En estos tiempos que corren se ha convertido en algo sumamente importante el cuidarnos para poder estar lo más sanos posible. Es algo que siempre se ha hecho y se ha tenido en cuenta, pero en estos tiempos, que gracias a internet tenemos mucha más información a mano, estamos mucho más informados y sabemos que para poder llegar a los mayores años posibles y evitar muchos problemas de salud, necesitamos tener una vida activa, hacer mucho deporte y claro está, cumplir con una alimentación lo más sana posible. Por eso mismo, es crucial vigilar lo que comemos.
Pero claro, no siempre lo más moderno y nuevo es lo mejor. De hecho, si tenemos en cuenta que la ‘moda’ de cuidarse es relativamente reciente, no podemos olvidar que las generaciones pasadas, pese a tener menos información y llevar vidas mucho más duras, aguantaban muchos años y por norma general tenían buena salud. Por eso mismo, hay cosas que podemos coger de ellos y llevarlas a nuestro tiempo para usar a nuestro favor sus beneficios. Y una de ellas es un básico en su alimentación y que pese a que no lo parezca tiene muchos, pero que muchos beneficios, el caldo de huesos.
El caldo de huesos, un elixir de la salud
Un caldo de huesos casero es sabroso, saludable y reconfortante y además de ser sano, está muy rico, pero por todo lo que aporta, lo podemos considerar un superalimento. Y es que puede ser una de las mejores fuentes de calcio, reforzando la estructura ósea. También posee magnesio, mineral deficitario en la alimentación moderna. Además, el azufre, potasio y sodio también se encuentran en pequeñas cantidades en los caldos de huesos. El potasio es importante y a menudo tenemos carencia, al igual que el magnesio.
El caldo de huesos también contiene glucosamina y condroitina que pueden ayudar a mitigar los efectos dañinos de la artritis y el dolor en las articulaciones. Por si fuera poco, ayuda a descomponer verduras, carnes y legumbres, facilitando las digestiones.
Los caldos de huesos se han utilizado con éxito en tratamientos de enfermedades digestivas tales como colitis, enfermedad de Crohn y diarrea infantil. Al ser rico en colágeno y gelatina, mejora el estado de personas con úlceras. Además, contiene prolina, un aminoácido no esencial que es un importante precursor en la formación del colágeno.
Las uñas, el cabello y la piel te lo agradecerán
Al ser ricos en gelatina y colágeno, los caldos de huesos promueven la salud del tejido conectivo en el cuerpo, además, ayudan a mantener el pelo y las uñas fuertes y saludables. Y al ser alto en colágeno también puede ayudar a combatir la celulitis. El colágeno, el cual se obtiene cuando los huesos están expuestos a altas temperaturas, como las que se requieren para cocinar el caldo resultante. De hecho, la mejor forma de verificar que es de buena calidad pasa por comprobar si presenta una textura gelatinosa después de la refrigeración. Para que el caldo sea mucho más nutritivo, se recomienda añadir patas de pollo y cerdo, pues estas contienen altas cantidades de colágeno y cartílago que convierten el caldo en un elixir curativo
Consejos para hacer el caldo de huesos perfecto
- Seleccionar huesos de calidad: Utilizar huesos de animales criados de manera orgánica y alimentados con pasto garantiza un mayor contenido de nutrientes y menos contaminantes.
- Preparación previa de los huesos: Lo suyo es asar los huesos en el horno a 220°C durante 20-30 minutos hasta que estén dorados. Esto realza el sabor del caldo.
- Uso de ácido: Añadir una cucharada de vinagre de manzana o zumo de limón al agua antes de cocinar los huesos ayuda a extraer más minerales de los huesos.
- Variedad de huesos: Combina diferentes tipos de huesos, como articulaciones, médula y huesos carnosos, para obtener un caldo más nutritivo y gelatinoso.
- Añadir vegetales y hierbas: Su puede incorporar cebolla, zanahoria, apio, ajo, laurel, perejil y granos de pimienta para enriquecer el sabor y agregar nutrientes adicionales al caldo.
- Cocción lenta: Para hacerlo perfecto, lo suyo es hacerlo a fuego lento durante al menos 8-12 horas para huesos de pollo y 12-24 horas para huesos de vaca o cerdo. Aunque una olla de cocción lenta o una olla a presión puede facilitar este proceso.
- Retirar impurezas: Durante la primera hora de cocción, retira la espuma que se forma en la superficie del caldo para obtener un líquido más claro.
- Desgrasar: Después de cocinar, enfría el caldo y retira la capa de grasa que se solidifica en la superficie si prefieres un caldo más magro.
- Colar el caldo: Usa un colador de malla fina o una gasa para eliminar los sólidos y obtener un líquido limpio.