Hay un Mario Vargas Llosa escritor y un Mario Vargas Llosa político que viajó desde las ideas comunistas en su juventud a la defensa desacomplejado de las democracias liberales en el conjunto de Latinoamérica (no solo en su Perú natal) y en el conjunto de España (país de adopción que le concedió la nacionalidad en 1993).
Siendo estudiante de Letras y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú) en la década de 1950, sintió atracción por las causas sociales que abanderaba el movimiento comunista. Declaró sus simpatías con la revolución cubana liderada por Fidel Castro hasta la detención del poeta Heberto Padilla (quien había publicado el poemario Fuera del Juego, en el que condenaba la represión y la censura del régimen castrista).
El arresto de Padilla desencadenó las protestas de Vargas Llosa junto a la de otros escritores como Jean Paul Sartre, Gabriel García Márquez, Alberto Moravia, Susan Sontag y Julio Cortazar, entre otros. Esas protestas acabaron provocando la detención de Vargas Llosa en marzo de 1971 y su tortura durante 37 días en los cuarteles de Villa Marista.
El caso Padilla y el castigo que sufrió en sus propios huesos marca el fin a las filias marxistas del escritor y el inicio de su giro político. A partir de entonces, condenó toda forma de autoritarismo y nacionalismo, al que definió a menudo como “una ideología excluyente y peligrosa”.
En la primera mitad de los 70, habiendo vivido la bohemia de París y habiendo experimentado una etapa en Londres, Vargas Llosa se instala en Barcelona, donde vive con toda plenitud el llamado “boom” latinoamericano y donde celebra una etapa vanguardista y de gran apertura cultural, muy alejada del nacionalismo que acabó siendo dominante en Cataluña.
Candidato a presidente
Sin embargo, nunca perdió de vista su Perú y en los años 80 regresó a su país y se entregó a la actividad política. Aceptó encargos del presidente peruano Fernando Belaúnde Terry (1980-85), quien incluso le llegó a proponer para primer ministro (oferta que finalmente rechazó).
Posteriormente, los intentos del gobierno socialdemócrata del siguiente presidente izquierdista Alan García (1985-1990) de nacionalizar la banca peruana, llevaron a Vargas Llosa a alzarse como una alternativa de derechas encabezando las protestas en 1987 contra esta iniciativa. Esas protestas fueron el fundamento de su carrera política ya como líder. Fundó el Movimiento Libertad y se presentó como candidato a la presidencia del Perú en 1990. Era favorito, pero perdió acabó derrotado en segunda ronda ante el desconocido Alberto Fujimori.
Después de su derrota en las presidenciales de Perú, se instaló en Madrid y retomó su carrera literaria sin dejar de comentar públicamente la política peruana, la española y la internacional. Sus dos grandes caballos de batalla fueron el populismo, “la enfermedad de la democracia”, en el cual incluyó feroces ataques contra el chavismo y el castrismo, pero también contra la ultraderecha, la izquierda radical europea y el independentismo catalán.
En pleno apogeo del procés, en 2017, Vargas Llosa se involucró sin complejos en la reacción constitucionalista abanderada por Societat Civil Catalana, entidad que lo acabó distinguiendo con su premio 8 de octubre (en alusión a la multitudinaria manifestación celebrada en Barcelona).

A lo largo y ancho de su extensa obra como articulista en prensa escrita, denunció sin descanso tanto las carencias democráticas de regímenes populistas en América Latina como los de Venezuela, Cuba Bolivia y Nicaragua. Y también los peligros que entrañaban en España los nacionalismos vasco y catalán.