Aplazar la alarma del despertador, algo que cada vez se realiza con mayor frecuencia, supone consecuencias negativas en la salud y el bienestar. Disfrutar de unos minutos más de sueños no resultará tan placentero a la larga. Te contamos por qué no es bueno realizar esta práctica.
Abandonar la cama puede resultar un reto bastante difícil, especialmente si no se ha descansado lo suficiente. ¿La solución fácil? posponer la alarma. Presionar ese botón una y otra vez se ha convertido en una rutina que muchas personas llevan a cabo. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que esta práctica puede tener consecuencias negativas para la salud.
Sueño no productivo
Los 10 minutos más que se duermen tras aplazar la alarma no son de sueño productivo, más bien influyen en que nos levantemos más cansados que de no haber pospuesto la alarma. Aplazar la alarma de 10 minutos en 10 minutos tan solo implica una interrupción continua de un sueño al que no le da tiempo a llegar a ser productivo.
Perjudicial, según la ciencia
Segun un estudio pubicado en la revista Journal of Sleep Research, de casi 2.000 adultos, el 69% confiesa haber pospuesto la alarma o configurar múltiples repeticiones e ir aplazándolas. De este modo, el sueño, desde la primera alarma hasta finalmente llevar la acción de levantarse de la cama, oscila entre 1 y 180 minutos, con una media de 22. Lo que venía después de esta acción para todos ellos era una sensación de cansancio muy pesada. Es muy frecuente que se dé en personas jóvenes o personas que tienden a acostarse a altas horas de la madrugada.
Sueño interrumpido
Un “5 minutos más” puede convertirse en un hábito perjudicial para tu salud, ya que implica interrumpir tus ciclos naturales de sueño. Cuando pulsamos el botón de “posponer”, el cerebro reinicia su ciclo de sueño. Es por este motivo que las personas que hacen esto se levantan aún más cansadas, ya que se ha comenzado un sueño que finalmente es interrumpido antes de llegar a ser profundo.
Los mecanismos químicos son otra clave esencial para comprender por qué no es buena esta práctica. Cuando despertamos, nuestro cuerpo aumenta la temperatura corporal, el sueño se vuelve más ligero y se liberan hormonas que nos proporcionan energía para empezar el día. Al interrumpir estos mecanismos de vigilia, prolongamos la somnolencia y el cansancio.
Los médicos especializados en el sueño coinciden en que esta práctica no es recomendable, ya que tener un sueño interrumpido afecta negativamente a nuestra calidad de descanso.
Falta de sueño
La falta de sueño es uno de los principales motivos por los cuales muchas personas optan por posponer la alarma del despertador. Si no se descansa lo suficiente por la noche, bien por causas de insomnio, o porque sencillamente nos hemos acostado tarde, lo más seguro es que tendamos a posponer la alarma cuando suene. En estos casos, lo ideal es procurar darle prioridad al descanso y acostarse temprano, asegurarse de dormir 8 horas es esencial para la salud. En caso de que el problema sea un estado de insomnio, la mejor opción es realizar ejercicios de respiración o meditación antes de dormir. Estar relajados antes de ir a descansar es fundmental para que el sueño sea productivo.
Si no duermes lo suficiente, lo más seguro es que tengas una sensación de cansancio y somnolencia durante el día. Lo cual es causado por la falta de energía y la incapacidad para mantener la atención, conocida como «inercia del sueño».
Los expertos en medicina del sueño coinciden en que posponer la alarma del despertador empeora la situación. Al hacerlo de manera repetida, interrumpimos aún más nuestros ciclos de sueño y prolongamos la sensación de cansancio, algo que puede afectar al desarrollo del día a día.