elecciones catalanas

Rovira apuesta por reeditar un pacto con Puigdemont

La mano derecha de Oriol Junqueras es partidaria de pactar otra vez con Junts frente a otro sector de ERC que reclama gobernar con los socialistas

Oriol Junqueras y Marta Rovira durante un acto de campaña de ERC
Oriol Junqueras y Marta Rovira durante un acto de campaña de ERC Efe

Tras la reflexión de Pedro Sánchez la próxima cita en rojo en el calendario es el 12-M. Los catalanes irán a votar pero no sólo decidirán su futuro sino el de la legislatura. De los pactos post electorales en Cataluña dependerá la llamada mayoría de la investidura en el Congreso. De momento Salvador Illa es el favorito en las encuestas. La mirada está puesta en las sumas de gobierno, que salvo mayorías muy claras, no se conocerán hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio. El titular lo dio ayer el candidato del PSC al reconocer la posibilidad de pactar con Carles Puigdemont con el argumento de la trasversalidad. Sánchez, de campaña en Barcelona, secundó la propuesta al emplazar a un cordón sanitario al PP y Vox.

El prófugo por su parte colocó el dilema sobre los de Oriol Junqueras. “¿Los votos de ERC servirán en cualquier circunstancia para hacer presidente al delegado del PSOE en Cataluña? Los nuestros seguro que no”, advirtió. Los republicanos están divididos en este punto. La facción de la exiliada, Marta Rovira, mano derecha de Oriol Junqueras y estratega en la sombra desconfía de los socialistas y apuesta por reditar una coalición con Junts si los números dan. Hay otro sector en ERC que abogado por apartarse definitivamente de Puigdemont después de la convulsión que se ha vivido estos años en la coalición en la Generalitat. Los consejeros de Junts acabaron marchándose del Ejecutivo.

Es conocido también el rencor de Junqueras hacía Puigdemont. El líder de ERC nunca se ha sentido tampoco cómodo con los socialistas catalanes a lo que afean sus pactos municipales con los junteros. Rovira es quien mueve los hilos desde su exilio en Ginebra. Ella fraguó la alianza para investirá Sánchez y fue clave en la última crisis entre Junts y La Moncloa a cuenta de la aprobación del texto final de la ley de amnistía que los exconvergentes tumbaron en el Congreso. Estuvo en contacto con la mano derecha de Puigdemont, Jordi Turull, para acordar un borrador a tres bandas con los socialistas.

La número dos de ERC a diferencia del otro Rovira, Carod, no contempla como primera opción reditar un tripartito con Illa y los Comunes. Su hoja de ruta sigue encaminada a la celebración de un referéndum que culmine a largo plazo en la ruptura con España. Fue ella quién la noche antes de declarar de manera unilateral la independencia, presionó para que Puigdemont no aceptase la oferta de Mariano Rajoy de no aplicar el 155 a cambio de convocar elecciones. El entonces presidente de la Generalitat quería pactar con Madrid y fue Rovira la que se fajó para seguir con la Declaración Unilateral de Independencia.

El puesto que ocupe cada uno de los actores en el podio será lo que realmente marque las estrategias. Por el momento ERC, que partía como segunda fuerza, ha sido ya sorpasada por Junts. Los sondeos internos de los republicanos son “preocupantes”. Hay trasvase de voto a los de Puigdemont que desde que anunció que sería candidato no ha parado de crecer. Una tercera posición sería muy incómoda para los de Perè Aragonés. Si tuvieran que elegir entre el PSC o Junts en esas circunstancias la presión del soberanismo les asfixiaría.

Repetición electoral

Para Sánchez el tablero no es mejor. Si pacta con ERC y deja fuera a Junts, Puigdemont no le garantizará los votos en el Congreso para sacar adelante los Presupuestos y acabar la legislatura. Si se entrega al prófugo, éste le exigirá ser presidente y los republicanos dejarían de ser socios. Paradójicamente a Sánchez sólo le garantizaría seguir negociando en Madrid con los soberanistas si Cataluña permaneciera en manos de ERC y Junts. En términos políticos sería un fracaso, dado que ha volcado todo el argumentario de la amnistía en la opción de que Illa sea el próximo jefe del Ejecutivo catalán. El vaso del PSOE, muy tocado por la última jugada de Sánchez de amagar con dimitir, podría rebosar si no se conquista la Generalitat.

A Puigdemont tampoco le ha gustado el trato recibido en la “reflexión” del presidente. Pese a que José Luis Rodríguez Zapatero estuvo en permanente contacto, el de Waterloo no ha llevado bien ser un actor secundario. Prefería que Sánchez fuese a una cuestión de confianza donde exhibir su poder. En el entorno del prófugo ya a quienes le susurran que deje caer a Sánchez si el PSOE se desangra en las europeas. Le han hecho llegar que un futuro entendimiento con el PP es posible. Medita todas las alternativas, pero como Rovira se ve condenado a entenderse con ERC si los números dan. Si no siempre queda la repetición electoral.