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Las purgas en Vox acentúan la falta de mujeres

Ellas ni están ni se las espera. Ni entre sus votantes ni entre sus representantes. El tercer partido con más diputados de España no prioriza la representación de las mujeres en sus listas a diferencia de sus homólogos europeos

Como mujer, es difícil sentirse atraída por Vox. O, al menos, eso reflejan las encuestas. El último barómetro del CIS, por ejemplo, el de enero, desvela que en unas supuestas elecciones generales, solo el 38,6% de las personas que meterían la papeleta de Vox en la urna serían mujeres. Al revés, también funciona. El partido no es de mujeres. Por ejemplo, si nos fijamos en lo que Vox llama en su web “los 33 de Vox”, veremos que solo nueve lo son. El 33,3%. En términos porcentuales y coloquiales, les sale lo comido por lo servido y, aunque quizá no podamos establecer categóricamente una relación causa efecto, el caso es que es curioso.

Sin embargo, Vox no busca esa complicidad femenina. “Normalmente, los partidos de la familia de Vox no suelen darle mucha importancia a la representación descriptiva, y eso es particularmente importante en el caso de las mujeres”, asegura el politólogo Pablo Simón. “No tienen lobbies internos que presionen por la representación de mujeres ni tienen mecanismos institucionales, como listas cremallera, para que las mujeres estén en puestos destacados”.

En ese mismo aspecto de las listas cremallera incide también la doctora en Comunicación Política de la Universidad Complutense de Madrid, Lidia Ana García-Bouzá. “Vox no hace como los demás partidos, que sería organizar en las provincias o municipios donde se presenta mediante listas cremallera, es decir: un hombre, una mujer; un hombre, una mujer… Ellos no lo tienen en cuenta”. Vamos, que no ocultan que no buscan la paridad a la hora de formar los equipos ni tampoco a la hora de elegir representantes.

Es algo que podría estar pasándoles factura y masculinizando en exceso su voto, como señala Pablo Simón. “La representación descriptiva, es decir, que las mujeres estén presentes en una proporción relativa a su peso en la población general, no les importa. Y esto también tiene un problema para ellos que es que, por ejemplo, si miramos entre el electorado de la derecha, las mujeres se van antes con el PP que con Vox”.

La portavoz de VOX en el Congreso, Pepa Millán

Y no es cuestión de caras. O no solo. Cuesta también que las mujeres se vean reflejadas en su discurso. “Vox va en contra de tres temas muy importantes en su ideología y en sus bases ideológicas. Uno es el separatismo, el feminismo y la inmigración”, asegura García-Bouzá. “Por ejemplo, habla de violencia intrafamiliar y no de violencia de género y no acude a los minutos de silencio por las víctimas. Es por estas razones que se produce una distorsión en la mujer cuando está en un partido que se mete con sus derechos y con su avance. Es muy difícil que en esa distorsión se encuentre a gusto”.

Peor que el resto de Europa

En este sentido, a Vox le va peor que al resto de sus homólogos europeos que han optado por poner mujeres al frente de sus listas. “Impactan más cuando tienen una líder mujer, eso lo tenemos demostrado. Pasa por ejemplo con [Marine] Le Pen o Alice Weidel”, señala el politólogo Pablo Simón, que profundiza un poco en esta idea. “Ese diferencial en la masculinización de su voto tiende a ser mayor que el de otro partidos de “su familia”. ¿Por qué? “Porque otros partidos de la familia de Vox, de la derecha radical, tienen líderes mujeres. Es lo que pasa en Francia o Italia y hace que haya más mujeres que puedan votar a ese tipo de partidos”. No es complicado entenderlo. Las mujeres nos sentimos más representadas por lideresas que por líderes y por personas que reman a favor de nuestros derechos y no en contra. Pero no parece algo que estén pensando en cambiar.

Elecciones europeas

El copresidente de AfD, Tino Chrupalla, y la copresidenta y candidata a la cancillería, Alice Weidel

“La poca representación y presencia de las mujeres dentro de Vox está conectado con la ausencia de preocupación por el tema, ausencia de corrientes internas que empujen y ausencia de mecanismos institucionales para que las mujeres estén delante”, señala Simón.

Las salidas de Macarena OlonaRocío Monasterio, quizá las dos mujeres con mayor protagonismo en el organigrama de Vox, sirven como ejemplo del trato del partido a sus cargos orgánicos. Olona abandonó la formación de forma voluntaria en julio de 2022, poco después de las elecciones autonómicas andaluzas, alegando motivos de salud. Pero pronto afloraron sus fuertes discrepancias con la dirección, hasta el punto de acusar a su antiguo partido de desviar 11 millones de euros a través de su fundación, Disenso. La exportavoz de Vox en el Congreso sigue siendo una de las exdirigentes más críticas con Abascal y su entorno.

La ruptura con Monasterio, en cambio, fue palpable desde el primer momento. La líder de Vox en la Comunidad de Madrid, esposa del exdiputado Iván Espinosa de los Monteros, otro miembro destacado del partido que salió por la puerta de atrás, renunció a su escaño en la Asamblea el pasado mes de octubre cuando supo que la dirección pretendía destituirla. “A la vista de que hoy no soy la persona de confianza del secretario general y del presidente [de Vox, Santiago Abascal] me parece lógico y me parece honesto también entregar mi acta de diputada”, declaró entonces. No obstante, a diferencia de Olona, Monasterio ha evitado desde su salida cargar contra la dirección del partido. Un partido que ha laminado a sus liderazgos femeninos.

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