La hidratación es un aspecto fundamental para mantener una buena salud, y en este contexto, la elección entre agua con gas y agua sin gas ha sido motivo de debate. Ambas opciones presentan características distintas que pueden influir en la preferencia del consumidor. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es más saludable una que la otra?
Composición y propiedades del agua con gas
El agua con gas, también conocida como agua carbonatada, contiene dióxido de carbono disuelto, lo que le proporciona su característica efervescencia. Este proceso puede ocurrir de manera natural o ser inducido artificialmente. Además del dióxido de carbono, algunas aguas con gas pueden contener minerales adicionales como sodio, magnesio o calcio, dependiendo de la fuente y del proceso de embotellado.
Una de las principales ventajas del agua con gas es que puede resultar más atractiva para aquellos que encuentran insípida el agua sin gas. La sensación burbujeante puede hacer que las personas beban más agua, contribuyendo así a una mejor hidratación. Sin embargo, el contenido de dióxido de carbono también tiene sus inconvenientes.
¿Puede generar problemas el agua con gas?
Uno de los aspectos más debatidos sobre el agua con gas es su potencial impacto en la salud dental. El dióxido de carbono disuelto en agua forma ácido carbónico, lo que hace que sea ligeramente ácida. Esta acidez puede erosionar el esmalte dental si se consume en grandes cantidades y de manera regular. Para mitigar este riesgo, se recomienda consumirla durante las comidas, usar un popote o pajilla para reducir el contacto con los dientes, y esperar al menos 30 minutos antes de cepillarse los dientes después de beberla.
Otro aspecto a considerar es el impacto de este tipo de agua en el sistema digestivo. Las burbujas pueden causar hinchazón y gases en algunas personas. Además, en individuos que padecen de reflujo gastroesofágico, puede exacerbar los síntomas al relajar el esfínter esofágico inferior, permitiendo que el ácido del estómago suba al esófago.
A pesar de estos inconvenientes, este tipo de agua también ofrece algunos beneficios. Puede ayudar a mejorar la digestión al estimular la producción de jugos gástricos. Además, la versión rica en minerales puede contribuir a la ingesta diaria de estos nutrientes esenciales. Por ejemplo, la que contiene calcio y magnesio puede ser una buena fuente suplementaria de estos minerales, especialmente en dietas deficientes.
Agua sin gas: la opción clásica
Por otro lado, el agua sin gas, o agua natural, es la forma más común y recomendada de hidratación. Su ausencia de dióxido de carbono la hace menos ácida y, por lo tanto, menos agresiva para el esmalte dental. Además, no provoca hinchazón ni gases, lo que la hace más adecuada para personas con problemas digestivos.
El agua sin gas es la opción preferida por la mayoría de los expertos en salud para una hidratación diaria óptima. No contiene calorías, aditivos ni azúcares, y es fundamental para mantener el equilibrio de los fluidos corporales, regular la temperatura del cuerpo, y facilitar el transporte de nutrientes y oxígeno a las células.