“Son unas generales encubiertas”. La afirmación de un alto cargo del PP refleja bien el estado de ánimo de los partidos a 48 horas de las elecciones europeas. Con los últimos sondeos sobre la mesa, todos los escenarios están abiertos. El resultado de los trackings es ajustado. La horquilla para el PP está entre los 20-24 escaños frente a los 19-21 que otorgan al PSOE. El empate técnico, que era impensable hace un mes, hoy es posible.
Pedro Sánchez ha hecho de la necesidad virtud y ha convertido la imputación de su esposa, por corrupción en el sector privado y tráfico de influencias, en un argumento electoral. En Moncloa están convencidos de que entre los suyos ha calado la idea de que hay una campaña orquestada por el PP y Vox contra Begoña Gómez. Vaticinan “sorpresa” el domingo.
El optimismo de Ferraz contrasta con el desasosiego de Génova. Entre los populares se palpa la inquietud porque su listón está más alto. Desde el primer momento, Alberto Núñez Feijóo, estableció el marco de estos comicios en clave plebiscitaria. Una segunda vuelta de las generales, donde los votantes podrían castigar al presidente por la amnistía.
Aznar como reclamo para el votante de Vox
El objetivo era infligir una dura derrota a Sánchez y exigir la convocatoria de elecciones generales de forma inmediata. Emular el “váyase, señor González” de José María Aznar, que hoy protagonizará el último día de campaña para arañar votos a Vox. El expresidente sigue siendo un referente para los que migraron del PP a la ultraderecha.
Feijóo busca el aval de las urnas para denunciar que el Gobierno no es viable. De ahí que entre los barones se reconozca que no sirve una victoria por la mínima cuándo se trata de un pulso con Sánchez. “Tenemos que estar por encima de los cuatro puntos”, afirman desde los territorios donde hay temor a que la crispación política acabe siendo rentabilizada por Vox.
El discurso de Santiago Abascal ha obligado a Feijóo a subir el tono. El gallego no se encuentra cómodo en este papel y hay quien teme en el PP que el votante más moderado de centro derecha se quede en casa. El análisis que hacen los veteranos es que en estos comicios “se vota con la víscera”. Es un voto emocional y no reflexivo.
En los sondeos Vox se mantiene entre 8 y 7 escaños y la formación de Alvise Pérez podría entrar con dos eurodiputados. Con estos números, los populares se quedarían en la parte baja de la horquilla y la distancia con el PSOE se reduciría a uno o dos puntos salvo una debacle de los socialistas que ninguna encuesta de los últimos días prevé. Este colchón es el que da tranquilidad a Sánchez.
El presidente se sentirá legitimado aunque pierda. La prioridad es que no sea por goleada. “Si el PP saca dos escaños de diferencia lo van a vender como si fuera Sergio Ramos y su minuto 93 en Lisboa”, asegura un estrecho colaborador de Sánchez durante años.
No todo es optimismo en el PSOE. Hay quienes recuerdan que el día 10 seguirán estando allí los dos “principales problemas” de Sánchez: Carles Puigdemont y Begoña Gómez. Ambos protagonistas pueden acabar con los planes de agotar la legislatura.
En el caso del prófugo el próximo lunes empezará a vislumbrarse hacía donde van sus intereses. El día 10 se constituye la Mesa del Parlamento catalán y previsiblemente la presidencia recaerá en los independentistas, previo acuerdo de ERC y Junts. A partir de aquí Puigdemont presionará al máximo a Sánchez para que le entregue la Generalitat a cambio de mantener el apoyo de los siete diputados catalanes, en el Congreso.
Ningún otro escenario garantizará que el expresidente vuelva a votar las iniciativas del PSOE en la Cámara baja. Así se lo han trasladado a los socialistas en público y en privado. Sin Junts y sin ERC- en plena guerra interna tras la dimisión provisional de Oriol Junqueras- Sánchez no podría aprobar Presupuestos.
El otro frente es la imputación de su mujer. El 5 de julio tendrá que ir a declarar ante el juez y a partir de aquí se verá el recorrido de la causa. Si tras escuchar a Begoña Gómez y a los testigos, Juan Carlos Peinado sigue con el procedimiento el caso entra en una nueva fase.
Sánchez y Feijóo se vuelven a medir el domingo. Quién pierda saldrá tocado, pero salvo sorpresa no hundido. Aún les queda un asalto más. La duda es si llegarán los dos.