Pere Aragonès parecía completamente amortizado, pero la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha hallado en la figura del presidente de la Generalitat en funciones la posibilidad de prestar un último servicio. Su agonizante papel institucional ha sido la vía para acomodar a Pedro Sánchez en Barcelona, donde hoy escenificará la decidida aproximación del Gobierno a las demandas de autogobierno de ERC.
Resulta del todo ilógico que el jefe del Ejecutivo se desplace al Palau de la Generalitat para verse con un president que descuenta los días para coger la puerta de salida. Pero Sánchez, involucrado por la cuenta que le trae en las negociaciones que los socialistas mantienen con ERC para acordar la investidura de Salvador Illa, no ha puesto impedimento en protagonizar los pagos al contado que exigen los republicanos.
Firma, firma, firma
Despojado de casi todo el poder autonómico en España y necesitado de atar apoyos en el Congreso, el líder del PSOE tiene más que claro que debe amarrar la presidencia de Cataluña, su mejor granero electoral. Y está volcando al Gobierno en el objetivo de la investidura de Illa. En solo un puñado de días, sus ministros han firmado el traspaso y la financiación de tres líneas de Cercanías, han dado garantías administrativas para condonar “en los próximos meses” 15.000 millones de deuda de la Generalitat con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), mientras que hoy serubricará el convenio de traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital a Cataluña.
El presidente del Gobierno viaja al Palau de la Generalitat acompañado de la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, que será quien firme el traspaso del IMV con el conseller de Derechos Sociales, Carles Campuzano. No es, ni mucho menos lo habitual que Sánchez en persona se desplace para algo semejante, pero ERC ya advirtió al inicio de las negociaciones que una de sus exigencias pasaba por proyectar en los acuerdos la bilateralidad entre el Estado y la Generalitat.
La clave del pacto
En las últimas fechas, Rovira ha advertido de forma reiterada de que se levantará de la mesa de negociación si no hay un preacuerdo a finales del mes de julio. Apenas queda una semana para resolver discrepancias, pero el Gobierno mantiene en todo momento el optimismo. La clave del pacto pasa por la soberanía fiscal para que la Generalitat pueda recaudar y gestionar los impuestos que se pagan en la comunidad. Se sabe que ERC ha rechazado la creación de un consorcio fiscal formado por la Generalitat y el Estado, pero no se sabe si PSC y PSOE han subido la oferta.
El Gobierno ha venido rechazando la exigencia de los independentistas, que supondría una salida de Cataluña del régimen común para transitar hacia un sistema semejante al del concierto económico de País Vasco y Navarra. No obstante en Moncloa y en Ferraz atribuyen la posición de ERC a una postura de máximos y confían en reconducirla.
Será la primera vez que Sánchez y Aragonés se reúnan después de las elecciones autonómicas del 12M que ganó el PSC y que dejaron a ERC en la tercera posición y después de la entrada en vigor de la Ley de Amnistía. La última vez que Sánchez se desplazó hasta el Palau de la Generalitat para reunirse con Aragonés fue a finales de diciembre de 2023, después de lograr la investidura como presidente del Gobierno. Tras ese encuentro Sánchez se mostró dispuesto a desarrollar la Agencia Tributaria Catalana según lo establecido en el Estatuto catalán, pero esa fórmula por el momento no se ha concretado.