Desde la pandemia, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) han aumentado significativamente. El aislamiento, la falta de socialización y el impacto de las redes sociales fomentaron una relación disfuncional con la comida, convirtiéndose en una forma de control ante la incertidumbre global. Estos trastornos, más que simples problemas alimenticios, son mecanismos de supervivencia ante dificultades emocionales.
Los trastornos alimentarios como la anorexia, la bulimia y los atracones han experimentado un incremento tras la pandemia, afectando a personas cada vez más jóvenes en una sociedad donde la delgadez se idealiza y la cultura de la dieta refuerza prejuicios sobre el cuerpo.
¿Por qué surgen los TCA?
Los TCA tienen un fuerte componente genético, cercano al 60%, pero el entorno también influye considerablemente. Vivimos en una sociedad obsesionada con la delgadez, donde la cultura de dieta y la gordofobia están normalizadas. Y es que ciertamente, en la actualidad se impone la delgadez como sinónimo de disciplina, ignorando la diversidad corporal.

Los TCA pueden afectar drásticamente al día a día de los miles de niños y adolescentes que lo padecen.
Actualmente, los TCA comienzan a edades más tempranas, con casos reportados desde los 12 años y pacientes que llegan a consulta en estados graves. La prevalencia es mayor en mujeres, ya que el género es un factor de riesgo. Nutricionistas especializados han notado un aumento de jóvenes preocupados por su peso y con miedo a engordar en pleno desarrollo, lo que hace imprescindible una detección temprana.
Las señales de alerta que te ayudarán a detectar un TCA
Existen señales de alerta ante un posible TCA en niños y adolescentes. Entre ellas, un interés desmedido por la comida, su preparación y control; evitar alimentos antes disfrutados; acudir al baño inmediatamente después de comer, posiblemente para purgarse; rechazo a eventos sociales donde haya comida; comportamientos extraños en la mesa, como desmenuzar excesivamente los alimentos o beber demasiada agua; esconder comida para evitar comerla o darse atracones en privado.
También pueden manifestar un súbito interés por la alimentación saludable, pero basado en la restricción y el conteo de calorías. Se vuelven vigilantes con lo que comen otros, especialmente madres, hermanas o amigas. De hecho, algunas personas con TCA disfrutan cocinando para los demás sin probar bocado, reforzando la idea de autocontrol.
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Una clave esencial: los cambios de carácter
Los cambios de carácter son otro signo clave. Pueden mostrarse más tristes, irascibles y con falta de concentración, afectando su rendimiento académico. Además, sufren frío constante y aislamiento social. Incrementan su actividad física de manera compulsiva, moviendo las piernas sin parar o deambulando en casa y la escuela.
Otro indicio es la variación drástica en el peso. Aún persiste el mito de que los TCA solo ocurren en personas con infrapeso, pero pueden afectar a individuos con cualquier peso. Celebrar la pérdida de peso en niños y adolescentes puede reforzar patrones dañinos. También es común que escondan su cuerpo con ropa holgada y que se pesen constantemente.
En casos más graves, pueden recurrir a la autolesión para aliviar el dolor emocional, utilizando objetos domésticos o golpeándose. Estas señales no constituyen un diagnóstico, pero sí una advertencia para buscar ayuda profesional especializada. La prevención es clave y, como sociedad, debemos cuestionarnos por qué los niños y adolescentes temen engordar. La responsabilidad de cambiar este paradigma recae en todos.
Estos son los TCA más frecuentes en niños y adolescentes
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. La anorexia nerviosa se caracteriza por una restricción extrema de la ingesta de alimentos, un miedo intenso a ganar peso y una distorsión de la imagen corporal. Las personas que la padecen pueden alcanzar un peso peligrosamente bajo, lo que pone en riesgo su salud. La bulimia nerviosa, en cambio, se manifiesta a través de episodios de ingesta excesiva de alimentos, seguidos de comportamientos compensatorios como el vómito autoinducido, el uso de laxantes o el ejercicio excesivo. Aunque quienes sufren bulimia suelen mantener un peso dentro de los rangos normales, su salud también se ve gravemente afectada.
Por otro lado, el trastorno por atracón se distingue por episodios recurrentes de consumo de grandes cantidades de comida en un corto período, pero sin conductas compensatorias como en la bulimia. Esto puede derivar en obesidad y problemas metabólicos, además de un gran impacto emocional en quienes lo padecen. Otros TCA menos conocidos, pero igualmente preocupantes, incluyen la ortorexia, que es una obsesión extrema por la alimentación saludable, y la vigorexia, que implica una preocupación excesiva por desarrollar masa muscular. La detección temprana y la intervención adecuada son clave para tratar estos trastornos y evitar complicaciones a largo plazo.