Pilar Salvador es, desde hace cinco años, jefa de una unidad en el Ejército del Aire y del Espacio. Pero Pilar no pilota cazas ni maneja armas: ella es médico. Dirige la UMAER (Unidad Médica de Aeroevacuación), el cuerpo que ayuda a salvar las vidas de los soldados que tienen que actuar en misiones internacionales. Además, y de manera extraordinaria, su equipo presta ayuda para evacuar y rescatar a civiles españoles. Se puede asegurar que Pilar hace honor a su apellido.
Su último y “emocionante” cometido, señala, fue organizar el pasado 8 de enero la evacuación, de Mallorca a Barcelona, de una bebé de 13 meses que sufría una enfermedad infecciosa. La pequeña, derivado de dicha enfermedad, sufrió un fallo cardiorrespiratorio. Inicialmente, el servicio de salud de Baleares la atendió, pero debido a la complejidad del tratamiento, la pequeña debía ser conectada a un ECMO. Un aparato que solo está disponible en dos hospitales: el 12 de Octubre (Madrid) y el Vall d’Hebron (Barcelona).
Las siglas ECMO responden a Extracorporeal Membrane Oxygenation. Traducido al español: oxigenación por membrana extracorpórea. Un proceso durante el cual hay que intervenir a la pequeña para conectarla a una máquina -lo que técnicamente se denomina canular-. Concretamente, lo que hace la canulación es sacar la sangre, oxigenarla en el dispositivo y volver a introducirla en la pequeña.
Debido a ello el Ejecutivo balear puso a disposición del equipo médico del hospital barcelonés un avión para trasladarles al hospital Son Espases (Mallorca). Un grupo conformado por cinco “superespecialistas” que, debido a su amplio conocimiento en este campo, debían arribar con su maquinaria a la isla para manejar la situación.
Pero los integrantes del Vall d’Hebron, debido al volumen y la gran complejidad de la configuración, no podían volver a Barcelona con la pequeña mientras estuviera conectada a la maquinaria ECMO. El servicio de salud Balear no disponía de un avión que pudiera hacer ese traslado. Fue debido a ello por lo que la delegación de Defensa insular solicitó al ministerio que dirige Margarita Robles una aeronave que pudiera realizar ese periplo. Ahí es donde la UMAER entró en la ecuación: “El Aire es un medio hostil para los enfermos. Tenemos que manejar los dispositivos para hacerlos compatibles con la patología durante el vuelo, que no es tarea fácil”, indica la jefa de la unidad.
Cuando la petición llegó al departamento de Defensa, este autorizó la misión y se la encargó al Ejército del Aire y del Espacio. Una vez recibida, Pilar preparó en menos de dos horas todo el dispositivo para sacarla adelante. En concreto, sobre las 20:30 horas, la jefa de la UMAER, junto a la Jefatura de Movilidad Aérea, el Mando Aéreo de Combate y la Unidad de Vuelo -el ala 35 de Getafe-, propuso que necesitaba un avión T-21 o un C-295. Por otro lado, preparó al equipo de sanitarios que tenían que ir en la aeronave para hacer compatible el vuelo (Mallorca-Barcelona) con la vida de la bebé.
Alrededor de las 23:10 horas el avión solicitado, finalmente el T-21, ya estaba listo para despegar de la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Poco tiempo después, el equipo médico de la UMAER llegó a la base aérea de Son San Juan, en Mallorca, lugar al cual se acercaron dos ambulancias para transportar la maquinaria y al personal médico-militar al hospital Son Espases.
Unos minutos pasaron. Ya en la UCI del complejo médico mallorquín se hizo la transferencia de la niña a los medios de la UMAER. Hace Pilar aquí un inciso para señalar que lo habitual es que les traigan a los enfermos al propio avión militar, pero debido a la gravedad en la que se encontraba la pequeña, y a los muchos dispositivos que llevaba, la transferencia se hizo en la mencionada UCI pediátrica “para evitar males mayores” o para poder asumir alguna complicación. Una vez llegaron al avión, se bajó la rampa y, con alguna dificultad, se interconectaron a la aeronave todos los dispositivos cuanto antes.
Transcurrido este complejo pasaje, se emprendió el vuelo a Barcelona. Ya en la Ciudad Condal, dos ambulancias esperaban para llevar a los dos equipos médicos (civil y militar) al hospital catalán. Ahí se hizo una nueva transferencia, esta vez de la aeronave a la ambulancia -de gran tamaño debido al voluminoso y complicado dispositivo-. Así, todos llegaron al Vall d’Hebron y se realizó el traspaso de la bebé a la unidad donde estaba la maquinaria ECMO. En dicha unidad tuvo que ser de nuevo intervenida para hacer compatible su vida con la funcionalidad del aparato.
Fue tras esa intervención cuando la pequeña y la UMAER separaron sus caminos. La unidad médica recogió su maquinaria, y en la misma ambulancia en la cual llegó, fue trasladada al aeropuerto barcelonés. Una vez sus integrantes tocaron suelo madrileño, desconfiguraron la aeronave, apagaron todos los equipos y dejaron todo preparado para, en caso de que haya otra evacuación, poder asumirla.
La bebé, al igual que ocurre en todas las misiones de la UMAER, tuvo un seguimiento que Pilar agradece especialmente. Fue el de la ministra Robles, quien “siempre está pendiente y al tanto de todos y cada uno de los enfermos que evacuamos”, también durante el seguimiento posterior. “La humanidad nos define”, señala la médico. Con respecto a esa supervisión, la pequeña, indica, ya está desconectada del dispositivo ECMO. Y aunque cuenta con respiración asistida, mejora poco a poco.
Alex, al borde de la muerte en Bangkok
Durante los cinco años que Pilar ha sido jefa de la UMAER no han perdido a ningún paciente durante el vuelo. “Todo ha salido bien”, resume. Aunque sí es cierto, confiesa, que algunas misiones las recuerda más a bote pronto que otras. Una de ellas es la de Álex, el español que estuvo a punto de fallecer en Bangkok (Tailandia).
La médico lo rememora como un proceso muy complicado. Inicialmente, un avión civil medicalizado rechazó al paciente, al igual que hizo posteriormente una compañía de seguros, la cual sí llegó a montar a Álex en el avión que disponía. “Nadie se atrevió, y Álex se apagaba. Álex se moría”, señala Pilar. A todo ello se le añadió una complejidad: la UMAER no tenía ningún tipo de contacto con el sitio donde estaba el enfermo, algo que dificultó mucho la decisión que la jefa del equipo debía tomar: si el español podía o no volar de regreso a su país. Es debido a ello por lo que preparar aquel dispositivo fue “complejísimo”.
Casi un año ha transcurrido desde aquella misión, pero Pilar la recuerda con intensidad. Sobre todo cuando evoca los mensajes que Álex le sigue enviando a día de hoy para decirle “que estoy fenomenal y que vamos a ir a darte un abrazo”. “Es lo que te ayuda a seguir”, agrega la médico.
Evacuaciones en Gaza
Curiosamente, la labor de la unidad que dirige Pilar no prioriza la atención a civiles. Estas misiones, señala, se realizan de forma extraordinaria y en circunstancias extremas. Como militar que es, además de médico, el grueso de los pacientes de la UMAER es personal desplegado en zonas de operaciones. Es decir, cualquier lugar donde haya una misión internacional de militares españoles. Por ejemplo, en Irak, Líbano, Eslovaquia o Turquía.
La UMAER también realiza otro tipo de dispositivos, no solamente de “evacuación pura y dura”, expresa. Dentro de estos se encuentran las operaciones NEO, cuyo objetivo es extraer a personal no combatiente de zonas de conflicto. Lugares como Sudán, Gaza o Tel Aviv.
Por último, un par de datos a destacar. Desde 2003 la UMAER ha completado 445 misiones, contando con la de la bebé en Baleares, y ha trasladado a 2.963 personas. Asimismo, la unidad está integrada por 33 personas. Entre ellas hay personal de apoyo en tierra y cuerpos comunes (médicos y enfermeros de vuelos y técnicos sanitarios en aeroevacuaciones). Es decir, profesionales de la medicina que pueden estar destinados “en cualquier Ejército, así como en la Guardia Civil”, dice Pilar. A este respecto señala que estuvo destinada dos años en el Ejército de Tierra en Badajoz, 18 años en la Guardia Civil y otros tantos en la escuela de pilotos de caza.