No habrá tregua. La crisis abierta en la coalición por la compra de armas a empresas israelíes amenaza con prolongarse. Este fin de semana, Sumar y Podemos han redefinido sus ejecutivas sin grandes novedades. Yolanda Díaz seguirá como “invitada permanente” en la dirección. En el caso de los morados, Ione Belarra e Irene Montero perpetúan su poder. Nada nuevo salvo que el debate no estaba esta vez en las luchas de poder orgánicas sino en la estrategia política.
Podemos hará causa electoral contra el “gobierno de la guerra”. Los de Pablo Iglesias quieren volver a la calle agitando la bandera pacifista. Han encontrado una grieta para hacer oposición al PSOE y a Sumar. Belarra llamaba este sábado a la “insumisión” ante el incremento del gasto en defensa y la compra de armas a Israel. En Sumar crecen las voces que piden a la vicepresidenta del Gobierno ir más allá. ¿Cuánto más allá sin romper la coalición?
Yolanda Díaz verbalizaba el pasado sábado que “todos los contratos que se formalicen relativos a la compra de armamento con un Estado genocida tienen que ser revocados”. La vicepresidenta es consciente de lo que se juega. Su posición es incómoda. No tiene intención de abandonar el Gobierno, pero no puede quedar ante sus bases y electorado como un “estómago agradecido”, advierten fuentes del partido de la vicepresidenta.
Tensiones en IU
En Izquierda Unida hay también tensiones. Después del amago de Antonio Maíllo de abandonar el Ejecutivo hay sectores que aplauden plantar cara a Sánchez, y por extensión a Díaz. El fin de semana ha sido de cruce de mensajes. IU también tenía acto de partido y pese a que en público el mensaje era de larga vida a la coalición progresista en privado han cogido el gusto a abrir los informativos.
La pugna que vive la izquierda amenaza con convertirse en el principal problema para la legislatura. Sánchez ya no sólo tiene que contentar a Carles Puigdemont sino que cada vez se hace más evidente que la estrategia de Podemos pasa por dinamitar el Ejecutivo. Los morados hacen cálculos. No temen a las urnas a diferencia de Díaz o Sánchez.
Pablo Iglesias, con Irene Montero de candidata, ha visto en la causa pacifista su nuevo 15-M. Están dispuestos a sacar a los jóvenes a la calle contra Sánchez pero también contra Díaz. La vicepresidenta por su parte vive horas bajas a nivel interno. Los partidos que conforman Sumar no están bajo su control.
Parar los contratos con Israel
En este contexto el único camino posible es seguir apretando. El próximo pulso será con Margarita Robles dado que es Defensa el que tiene más contratos suscritos con empresas hebreas. Los 6,6 millones de la compra de balas para la Guardia Civil son una minucia al lado de las compras de material bélico que se han venido haciendo desde el departamento de Robles. Algunas de ellas después de la fecha en la que Sánchez se comprometió a paralizar los contratos con Israel por la ofensiva en la Franja de Gaza.
Hasta casi medio centenar de acuerdos comerciales siguen en vigor con compañías israelíes. Uno de ellos el de la empresa EM&E para la fabricación de lanzacohetes SLIAM por una cuantía de 700 millones de euros. Este acuerdo está bajo la lupa después de conocerse la intención de Indra, presidida por Ángel Escribano, de estudiar una fusión con la citada empresa de la que es cofundador junto con su hermano actual presidente.
Desde el ministerio de Defensa ya han informado de que este tipo de contratos no se pueden rescindir porque no hay otros proveedores capaces de fabricar este tipo de armamento que sólo estaría en manos de los israelíes. Es el caso también de otro acuerdo como el de los misiles Spike. Ambos suman más de mil millones de inversión.
El choque de Díaz con Robles no sería una novedad. Como tampoco lo ha sido con Grande Marlaska. Ambas ministras tienen una relación “mejorable”, según han reconocido quienes comparten con ellas Consejo de ministros. La clave está en por quién se decantará el presidente del Gobierno. Desautorizar a Robles como hizo con el ministro del Interior no es tan sencillo.
El presidente del Gobierno debe medir bien hasta dónde llegar de facto en su choque con Israel y aquí se cruzan los intereses políticos y comerciales. El líder de Israel, Benjamin Netanyahu, ya ha advertido de la afrenta que ha supuesto la ruptura del primer contrato y en el caso de la citada fusión de la pública Indra con la empresa familiar de Escribano romper los contratos firmados con compañías israelíes sería letal.
A Sánchez se le plantea un difícil conflicto de intereses que dependerá de cuánta presión pueda resistir Díaz de los suyos dado que ésta será proporcional a la que ella traslade al presidente. La guerra no ha hecho nada más que empezar.