La epilepsia es una enfermedad neurológica que no es transmisible y que puede afectar a personas de todas las edades. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 50 millones de personas padecen esta enfermedad.
A pesar de ser una enfermedad muy agresiva con el cuerpo, la OMS estima que el 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si se pudiesen diagnosticar y tratar de forma adecuada.
Esta enfermedad afecta a aproximadamente 400.000 personas en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Se caracteriza por la predisposición a sufrir crisis epilépticas debido a una actividad neuronal anormal y excesiva. La identificación temprana de los síntomas es clave para el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno. Sin embargo, muchas veces estos signos son pasados por alto, lo que puede retrasar el diagnóstico hasta una década. La doctora Juana Rondón, neuróloga especialista en epilepsia en el Hospital Quirónsalud Clideba de Badajoz, enfatiza la importancia de conocer los primeros signos de esta afección para evitar crisis epilépticas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

La doctora Juana Rondón
Los primeros síntomas
“Las manifestaciones de los síntomas son muy diversas dependiendo del área afectada”, explica Rondón. Las crisis epilépticas pueden dividirse en dos tipos principales: focales y generalizadas. En el caso de las crisis focales, la actividad neuronal anormal se limita a una pequeña parte del hemisferio cerebral, lo que genera síntomas localizados. Entre ellos se encuentran la visión de luces, sensación de hormigueo, distorsión en la percepción olfativa y gustativa, sacudidas en las extremidades o desviación involuntaria de la cabeza o el tronco.
Por otro lado, las crisis generalizadas afectan redes neuronales más extensas, provocando pérdida de la consciencia con caída al suelo, mordedura de lengua, incontinencia urinaria y convulsiones.
Diferencia entre crisis epilépticas y estado epiléptico
Uno de los aspectos fundamentales para comprender la epilepsia es la diferenciación entre una crisis epiléptica y el estado epiléptico. Las crisis epilépticas suelen ser de corta duración, generalmente de segundos o de uno a dos minutos. Sin embargo, cuando una crisis dura más de cinco minutos, se considera una emergencia médica denominada estado epiléptico, según la experta.
Una crisis epiléptica se puede desencadenar debido a la privación parcial o total del sueño, el consumo de alcohol y/u otras drogas, medicamentos, cambios hormonales, entre muchos otros factores. “Hay un grupo de epilepsias llamadas reflejas en las que las crisis se desencadenan con la exposición del paciente a ciertos estímulos como el televisor, la luz o la música”, agrega la doctora Rondón.
Diagnóstico precoz
La detección temprana de la epilepsia es fundamental para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Ante la aparición de síntomas sugestivos, la experta recomienda acudir a un centro médico para ser evaluado por un especialista en neurología. La doctora Rondón señala que el diagnóstico se realiza mediante diversas pruebas, dependiendo del caso. Entre ellas se encuentran la electroencefalografía (preferiblemente video-EEG), pruebas de neuroimagen y estudios genéticos cuando se sospecha una causa hereditaria. “La importancia de un diagnóstico precoz radica en la instauración de un tratamiento efectivo y oportuno”, advierte Rondón.
Tratamiento
El tratamiento de la epilepsia varía según la severidad de la enfermedad y la respuesta del paciente a los medicamentos. En la mayoría de los casos, entre un 70% y un 80% de los pacientes logran controlar las crisis epilépticas con fármacos anticrisis. Sin embargo, entre un 20% y un 30% de los pacientes desarrollan epilepsia refractaria o farmacorresistente, que se diagnostica cuando no hay respuesta a al menos dos fármacos adecuados.
Para estos casos, la doctora Rondón enfatiza la importancia de la evaluación especializada para determinar si el paciente es candidato a tratamientos no farmacológicos. Entre las opciones disponibles se encuentran el estimulador del nervio vago y la cirugía de epilepsia, que en algunos casos puede llevar a la eliminación completa de las crisis.
Independientemente del tratamiento elegido, es esencial que el paciente siga ciertas recomendaciones para reducir el riesgo de crisis epilépticas. Estas incluyen mantener horarios regulares de sueño, evitar el consumo de alcohol y drogas, minimizar situaciones que puedan llevar a traumatismos craneales y tomar la medicación de manera rigurosa. En el caso de la epilepsia refleja, se aconseja reducir la exposición a pantallas y luces intermitentes.
La epilepsia es una enfermedad compleja que requiere un enfoque multidisciplinario para su correcto manejo. Como destaca la doctora Rondón, la educación y la información sobre la epilepsia son herramientas para enfrentar esta enfermedad con éxito.