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Rovira ordena atacar a Puigdemont sin renunciar al doble juego con Junts y PSC

Esquerra teme acabar acorralada por Junts y PSC e Illa comienza a preguntarse qué sentido tiene ir a una investidura sin los votos atados

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, participa por videoconferencia
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, participa por videoconferencia en un acto de su partido Efe

Agazapada durante casi toda la campaña de las europeas, la secretaria general de ERC, Marta Rovira, apenas realizó apariciones públicas y cuando lo hizo fue para advertir a Salvador Illa (PSC) que no se daban las condiciones para entregarle sus votos y convertirlo en presidente de la Generalitat. Mientras la campaña transcurría, Rovira tuteló discretamente dos negociaciones a dos bandas con las que trata de que su partido sobreviva a la sangría electoral que atraviesa: una para darle a Junts la presidencia del Parlament y otra para cerrar un acuerdo de gobierno con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona.

El acuerdo municipal de ERC en Barcelona con el PSC vuelve a dar sentido a aquello tan sabio que dejó dicho Giulio Andreotti para la posteridad: “El poder desgasta a quien no lo tiene”. Ahora, cuadros de Esquerra podrán refugiarse en las acolchadas estancias del Ayuntamiento de Barcelona y el partido tendrá un sólido conducto construido con el PSC. Sin embargo, Rovira es de las que piensa que la etapa de alianzas con los socialistas solo ha servido para ceder la hegemonía del soberanismo a Junts y, por tanto, es necesario imponer una aproximación a los posconvergentes.

El problema es que Junts (casi) siempre va un paso por delante de ERC y han vuelto a coger a los republicanos a contrapié con una maniobra inesperada: Junts ya ha dado el primer paso en público para que sea Illa —y no Carles Puigdemont— el primer candidato en someterse a la sesión de investidura en el Parlament de Cataluña el próximo 25 de junio. Y el presidente de la Cámara catalana, Josep Rull, seguirá fielmente el guion que marque la dirección de su partido, por mucho que quiera mantener ciertas formas florentinas.

La furia de Rovira

Enfurecida por esta maniobra, ERC ha ordenado a su entorno que es el momento de pasar al ataque contra Puigdemont para dejar en evidencia que aquella promesa suya de buscar con todo la investidura era humo. Esquerra no ha olvidado las presiones que sufrió por parte de Junts en 2018, cuando pretendían que el entonces presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, invistiera a Puigdemont de forma telemática. Ahora, con la presidencia parlamentaria bajo mando de Junts, la estrategia es muy distinta.

El siguiente dilema es para Illa, que sabe que por el momento está muy lejos de atar los votos de ERC. La secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, quisiera no tener que decidir nada en relación a los pactos de investidura y desearía que todo pasara por manos ajenas para acabar llegando a una gran coalición con PSC y Junts. Pero esta posibilidad es ahora mismo remota y el líder del PSC comienza a preguntarse si tiene sentido para él someterse a una investidura sin los votos necesarios.

Existiría una tercera vía y es que nadie, ni IIa ni Puigdemont, se sometiera a la investidura y se optara por poner en marcha el llamado reloj de la democracia para una repetición electoral mediante la declaración formal del presidente del Parlament de que no hay candidatos viables. Pero esta opción es ahora misma la más improbable.

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