SEX O NO SEX

Hipocondría sexual. Existe y puede arruinar tu vida erótica

Este trastorno se manifiesta como lo haría la ansiedad: a través de angustia, fobias, palpitaciones, sensación de ahogo e ideas intrusivas

A nuestra protagonista le vamos a poner el nombre de uno de los personajes principales de la película animada ‘Inside Out 2’: Anxiety. Es una mujer separada, de 43 años, que busca pareja a través de una conocida aplicación. Puede considerarse afortunada por el éxito que tiene en cuanto a respuestas de hombres que se ajustan a su perfil, pero hay un detalle nada pueril que hace que todas sus relaciones se vayan al traste. Anxiety es, aunque ella se resista a llamarlo así, hipocondríaca sexual.

Cuando relata sus encuentros íntimos -algo que solo hace “en petit comité”-, sus contertulios se quedan boquiabiertos y más de uno reprime una carcajada. “¿Os dais cuenta de cuántas ETS (enfermedades de transmisión sexual) pueden pasar desapercibidas? La clamidia, el herpes o la gonorrea pueden ser asintomáticas y son muy frecuentes. También los primeros síntomas de la sífilis pasan desapercibidos. Decidme si tengo o no razones para pedirle a un hombre un certificado médico que demuestre que está limpio”, replica.

La necesidad de Anxiety de tener un absoluto control de su vida sexual la está llevando a un delirio absoluto: observa con detenimiento la manipulación del preservativo desde que sale de su envoltorio, examina las sábanas y exige ducha antes, después y, si la cosa se tercia, durante. Sobra decir que la gran mayoría de sus parejas claudican mucho antes de llegar a este punto, a pesar de que la idea que tiene de ella el farmacéutico del barrio es la contraria. Este hombre está convencido de que la palabra kit debió de inventarse para ella. Tanto test de embarazo, tanta compra de preservativo, tanto medicamento para prevenir infecciones, tanto de esto y de lo otro… solo puede explicarse desde una vida erótica volcánica. “Y que le aproveche”, pensará para sus adentros.

A Anxiety le preocupan especialmente las ETS y no le faltan motivos. España presenta actualmente la tasa más elevada, desde que hay registros, de sífilis, gonorrea y clamidia, según el último Informe de Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual presentado por el Ministerio de Sanidad. Al menos una de cada 25 personas padece una o más de estas infecciones contraídas principalmente a través de las relaciones sexuales, vaginales, anales u orales, aunque en estos últimos pormenores nuestra protagonista prefiere no entrar. Los datos son alarmantes, pero la precaución, igual que la prudencia, se encuentra en ese justo medio que tan sabiamente definió Aristóteles. El intermedio entre el exceso y el defecto, el equilibrio entre la pasión y la acción.

La hipocondría sexual es una forma de ansiedad y, como tal, se manifiesta en forma de estado casi permanente de angustia, fobias, palpitaciones, sensación de ahogo e ideas intrusivas. Generalmente, se acompaña de actos rituales que alivian el malestar, como el lavado constante de manos. Según Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología, expresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés y autor de numerosas investigaciones sobre el trastorno, el tratamiento psicológico consigue reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida y de la funcionalidad. Su eficacia es de tres a cuatro veces mayor que el tratamiento tradicional (farmacológico). De hecho, a menudo detrás de la hipocondría sexual subyacen una infección de orina en el pasado, un episodio de ETS, una situación estresante o traumática, una crianza sobreprotectora, una enfermedad en la familia o una educación sexual deficiente que deriva en creencias erróneas.

Anxiety se resiste a reconocer que sufre un trastorno de este tipo y se niega a recibir diagnóstico, a pesar de que sus preocupaciones, ansiedades y convencimientos están condicionando su vida afectiva. Cuando está con una pareja sexual, le asaltan pensamientos recurrentes que le impiden disfrutar, siente sudor frío en las manos y presiente que algo va a salir mal, que algo no está funcionando, sin posibilidad de hacer nada para arreglarlo. Lógicamente, sus ideas catastrofistas, sus precauciones irracionales y la obsesión que vuelca en sus rutinas de higiene acaban matando su libido y la de quien se le cruce en su camino. Por miedo o por falta de placer, la gran mayoría de los hipocondríacos sexuales acaban privándose de una vida sexual.

Los signos que presenta son inequívocos y los comparte con un alto porcentaje de población que lo sufre. Se estima que 264 millones de adultos en todo el mundo padecen ansiedad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 2017. En los dos últimos años su prevalencia ha aumentado un 34% y afecta casi el doble a la población femenina. En cuanto a la hipocondría, en torno al 20% de la población podría padecer este trastorno que se caracteriza fundamentalmente por el miedo irracional a sufrir una enfermedad grave.

Al menos Anxiety -recordemos que es su nombre ficticio- tiene la virtud de compartir lo que el resto toma como “ridículas costumbres”, aunque su círculo cercano ya no sabe si esto alivia sus miedos o, por el contrario, hace que normalice y refuerce su hipocondría sexual. En una tarde distendida de risas, vino y amistad, confesó el mal rato que paso cuando su último compañero de cama se dio cuenta de que estaba echando una especie de responso en medio del coito. Por una vez, los amigos no hicieron nada por reprimir la carcajada.

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