Apenas han pasado tres semanas desde que la secretaria general de ERC, Marta Rovira, regresó de Suiza tras seis años y medio de periplo en el extranjero. Le han bastado para cerrar un acuerdo de investidura con el PSC, para conseguir que la imprevisible militancia de ERC aprobara el acuerdo y, finalmente, para que las juventudes de su partido —una de las corrientes más hostiles al pacto con los socialistas— pasaran también por el aro y asumieran el sí crítico. Y todo ello lo ha hecho enfrentada al expresidente de Esquerra Oriol Junqueras.
Ninguna de las circunstancias era sencilla por el contexto que atraviesa ERC, muy castigada en las urnas tras un ciclo electoral (municipales, generales, autonómicas y europeas) que ha reducido enormemente el poder institucional del partido y que, entre otras cosas, obligará a hacer recortes por mucho que el pacto con los socialistas amortigüe las bajas entre los cuadros republicanos.
No eran tampoco circunstancias fáciles de manejar porque tanto Junts como la ANC declararon abiertamente la guerra al pacto de ERC con el PSC. A todo ello se ha impuesto Rovira, que trazó una estrategia —la de aprovechar que tenía la sartén por el mango con los socialistas— y consiguió algo parecido a lo que se proponía: poner por escrito una financiación singular para Cataluña, arrastrar a Pedro Sánchez al Palau de la Generalitat a firmar cheques y traspasos, y meter en cintura a las bases de su partido.
El congreso de ERC en otoño
Completado todo ello, a ERC solo le falta demostrar que no le temblarán las piernas una vez Carles Puigdemont regrese a Cataluña para su previsible detención y plasmará en el hemiciclo la investidura de Salvador Illa. Y en esas circunstancias, con un presidente socialista instalado en el Palau de la Generalitat, se iniciará la cuenta atrás de tres meses para el decisivo congreso extraordinario de Esquerra en el mes de noviembre.
Junqueras ya ha puesto en marcha su proceso de “escucha activa” porque su intención es regresar a la presidencia de ERC aupado por unas bases a las que se va a dedicar en cuerpo y en alma. Pero no lo va a tener sencillo porque Rovira ha demostrado con creces el control que ejerce sobre el partido: los alcaldes más importantes, los cuadros institucionales más significativos del Govern y la mayoría de la militancia se han alineado con sus deseos en las últimas tres semanas.
La todopoderosa Rovira
Quienes conocen a Rovira consideran que, en realidad, no es tan extraño que todo haya sucedido así porque durante estos seis años y medios en Suiza ha teledirigido ERC día y noche mediante infinidad de llamadas y videollamadas. En ese mismo tiempo, Junqueras (encarcelado durante 3 años y 8 meses) no ha participado en ninguna de las decisiones estratégicas del partido, así que ha perdido contacto con los cuadros de Esquerra.
El expresidente de ERC tiene tres meses para recuperar la complicidad del partido, pero enfrente va a tener a la todopoderosa secretaria general que, hasta el momento, no ha perdido ni una de las cosas que se propuso desde que decidió que había llegado el momento de agitar la formación a su gusto.