Quienes conocen a Marta Rovira aseguran de ella lo siguiente: “Está dispuesta a morir matando”. La secretaria general de ERC ejerce el cargo desde Ginebra (Suiza) desde hace seis años y medio y controla de sobras los recursos de su partido político para al menos imponer su estrategia.
En un plazo de 10 días, al término de las elecciones europeas, Oriol Junqueras debe dejar la presidencia de ERC (si es que cumple su palabra) y Rovira verá el terreno todavía más despejado para desplegar sus piezas tanto de cara a la votación de la Mesa del Parlament (tiene una oferta de Junts y CUP para quedarse con la presidencia) como de cara a negociar la investidura del presidente de la Generalitat.
Rovira era leal a Junqueras hasta la debacle electoral de ERC en las autonómicas. Llegado ese punto, consideró que era el momento de romper y separar sus caminos. Forzó para que Junqueras tuviera que anunciar un paso al lado al poco de decir que el líder que estaba dispuesto a seguir a los mandos de Esquerra y subió a su carro a cuadros diversos con una sencilla promesa: ella sí que dejará el cargo de secretaria general en el congreso de otoño de ERC.
Movidas estas piezas y con Junqueras en la puerta de salida, la dirección de Esquerra encomendó a Rovira las negociaciones de la Mesa del Parlament y de la investidura. Y tomó su primera decisión: separar la una de la otra. Por una parte, las formaciones independentistas se están moviendo en bloque para conseguir la presidencia de la Cámara aunque la dirigente de ERC todavía está midiendo la cantidad de veneno que encierra ese regalo. Y por otra parte, se está cruzando conversaciones respecto a la investidura.
Atar en corto a ERC
Ahora mismo, la prioridad para la secretaria general de ERC es atar en corto en su partido y no tener que salir a sofocar rebelión alguna. Así que ha convocado a los líderes territoriales de su partido a una reunión para consultar su postura respecto a una eventual investidura en la Presidencia de la Generalitat tras las elecciones catalanas y ha dejado un mensaje en público: “Ahora mismo no haremos president a Salvador Illa”.
El mensaje va en realidad más dirigido a las bases de ERC (que deben ratificar una posible investidura de Illa), a quienes Rovira también ha comenzado a calentar con la canción de que “no tiene medio a la repetición electoral”.
Los 20 diputados y el suelo de ERC
Pese al batacazo, el partido tiene las cuentas saneadas y ha comenzado a difundir que podría afrontar esta repetición sin ningún problema económico. Y más aún: en contra del mensaje que abunda, sostienen en el cuartel general de Rovira que los 20 diputados que les dieron los electores en las urnas es su suelo electoral y que, de ninguna manera, contemplan un resultado peor. Así que, acabadas las europeas, ERC pondrá a subasta la presidencia de la Generalitat y comprobará las pujas que tiene del PSC y de Junts antes de trasladar a la militancia su opción final.