Sánchez aprovecha el plantón de Ayuso para desviar el foco de sus líos judiciales

El Gobierno intentará estirar la polémica para ganar algo de oxígeno. En tromba, ministros y altos cargos socialistas denuncian que Ayuso “violenta las instituciones”

Era un pleno para hablar de inmigración, pero se terminó hablando de la jefa, se terminó hablando de Isabel Díaz Ayuso. Los equipos de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo habían previsto todas las contingencias y tenían bien estudiado por dónde había que lanzar el puñal. Los lugartenientes del líder de la oposición sabían que tocaba sacudirse la culpa y hacer pupa con la ley que puede dar lugar a que varios etarras salgan antes de la cárcel. Los gurús de Moncloa daban por descontado que el PP iba a pasar del objeto del debate para atacar por el flanco del terrorismo y pensaron en contraatacar con algo que duele en Génova: el papel de Ayuso como lideresa en la sombra.

De esa forma ese nueve de octubre se acuñó un nuevo término que el PSOE y el Gobierno llevan tres semanas desgastando: la jefa. “Quizá hasta usted mismo quiera llegar a un acuerdo con el Ejecutivo para el reparto de migrantes, pero es que la jefa no le deja”, percutió de forma repetida el presidente.

No es nuevo, cuando han venido mal dadas en la sala de máquinas gubernamental muchas veces se ha usado la solución Ayuso y a la inversa. El choque entre ambos sirve para apretar las filas y para desviar el foco, así que las calabazas de la nueva Esperanza Aguirre le han venido bien al Gobierno para mantener el debate alejado de Koldo y los problemas judiciales. Nada más se conoció el comunicado de la Puerta del Sol rechazando el llamado no hubo otro tema en las tertulias mañaneras. Tampoco en las declaraciones políticas de la jornada ni en los whatsapps de los partidos que susurran a los periodistas.

“No participar es una irresponsabilidad y una dejadez de funciones”, reaccionaron fuentes de Moncloa, donde esperaban que el cartero les devolviera su invitación y donde añadían que “los madrileños tienen derecho a que sus necesidades sean escuchadas”. En el Gobierno acusan a Ayuso de “violentar la normalidad institucional”. Estas voces oficiales remachan que “por encima de las personas que ostentan cargos están las instituciones que representan y de nada sirve a los madrileños que su gobierno quede al margen del diálogo”.

Para abrochar su reacción, desde el equipo comunicativo del presidente Sánchez se aireó la entrevista de Feijóo en la que el líder del PP se mostraba en contra de que sus barones regionales plantaran a Sánchez: “Yo acudí a todas las reuniones que tuve. Con Zapatero, Rajoy y Sánchez. Un presidente de una comunidad no elige al presidente del Gobierno que le toca. Por tanto, no veo ningún riesgo al respecto. Si un presidente autonómico no acude al Palacio de la Moncloa, creo que comete un error”.

Es la estrategia; Ayuso sirve a la vez para cambiar el juego y para erosionar el liderazgo del jefe de la planta séptima de Génova. Una carta que usó Sánchez en Bruselas cuando todas las preguntas versaban sobre la situación procesal del fiscal general del Estado. Sánchez reclamó en la capital comunitaria la salida de Ayuso de la Puerta del Sol.

Tampoco desde Ferraz han dejado pasar el regalo de la pupila de Miguel Ángel Rodríguez y han vuelto a reclamar la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid. “Vuelve a instalarse en la absoluta política más bochornosa del fango y el populismo”, argumentan desde el cuartel general del PSOE donde recuerdan que llamo a Sánchez “hijo de puta” desde la tribuna de invitados del Congreso. “Una vez más, la Sra. Ayuso es la anomalía”, dicen subrayando que todos los presidentes regionales tienen previsto acudir o ya han acudido al llamado del jefe del Ejecutivo.

Así el plantón atravesará toda la semana. Ya se ha llevado todos los titulares del lunes, mediatizará la sesión de control del miércoles que el PP quería convertir en un Pim Pam Pum sobre corrupción socialista y llegará hasta el viernes cuando tendría que haberse celebrado una cita, que desde hace semanas tanto Sánchez como Ayuso ya daban por descontado que no se celebraría.