Según se van cumpliendo años se va haciendo más complicado el mantener el cuerpo sano y fuerte; el tiempo pasa y no perdona, y por eso vital tratar que los achaques de la edad afecten lo menos posible. Una de las partes del cuerpo que más acusan el envejecimiento son los huesos; la osteoporosis es un problema que afecta a casi todas las personas mayores, y cuando el reloj vital va sumando, se hace más complicado estar ‘fuerte’. Pero crucial seguir activo, y en las manos de cada uno está el retrasar el desgaste y la erosión de los huesos, por eso mismo, vamos a repasar algunos de los mejores ejercicios y estrategias para mantener una salud ósea lo más alta posible a partir de los 60 años.
Ejercicio funcional de fuerza
En este tipo de ejercicios, obligan a los músculos y huesos a trabajar contra algún tipo de resistencia en forma de peso, como mancuernas, bandas elásticas o incluso el propio peso corporal. Este tipo de ejercicios, ya sea el típico entrenamiento con pesas, la calistenia llevada a un nivel adaptado, o cualquier otra actividad que use esta resistencia a su favor, se basan en contracciones musculares que tiran de los huesos para estimular su fortalecimiento.
Ejercicios de alto impacto
Saltar o golpear el suelo al correr con velocidad, multiplica el efecto gravitatorio. Por eso, las actividades de alto impacto suelen tener un efecto más pronunciado sobre los huesos que los ejercicios de bajo impacto. Hay estudios sociológicos que desvelan que cuando se llega a cierta edad se dejan de hacer sprints, y por eso, se deja de trabajar, tanto a nivel óseo, que es lo que aquí nos atañe, como a nivel cardiovascular, y por eso hay que priorizar este tipo de actividades.
Ejercicios de velocidad
Ya hemos visto que los ejercicios de impacto pueden ayudar a los huesos, pero esto puede aumentar aún más a medida que aumenta la velocidad. Por ejemplo, el ejercicio aeróbico es más eficaz para fortalecer los huesos que un paseo tranquilo.
Deportes que impliquen cambios de dirección
Cambiar de dirección mientras se está en movimiento también puede beneficiar a los huesos. Es muy común cuando se hacen estudios a los deportistas, que si se mide la fuerza en las caderas de una variedad de atletas, los que practican deportes como el fútbol y el squash, que implican giros rápidos y acciones de arranque y parada, tenían una fuerza ósea similar a la de los que practicaban deportes de alto impacto, como los jugadores de baloncesto y los saltadores de altura. Además de por lo que ayuda a esta zona, tan crucial a cierta edad, con este tipo de ejercicios, suele haber más densidad ósea que en los deportes de fondo.
Deportes que prioricen el equilibrio
Los ejercicios que se centran en el equilibrio, como pueden ser por ejemplo la gimnasia propioceptiva, que favorece el uso de herramientas de apoyo estable como tablas, discos, cojines y pelotas de distintos tamaños, tienen un beneficio doble, o incluso triple, y es que, aunque no sean los mejores para la regeneración ósea, ya que tienen ventajas, pero tanto como los anteriores, pero sí que ayudan a evitar caídas, por lo que también tienen una función protectora de los huesos. Y esto es crucial a estas edades, ya que, sobre todo al empezar a practicar deporte, cualquier caída puede ser desastrosa y provocar una fractura u otro tipo de lesión.