Lejos de lo que muchos creen, la ruptura entre el Partido Popular y Vox en las CCAA no es fruto de un calentón. Es una estrategia a largo plazo totalmente estudiada por la formación de Santiago Abascal. Ya en su momento hubo un gran debate interno sobre si debían meterse a formar parte de gobiernos autonómicos o no. Iban a romper, sí, pero cuando faltase menos tiempo para las siguientes elecciones autonómicas. Ni un año han durado los gobiernos entre PP y Vox y todo lo ha acelerado el tema principal de batalla para los de Abascal: la inmigración.
La realidad es que Vox decidió centrarse exclusivamente en el tema “inmigración” hace varios meses. Durante las elecciones vascas y catalanas únicamente hablaron de esta materia. Así, esto no tiene que ver tanto con el auge de Alvise Pérez, que irrumpiría después en el panorama político en los comicios europeos. Se remonta a su descenso en votos en las elecciones generales del 23J del año pasado.
Lo cierto es que en la cúpula de Vox ya hace tiempo que empezaron a percatarse de lo inevitable: “En los gobiernos de coalición el pez grande se come al pequeño”, reconocía un miembro de la dirección de los de Abascal. Los datos no engañan y estaban bajando en todas las autonomías. Quizá no había sido tan buena idea hacer política institucional.
Así, en el marco de la conferencia sectorial para cambiar la ley sobre el traslado de menores migrantes, Abascal lanzaba dos órdagos (en menos de diez días) a los populares: “Se considerarán rotos, porque no quedará otro remedio, todos los gobiernos regionales que no utilicen todos los medios políticos y legales para evitar la distribución de menas por nuestras calles”, amenazaba Abascal. Mientras verbalizaba estas palabras, el líder de Vox pensaba en que no habría unanimidad entre los populares.
Vox no quería una ruptura en bloque
La razón por la que Abascal confiaba en ello, era porque varios presidentes autonómicos del PP se habían comprometido a no apoyar la acogida de menores migrantes. Se lo habían dicho en privado a sus respectivos socios de gobierno. La estrategia de Vox era romper con los populares en Castilla y León -donde queda año y medio para elecciones– y en Extremadura, manteniendo la coalición en Aragón, Comunidad Valenciana y la Región de Murcia. Abascal no contaba con que Feijóo se iba a echar a la espalda una cuestión que era competencia únicamente de las CCAA.
Así, empezó un ‘cuerpo a cuerpo’ entre ambos líderes nacionales con una cuestión meramente territorial. Abascal había lanzado el órdago y el presidente del PP iba a mantener el pulso: “Las CCAA del PP serán solidarias dentro de su capacidad”, decía Feijóo. El popular garantizaba que todas las autonomías del PP iban a aceptar la acogida -ya pactada meses atrás- de los 347 menores migrantes pendientes de distribución. Abascal buscaba romper en dos comunidades autónomas, pero Feijóo quería ‘soltar el lastre’ de Vox en todas.
En los últimos días, el líder de Vox ha culpado a Feijóo de haber obligado a sus barones territoriales a aceptar el reparto. Lo cierto es que varias fuentes populares confirman que el líder del PP “se preocupó personalmente” de que ninguno de sus barones se opondría a la acogida. El presidente del PP había asegurado que todas lo aceptarían y no podía faltar a su palabra. Así, Feijóo telefoneó a sus barones más reticentes para cerciorarse de que no habría ninguna abstención.
Varios territorios piensan que “Feijóo ha cometido un error echándose a la espalda una cuestión que no era suya. Esto suele penalizar internamente”, verbalizan fuentes autonómicas del PP. La autonomía que Feijóo defendía cuando presidía en Galicia debió quedarse allí.
La realidad es que varios presidentes autonómicos piensan que la ruptura “no tendría que haber sido tan abrupta” y que Feijóo y Abascal deberían haber evitado un enfrentamiento tan personalista. Los puentes de comunicación entre PP y Vox en las autonomías siguen abiertos y van a continuar. Ahora tendrán que negociar con ellos -desde la oposición- para sacar cualquier medida o presupuesto. A día de hoy, la relación de la cúpula de Vox es mejor con ciertos barones autonómicos que con Feijóo y, por ello, líderes territoriales creen que sería bueno que se trabaje en la “restauración de puentes” entre Feijóo y Abascal. Tal y como adelantó LaSexta, ambos líderes no intercambian mensajes desde el pasado 27 de enero. Ha pasado medio año. Por mucho que no le guste a Feijóo, por el momento, y no apunta a que vaya a cambiar en el futuro inmediato, el PP sigue necesitando a Vox para gobernar sin mayoría absoluta.
¿Podría esta separación ser un win-win para ambos?
Es pronto para saber lo que ocurrirá y cómo respirará el electorado del bloque de la derecha tras la consumación de la ruptura entre los dos partidos, pero ya hay miembros de ambas formaciones que creen que podría ser beneficioso para ambos.
Así, un miembro del PP hace la siguiente reflexión: “Esto nos centra de golpe y nos olvidamos de posiciones forzadas en las que no creemos y VOX recupera su espacio natural”, verbaliza este líder popular. Otro miembro, del PP de Madrid, añade: “Como mejor sumamos es cada uno a lo suyo. Somos partidos muy diferentes”, sentencia. Desde las filas populares remarcan, además, algo muy importante: El relato favorito del Gobierno ha caído. Ya no podrán echar en cara en cada intervención que “el PP gobierna con la extrema derecha”. Un argumentario repetido hasta la saciedad que tendrán que modificar.
Por su parte, Vox cree que han transmitido al electorado que “los cargos no les importan” y que actúan “por convicción”. Defienden desde la cúpula que “no había otra solución con un tema tan importante como la inmigración. Abascal no podría volver a salir a la calle si no hubiese roto con el PP por esto. Nos lo pedían los electores y las bases”, explican desde la sede de Bambú 12. Abascal también cree que transmiten el mensaje de que el PP “traga” con todo para estar en el poder, pero ellos no. Miembros de la formación consideran que “sitúan al PP como aliado del PSOE en los temas centrales” y se recolocan como la única alternativa al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La cúpula de Vox cree que también consiguen consolidar así su suelo electoral y evitar posibles fugas futuras hacia el partido SALF, de Alvise Pérez.
La primera consecuencia de la ruptura ha sido un terremoto interno en Vox, aunque en la cúpula ya contaban con ello. Pensaban que sería imposible “unanimidad” en una cuestión tan transcendental. En el Comité Ejecutivo -donde se ratificó la salida de los gobiernos autonómicos- los cuatro exvicepresidentes de la formación dijeron que acatarían la ruptura, pero que no compartían la decisión. En las últimas horas, hemos visto como todos los consejeros han tenido que ser cesados, ninguno se ha ido por su propio pie. Además, varios han abandonado Vox para mantenerse en los gobiernos en solitario de los populares. Salidas y fugas internas con las que Abascal contaba. Desde la cúpula aseguran que tiene que pasar el “shock” y que todo se irá recolocando.
Para ellos es una estrategia a largo plazo. Aún no sabemos si funcionará. Vox cree que su electorado premiará su discurso duro contra la inmigración irregular como ha ocurrido en Francia o en Alemania. Ellos siguen manteniendo que “vamos con 15 años de retraso” respecto a otros países europeos. El tiempo dirá.