¿Se están volviendo franquistas los jóvenes españoles? La democracia, como valor, parece no estar en auge entre las nuevas generaciones. Un dato lo ilustra claramente: un 33% de los hombres menores de 35 años y un 25% de las mujeres de esa franja de edad considerarían justificado un gobierno militar que reemplazara al democrático si las cosas se complicaran.
Un dato aislado, sin contexto, puede llevar a interpretaciones erróneas, como bien dice el refrán: una golondrina no hace verano. Para comprender mejor este fenómeno, resulta clave compararlo con el pasado. Hace 20 años, una pregunta idéntica señaló que solo el 11% de los jóvenes respaldaría una medida tan drástica.
Últimamente se ha intensificado la preocupación por el tono desacomplejado con el que algunos jóvenes –y también ciertos diputados– hablan del Caudillo y de su época. Esta misma semana, mientras las redes sociales se llenaban de memes creados con inteligencia artificial que mostraban a Franco en situaciones disparatadas, el presidente del Gobierno justificó la necesidad de un maratón de actos conmemorativos por el aniversario de la muerte del dictador. Según explicó, “las consecuencias de la herida son aún visibles y exigen una reparación como la que hoy reciben las víctimas”.
Franco sigue presente, aunque sea de manera artificial y artificiosa. Sin embargo, esto no implica que los jóvenes estén abrazando el franquismo; más bien, refleja un descontento profundo con el funcionamiento actual de la democracia. Un sentimiento compartido no solo por los jóvenes, sino también por las demás generaciones. Y eso quizá sea más problemático.
Insatisfacción
Cuando casi la mitad (44%) de los chicos menores de 25 años y un 31% de las chicas dicen que no les importaría vivir en un país poco democrático si eso garantizase una mejor calidad de vida, más que un signo de inclinación hacia el totalitarismo, esta actitud parece ser una expresión de insatisfacción con el sistema actual. Según los españoles, la respuesta de las instituciones a sus problemas es claramente insuficiente.
La evaluación de los liderazgos políticos se encuentra en mínimos históricos. La mayoría de los jóvenes asegura haber perdido confianza en los partidos políticos y en los medios de comunicación durante los últimos años. Por el contrario, las redes sociales se han convertido en su principal referencia para conformar opiniones políticas, superando incluso a la influencia de familiares y amigos.
A nivel general, casi un 90% de los españoles considera que los políticos no abordan los temas que más preocupan a los ciudadanos. Desde hace tiempo, el centro de gravedad del debate público está muy alejado de los intereses y necesidades reales de la población.
Entre los más jóvenes, la desafección hacia las instituciones recientemente ha encontrado un eco en el lema que se popularizó tras la tragedia de Valencia: “Sólo el pueblo salva al pueblo”. Una frase que, por ahora, parece más una expresión para manifestar el desamparo que un indicador de adhesión a un movimiento joseantoniano.
En definitiva, cerrar esta brecha de confianza entre la ciudadanía y las instituciones exige acciones tangibles. Para volver a prestigiar el valor de la democracia, especialmente entre los jóvenes, sería más útil –en lugar de diseñar un centenar de actos conmemorativos por la muerte de Franco– organizar cien actos de entrega de llaves de viviendas de promoción pública. Obras son amores, y no buenas razones.
Nota: Los datos de este texto proceden de los estudios 3480 y 3481 publicados por el CIS.