Hay temporadas del año en las que la piel de algunas personas es más sensible y el hinchazón comienza a acechar. El rascarse puede provocar que estas zonas del cuerpo presenten hinchazón, agrietamientos y escama. Esto, son algunas de las señales que apuntan a la dermatitis atópica, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con los NIH, en muchos casos hay brotes en los que la enfermedad empeora y le pueden seguir periodos de remisión la piel mejora o los síntomas desaparecen por completo. La dermatitis atópica es una afección muy común.
¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel que se caracteriza por provocar inflamación y picor intensos. De acuerdo con la doctora Marta Elosua, dermatóloga del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, esta condición, que afecta tanto a niños como a adultos, se manifiesta a través de brotes recurrentes que pueden alterar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen, aunque suelen confundirse con piel seca. “Llamamos piel seca a lo que ya es un eccema. Los eccemas son esas placas o lesiones rojas en la piel con descamación y que producen picor. Si un eccema se da en unas situaciones determinadas o en unas localizaciones o en individuos con una predisposición genética podríamos estar hablando de dermatitis atópica”, asevera Elousa.
Causas y síntomas de la dermatitis atópica
La dermatitis atópica es una enfermedad multifactorial, lo que significa que no tiene una única causa, sino que resulta de la interacción de varios factores. Entre ellos se incluyen:
- Alteración en la función barrera de la piel: la piel de las personas con dermatitis atópica tiene dificultades para retener la humedad y protegerse contra irritantes y alérgenos.
- Sistema inmune alterado: alguna personas puede tener una respuesta inmune exagerada a ciertos desencadenantes, lo que conduce a la inflamación.
- Componente genético: la enfermedad tiene una predisposición genética, y es común que varios miembros de una misma familia la padezcan.
- Factores ambientales: los alérgenos, el clima, el estrés y otros factores externos pueden desencadenar o empeorar los brotes.
El síntoma principal de la dermatitis atópica es el prurito o picor, que puede ser extremadamente intenso y limitar las actividades diarias. Otros síntomas incluyen:
- Enrojecimiento y descamación: Las áreas afectadas suelen aparecer rojas y escamosas.
- Exudación y costras: En algunos casos, las lesiones pueden supurar y formar costras.
- Fisuras o grietas: La piel puede agrietarse, especialmente en las zonas de mayor flexión, como los codos y las rodillas.
- Dolor: Aunque menos común, el dolor puede acompañar a la picazón y la irritación.
La prevalencia de la dermatitis atópica ha aumentado en las últimas décadas, afectando entre el 15% y el 30% de los niños a nivel mundial. Aunque también puede presentarse en adultos, su incidencia es menor, variando entre el 0.3% y el 14.3% según diversos estudios.
Tipos de tratamiento para paliar la dermatitis atópica
El tratamiento de la dermatitis atópica se divide en dos grandes categorías: el tratamiento activo y el de mantenimiento.
Tratamiento activo
Este tratamiento se aplica cuando ya hay lesiones o eccema. “. Este tratamiento ha tenido un gran avance en los últimos años, y se espera que tenga un futuro prometedor”, asevera la dermatóloga.
Los métodos incluyen:
- Antiinflamatorios tópicos: cremas y ungüentos que ayudan a reducir la inflamación.
- Inmunomoduladores tópicos: medicamentos que regulan la respuesta inmunitaria en la piel.
- Inmunosupresores orales o inyectables: para casos más severos, se pueden utilizar fármacos que suprimen la actividad del sistema inmunológico.
- Fototerapia: utilización controlada de luz ultravioleta para reducir la inflamación y el prurito.
- Tratamientos biológicos y moléculas pequeñas: nuevas opciones terapéuticas que han mostrado eficacia en ensayos clínicos recientes.
Tratamiento de mantenimiento
“El tratamiento de mantenimiento consiste en todas aquellas acciones que van destinadas a mejorar la barrera de la piel o evitar desencadenantes cuando aún no hay lesiones, es decir, cuando la piel está bien”, señala Elosua. Las estrategias incluyen:
- Hidratación diaria: uso de emolientes y cremas hidratantes para mantener la piel suave y flexible.
- Higiene adecuada: duchas cortas con agua tibia, utilizando jabones suaves y sin perfumes.
- Ropa adecuada: preferir prendas de algodón y evitar materiales irritantes como la lana.
- Evitar desencadenantes: identificar y minimizar la exposición a factores que puedan desencadenar los brotes.
Recomendaciones adicionales
- Protección solar: utilizar protectores solares adecuados para pieles con dermatitis atópica, preferiblemente fotoprotectores físicos sin fragancias ni irritantes.
- Precauciones con el sudor: el sudor puede ser un irritante, por lo que se recomienda ducharse después del ejercicio y aplicar hidratantes posteriormente.
- Control del entorno: mantener una buena calidad del aire en interiores, evitando el polvo y otros alérgenos comunes.
La dermatitis atópica es una enfermedad que requiere un manejo constante y multidisciplinario. Con un tratamiento adecuado y la implementación de medidas preventivas, es posible mejorar la calidad de vida de los pacientes y reducir la frecuencia y severidad de los brotes.