualquier situación o condición; en segundo, atendemos a la persona en su integridad, y en tercer lugar, trabajamos por su reinserción en la sociedad”.
En suma, la congregación ofrece seis líneas asistenciales, que incluyen psiquiatría y salud mental, psicogeriatría y atención sociosanitaria, discapacidad intelectual, daño cerebral, cuidados paliativos y servicios de hospital general. Los datos son esperanzadores: 8.022 plazas de salud mental, 2.325 plazas de atención a personas con discapacidad intelectual, 115 dispositivos diurnos, 2.651 camas/plazas de psicogeriatría y 251 camas de hospital general.
“Es importante considerar que el enfermo mental es una persona con sufrimiento psíquico. Por ello, lo primero es acogerla en su realidad y también a su familia cuando la situación es más integral”. La enfermedad no afecta en su totalidad a la persona, solamente algunas dimensiones: “Los enfermos tienen una riqueza humana y una sensibilidad extraordinarias”.
“Hace muchos años que se rompió la barrera del sexo: hoy en día atendemos indistintamente a hombres y mujeres, jóvenes y mayores, en todas las fases de la enfermedad”, continúa sor Isabel Martínez Gascón. “Lo importante es contar con técnicos adecuados que sepan identificar y diagnosticar adecuadamente las patologías, para poder dar una respuesta adecuada”.
Una de las principales preocupaciones de la congregación es la estigmatización que aún sufren las personas con trastornos mentales, y especialmente las mujeres, quienes enfrentan una doble discriminación debido a su género y condición psicosocial. Sor Isabel subraya que la labor de las Hermanas Hospitalarias no solo es ofrecer tratamiento médico, sino también “crear espacios de confianza y dignidad, en los que las personas puedan recuperar su autonomía y proyecto de vida”. Este enfoque, dice, es fundamental en un contexto social que a menudo excluye y estigmatiza a los pacientes psiquiátricos.
Además, desde las Hermanas Hospitalarias destacan la importancia de la prevención, a través de programas comunitarios y la colaboración con redes profesionales y organizaciones especializadas. “La prevención es clave”, señala sor Isabel Martínez Gascón, ya que muchas veces es posible evitar crisis agudas con intervenciones tempranas y un apoyo continuo.
Las Hermanas Hospitalarias también trabajan en centros de día y residencias especializadas, donde promueven la integración social y laboral de las personas con problemas de salud mental, asegurando así que puedan llevar una vida lo más plena posible. Esta labor se extiende a diversas formas de intervención, desde la hospitalización en momentos de crisis hasta el seguimiento en consulta externa, incluyendo la rehabilitación y la reintegración en la comunidad