Bienestar

Dormir bien es el nuevo símbolo de estatus

Ni relojes Rolex, ni bolsos de Prada: presumir de sueño de calidad es el status symbol del momento. Aplicaciones con las que medir la calidad del sueño, hoteles con habitaciones especiales para dormir bien y clases para caer en los brazos de Morfeo demuestran que lograr pasar una buena noche se ha convertido en la última obsesión

La Sociedad Española de Neurología estima que el 48% de la población adulta española sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño, teniendo al menos un 50% problemas para conciliar el sueño y despertándose un 32% con la sensación de no haber tenido un sueño reparador. Teniendo en cuenta tales datos, no es de extrañar que tal y como indica un estudio puesto en marcha por Coherent Market, el mercado de las aplicaciones que analizan la calidad del sueño vaya a aumentar su crecimiento un 12.8%.

Por eso cada vez son más los templos del descanso que abogan por el slow travel y que ponen en marcha programas especiales para que los huéspedes disfruten de un sueño de calidad, poniendo en marcha una serie de máximas que garanticen poder dormir bien. Desde eliminar al máximo el ruido ambiental hasta practicar ejercicio físico, pues contra lo que pudiera parecer, es necesario tener energía para dormir bien, existen una serie de claves para lograr caer en los brazos de Morfeo. “Es esencial que la habitación tenga una temperatura máxima de 18 grados en invierno. Sin embargo, en verano las temperaturas suben y se debe evitar durante las horas de sueño el ventilador y el aire acondicionado”, apunta Jean-Luc Riehm, Wellthy Expert de La Bobadilla, a Royal Hideaway Hotel. “Asimismo, los baños de pies durante 15 o 20 minutos promueven la circulación sanguínea, alivian la fatiga y mejoran la calidad de sueño, regulando así las funciones del sistema nervioso autónomo y del sistema endocrino”, explica.

Mascarillas con peso para conciliar el sueño y gadgets como los anillos Oura, que monitorizan la calidad del sueño y que celebridades como Gwyneth Paltrow y Kim Kardashian emplean (incluso comparten online sus resultados, presumiendo así de lo bien que duermen) demuestran que dormir bien es el nuevo símbolo de estatus. No olvidemos que Jeff Bezos asegura que cuando era un programador más, llevaba siempre consigo al trabajo un saco de dormir, señalando además que dormir 8 horas le ayuda a conseguir resultados óptimos. Suponemos que ser multimillonario hace que dormir sea más fácil, ¿no? Porque tener que pensar en llegar a fin de mes o tener que hacer horas extras para poder pagar el alquiler no ayuda… Lo digo por una amiga…

Sin embargo, un estudio reciente señaló que la tecnología de seguimiento del sueño puede proporcionar datos inexactos y conducir a la ortosomnia, que es la obsesión por lograr el sueño. Con la finalidad de abrazar el bienestar y habiendo hecho de la salud un objetivo del que presumir, las apps y los sistemas para monitorizar desde los pasos que damos al día hasta nuestro nivel de glucosa han hecho que vivamos monitorizados. Son muchas las personas que han hecho de sus rutinas de sueño el eje de su contenido online, pues en TikTok infinidad de usuarios comparten sus trucos para conciliar el sueño, algo que provoca de forma irremediable que muchas personas comparen la calidad de su sueño y se frustren. No son sólo Kim Kardadshian y Gwyneth Paltrow las celebridades que presumen de dormir como los ángeles, pues hace poco Dakota Johnson dijo que duerme 14 horas diarias.

Alardear de conseguir un sueño profundo se ha convertido en el nuevo Birkin, y dormir tanto se contrapone con la idea de que los grandes líderes y genios apenas duermen. Thomas Edison y Leonardo Da Vinci consideraban que dormir era una pérdida de tiempo, pero en realidad, son pocos los agraciados que poseen mutaciones científicas específicas que les permiten tener sueños eficientes y levantarse frescos y recuperados durmiendo 4 horas por noche. “En la mayoría de los casos, las personas se auto inducen sueños cortos por exceso de carga laboral, responsabilidades adquiridas, horarios nocturnos, o incluso por arrogancia. No obstante, acortar la duración de la noche no es sinónimo de eficacia en el largo plazo. De hecho, infringir pocas horas de sueño de manera diaria aumenta el riesgo de enfermedades neurológicas, cardiovasculares, renales e inmunes posteriormente”, advierte Raquel Marín, autora de Alimenta el sueño para un cerebro sano.

En un mundo en el que vivir al borde del ataque de nervios es constante, quien puede dormir es el que no tiene las preocupaciones que este acelerado estilo de vida impone. Incluso existen cursos específicos para dormir bien, como los que imparte Nuria Roure, la primera psicóloga en España en ser especialista Somnologist acreditada por la European Sleep Research Society. Cuenta con un programa de seis pasos diseñado para conciliar el sueño más rápido, mantener un sueño profundo y despertar así sintiéndote revitalizado.

“Es bastante más probable que en personas que no están padeciendo enfermedades sea el estrés uno de los causantes principales de no dormir bien por la noche. No hace falta comprender la razón por la cual dormimos o no. De hecho, para dormir no es imprescindible tener un cerebro. Hay muchos organismos inferiores que no tienen cerebro como tal y sin embargo, también siguen patrones del sueño. Incluso las plantas siguen ciclos de oscuridad y de alguna manera duermen”, explica Marín para finalizar.

Y ahora, más que nunca, “buenas noches”… ¡Y buena suerte!

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