Rosa Bosch: la comisaria que fue relegada en el operativo de Puigdemont

Debía haber estado al frente del dispositivo, pero finalmente no fue así porque el comisario jefe de los Mossos quiso la primera línea de mando

Nada de lo ocurrido este reciente 8 de agosto en los alrededores del Parlament de Cataluña se ha parecido a lo que habían planificado los Mossos d’Esquadra. Nadie en la Policía de la Generalitat fue capaz ni de detectar su llegada a Cataluña, ni de definir con acierto el operativo policial para arrestarlo, puesto que el grueso de su análisis se basaba en que querría participar de alguna manera en la sesión de investidura del Parlament. Nadie excepto los mossos que ayudan a Carles Puigdemont en sus desafiantes peripecias —ya hay tres agentes detenidos por colaborar en su huida—.

Los hechos desbordaron por completo a un cuerpo de Mossos que descubrió sobre la marcha todos los señuelos que Puigdemont había preparado en los alrededores del escenario del Arco de Triunfo: carpas que hicieron las veces de cabina telefónica de Superman, voluntarios alineados como un muro humano para proteger al fugitivo y un Honda blanco con una silla de ruedas en el asiento de copiloto (!) esperando a pocos metros para emprender la huida.

Todo ello sin que los agentes de la policía catalana fueran capaces ni de capturar el vehículo, ni de rastrearlo con drones o helicópteros, ni de ofrecer alguna pista del paradero del huido, que dice estar ya de vuelta en Waterloo (Bélgica) “después de miles de kilómetros en pocos días”.

Día grande para la seguridad

La comisaria Rosa Bosch, subjefa ejecutiva de la Jefatura de Mossos, era quien debía estar al cargo del operativo policial para garantizar dos objetivos: que la sesión de investidura del Parlament pudiera celebrarse y que se cumpliera la orden de detención del expresidente de la Generalitat. Pero la número dos de los Mossos fue finalmente reemplazada por el comisario jefe, Eduard Sallent, quien decidió modificar sus vacaciones a la vista de que se trataba de un día grande para la seguridad de Cataluña.

Finalmente no fue un día grande para la seguridad de Cataluña. Fue un día para el olvido, tal y como atestigua el sentir del sindicato mayoritario de los Mossos. “Vergüenza”. “Rídiculo”. Son expresiones de los propios policías de la Generalitat, no de adversarios políticos ni de comentaristas de verbo acerado. Cabe preguntarse si algo habría cambiado con la número dos de los Mossos al frente del dispositivo, aunque por lo mostrado ayer, Bosch se mantuvo leal al comisario jefe compareciendo a su lado a la hora de rendir cuentas de la actuación policial.

Plantados en la Ciutadella

Tanto el comisario jefe como la subjefa ejecutiva de los Mossos permanecieron en el recinto del parque de la Ciutadella durante la mañana del jueves, convencidos de que Puigdemont aparecería en algún instante para proceder a su detención. Su decisión sugiere que o bien existía un análisis de lo que ocurriría completamente equivocado o bien que el pacto alcanzado con el entorno de Puigdemont no se cumplió. En este punto, los Mossos niegan con toda contundencia que existiera un entendimiento previo con el líder independentista.

La sonrojante operación policial se produce en pleno cambio de gobierno en Cataluña. Así que no será necesario que nadie pida la dimisión del conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, ni la destitución de los principales cargos de los Mossos. Rosa Bosch, por cierto, llegó a sonar como comisaria jefa de los Mossos hace dos años. Pero no fue así y Elena mantuvo a Sallent. Este mismo lunes, Núria Parlon tomará el relevo como consellera de Interior bajo la presidencia de Salvador Illa. Y al cabo de pocos días Josep Lluís Trapero será quien releve a Sallent. Ninguno de los actuales mandos de los Mossos está llamado en estos momentos a las quinielas de la cúpula de Interior.

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