El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, está de aniversario. Este fin de semana se cumplen tres años desde que llegó a la presidencia del PP y, para celebrarlo, ha reunido a su cúpula y a todos sus parlamentarios en la ciudad donde fue encumbrado: Sevilla. Allí han celebrado su interparlamentaria, haciendo un guiño al lugar que presenció el fin de la época de Pablo Casado y el comienzo de la “era Feijóo”.
En aquel abril de 2022, una de las primeras decisiones que debía tomar Feijóo era definir qué tipo de relación quería mantener con el partido que está a su derecha del tablero político. Su antecesor, Pablo Casado, ya había sufrido el auge del partido de Santiago Abascal y su asentamiento en las instituciones. Feijóo llegaba de Galicia -donde no existía VOX- y con cuatro mayorías absolutas que respaldaban la teoría de que era la mejor opción para devolver al Partido Popular a los resultados electorales que nunca debió perder.
Así, la primera toma de contacto del presidente del PP con VOX fue una reunión clandestina en un hotel de la capital madrileña. Feijóo quiso reunirse con Santiago Abascal, pero sin que hubiese documento gráfico de dicho encuentro. Huía de la foto con VOX. Desde entonces, ambos líderes -que tienen buena sintonía personal- han seguido manteniendo reuniones e intercambian mensajes, aunque abundan más las interlocuciones de ámbito privado que las de conversaciones de política como tal. “Solemos diferir en cómo afrontar los problemas que tenemos en España”, explican desde VOX.
Gobiernos de coalición y ruptura
La realidad es que, en un primer momento, Feijóo evitaba mencionar a su partido rival en el espectro de la derecha. Les ignoraba. Utilizaba fórmulas como “otras formaciones”, sin mencionar a VOX. Tampoco abundaban los ataques al partido de Abascal. Había picos de “dardos” verbales, pero siempre en el contexto de la ebullición de las campañas electorales y la atmósfera de los mítines.
De pronto, llegaron las elecciones autonómicas de 2023 y, con ellas, la formación de cuatro gobiernos de coalición entre PP y VOX: Extremadura, Aragón, Comunidad Valenciana y la Región de Murcia. Se unieron al de Castilla y León, donde ya gobernaba Alfonso Fernández Mañueco con su vicepresidente, el polémico Juan García Gallardo. En Baleares los de Abascal sólo entraron en los Consells, pero la popular Marga Prohens depende de ellos para sacar cualquier iniciativa adelante en el parlamento. Además, formaron gobierno juntos en más de cien ayuntamientos de España.
Sólo un año más tarde -y con la excusa de la inmigración ilegal- los de Abascal rompieron todos los gobiernos autonómicos. La idea de VOX era romper en algunos territorios (Castilla y León y Extremadura) donde estaban bajando mucho electoralmente, pero querían mantener Aragón, Comunidad Valenciana y Región de Murcia. Esos tres gobiernos habían asegurado a Abascal que no aceptarían la acogía de menores migrantes. Tenía su palabra.
Finalmente, todos votaron a favor en una sectorial de infancia porque Feijóo obligó a sus barones a hacerlo. Abascal tuvo que cumplir con su propia línea roja y salieron de todos los ejecutivos. Feijóo quería librarse de VOX y, a la larga, VOX empezó a subir en esos territorios al dejar de ser el “pez pequeño” que siempre suele salir perjudicado en ese tipo de coaliciones.
Escenificación y pactos autonómicos
En la actualidad, el líder del PP escenifica de nuevo un distanciamiento con Abascal -ante las cámaras y en sus discursos- mientras da luz verde a nuevos pactos autonómicos con VOX. Feijóo está avalando, en primera persona, los acuerdos de sus barones en materia presupuestaria.
Esta misma semana, en el último Comité Ejecutivo Nacional, hizo una mención directa a VOX al sentenciar que el PP es “el rival a batir por parte de todos, de izquierda a derecha”, puesto que “incluso VOX ataca muchas veces más” al PP que el “propio Gobierno”. El popular envío un mensaje a Abascal: “Que bajen el dedito para hablar del primer partido de los españoles, que mientras ellos están con el dedito levantado, aquí otros estamos con las dos manos a la obra, sosteniendo al país desde las comunidades autónomas y desde los ayuntamientos, representando a más españoles que ellos y dando a España una opción de futuro”.
Es con ese mismo “dedito” con el que VOX ha aprobado ya las cuentas en la Comunidad Valenciana a Carlos Mazón, y negocia en otras tres autonomías.
Lo cierto es que Feijóo ha dado el visto bueno a los presupuestos de Mazón con VOX y, ahora, anima a sus barones a cerrar un acuerdo presupuestario con los de Abascal. Ya adelantamos que el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, está a punto de firmar el acuerdo. Según fuentes consultadas, se estaría buscando día para anunciarlo. Su homólogo, Jorge Azcón, continúa negociando con la cúpula de VOX. Su acuerdo llegará después del de la Región de Murcia.
Acercamiento en Baleares
En los últimos días, también ha habido novedades en Baleares. Con la popular Marga Prohens es con quien, desde la cúpula de VOX, ven “muy difícil” un acuerdo. Aún así, una delegación de VOX nacional viajó a Mallorca para reunirse con la presidenta. Prohens había tendido la mano -públicamente en un pleno autonómico- a VOX para negociar, y la mujer fuerte de la dirección de Abascal, Montse Lluís, se reunió con ella el jueves. “Buena sintonía y acercamiento”, concretaron desde la sede de Bambú, donde aseguran que se han emplazado a seguir hablando.
En la otra cara, hemos tenido al presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que tuvo un gesto que los de Abascal han calificado en privado de “muy torpe”. El líder autonómico, durante una intervención en las Cortes, dijo a la formación de Abascal que “no pintan nada” y aseguró que Castilla y León “funciona” y está hoy mejor que cuando VOX estaba aún en el Gobierno de coalición. Lo dijo después de arrugar un papel con las propuestas que VOX le había dejado para un acuerdo presupuestario que allí nunca se materializará. Con los presupuestos ya prorrogados, ese gesto de Mañueco ya forma parte de su propia precampaña electoral.
Así, entre pactos, desencuentros, acercamientos y distanciamientos varios, Feijóo cumple tres años ya en la sede nacional de Génova 13, pero la relación con VOX sigue sin estar definida. Es un ni contigo ni sin ti.