Entrevista

Roberto Vaquero: “Ni ser mujer es un sentimiento, ni existe el patriarcado”

El feminismo es una ideología que, según el autor, no es revolucionaria, tiene una “esencia burguesa y liberal” y no tiene “ninguna capacidad de transformación”

Roberto Vaquero y su Frente Obrero - Política
Roberto Vaquero lidera una manifestación del Frente Obrero Europa Press

Sostiene Roberto Vaquero (Madrid, 1986) que la derecha radical ha subido como la espuma debido, entre otros motivos, “al mal hacer de la nueva izquierda”, que ha dejado en la cuneta a la clase obrera para defender “los intereses de las élites económicas y políticas que antes, se supone, combatían”. Vecino de Errejón cuando era niño chico, alumno de Pablo Iglesias en la facultad de Políticas de la Complutense, fundador y líder del Frente Obrero, historiador, articulista y novelista primerizo, acaba de publicar Por qué el obrero vota a la derecha (La Esfera, 2024), ensayo en el que, además de responder a la pregunta de “¿qué le sucede a la izquierda actual?”, aborda el feminismo, una ideología que, según el autor, no es revolucionaria, tiene una “esencia burguesa y liberal” y no tiene “ninguna capacidad de transformación”. Sobre ello conversamos en Artículo 14:

P: Señor Vaquero: si yo le digo Clouscard, ¿usted qué me dice?

R: Para mí significa muchas cosas. Sin duda, fue un adelantado a su tiempo, un filósofo, un pensador que no se avino a las corrientes imperantes dentro de la izquierda y del comunismo, y que supo poner los puntos sobre las íes a más de uno de aquellos cosmopolitas que apoyaron el Mayo del 68 francés. Creo que desarrolla el análisis más preciso sobre las causas que llevaron a la izquierda a convertirse en lo que es ahora, ¡y lo dijo a finales de los 60! Además, tiene una concepción del marxismo creativa, viva, que intenta dar respuesta a los problemas del momento de los trabajadores, alejada de dogmas que parecen más una religión que una herramienta para la transformación de la sociedad.

P: Y si le preguntara por los tres personajes que más le han marcado en su vida, me hablaría de…

R: Difícil pregunta, pues en mi vida han influido hombres de cualidades muy diferentes, así que si me lo permites lo voy a hacer en dos vertientes, es decir, te voy a decir seis. A nivel de pensamiento, Marx, Lenin y Clouscard; a nivel literario,  y que a nadie se le ocurra hacerlo de menos, pues son los que más te marcan y con más profundidad, Heinlein, Salvatore y Arturo Pérez-Reverte.

P: Por curiosidad, ¿por qué dice que a Largo Caballero se le apodó Lenin Español “de forma inmerecida sin duda”?

R: Lenin fue el dirigente del acontecimiento más importante y que marcaría en profundidad el siglo XX, la Revolución rusa. Además, fue un teórico que desarrolló un pensamiento que supuso un avance para el movimiento revolucionario. Por su parte, Largo Caballero fue el encargado del PSOE en llegar a acuerdos y colaborar con la dictadura de Primo de Rivera. Su papel durante la República y la Guerra Civil no fue mejor. Tenía mucho de izquierdista de palabra y poco de revolucionario en la práctica. Para mí, no tienen nada que ver. A Largo se le apodó así por sus discursos, aunque como orador tampoco podía competir con Lenin. Siempre que se ha designado al “Lenin” de algún sitio no se ha hecho justicia con el original. Solo hay que mirar el ejemplo del de Italia, que acabó siendo fascista.

P: Escribe que vivimos “en una época de decadencia y degeneración”, en una “nueva Era Oscurantista”. ¿Cuáles son las principales características de esta era?

R: Una de las principales es la liquidez: todo es instantáneo. Una moda se quema rápido y deja paso a otra que la sustituye. No hay legado, no hay historia, no hay cultura, no hay nada. Eso es lo que quieren: una sociedad en la que prima el individualismo, que mantiene aislada a la gente, sin identidad o pertenencia al grupo, logrando así que se desarrolle sin freno el consumo transgresor y la industria del deseo. Hay una pérdida clara de valores y de identidad que lleva a que puedan hacer con nosotros lo que quieran. La conciencia nacional y de clase son las más atacadas. Ahora, somos todos ciudadanos de un lugar llamado mundo, en el que cada vez hay más desigualdades, mientras los de siempre siguen enriqueciéndose. Mientras tanto, las grandes empresas supranacionales siguen concentrando poder, quitando y poniendo gobiernos, imponiendo lo que tenemos que hacer y consumir y nuestro estilo de vida. Cada vez hay más control social, y necesitan que vaya a más para poder continuar con el ciclo infinito del consumo desenfrenado. En nuestra sociedad manda el dinero, y estamos en proceso de agudización de esta situación.

P: Continúa en el libro: “O creamos un Renacimiento –un renacimiento de los principios fundamentales sobre los cuales se originó la civilización–, o nuestra civilización se muere”. En primer lugar, ¿cuáles son esos principios fundamentales?

R: No estoy seguro de que el lector quiera una parrafada intensa sobre la búsqueda del bien, la verdad y la belleza. Pero sin duda los valores europeos, de lo que se suele llamar Occidente, se han ido forjando a través de los siglos. Algún quisquilloso me recordará que el término surge en la Edad Moderna, pero, adelantándome, le digo que porque una realidad no haya sido nombrada no significa que no existiera. Nosotros somos herederos de la cultura grecolatina, recuperada a través de San Agustín y Santo Tomás, del mundo romano, del Renacimiento y, por supuesto, de la propia cultura cristiana que, aunque alguno lo niegue, es la nuestra. Yo soy ateo y sin embargo me considero culturalmente cristiano. Negarlo sería mentir. Es algo que se ve claro en los valores familiares, en la forma de relacionarnos, en el papel de la mujer en nuestras sociedades, en la concepción de la violencia y del orden, en nuestras tradiciones, etcétera.

P: En segundo, ¿cómo se podrían, a su juicio, injertar esos principios?

R: En primer lugar, dejando de endiosar a todo lo que viene del extranjero, dejar las adicciones a las que nos inducen para que consumamos y apostar por construirnos como personas y como colectividad. En especial hay que trabajar con las nuevas generaciones, protegiéndoles de influencias dañinas y acabando con el adoctrinamiento en las escuelas. En segundo lugar, hay que poner en valor lo nuestro, nuestra cultura, historia y tradiciones. Ya basta de satanizar y de promover leyendas negras y relatos fantásticos contra lo que somos, incluyendo ahí nuestro legado cultural e histórico. Se debería promover lo español a todos los niveles, mostrando su atractivo, pues nosotros no tenemos necesidad de fingir que lo es, tenemos la suerte de serlo. El honor, los valores, la palabra, la disciplina, el esfuerzo la resistencia, la buena educación y la empatía son grandes cualidades de un hombre íntegro, no son algo medieval, es algo que necesitamos más que nunca en nuestra sociedad.

P: Hablemos de feminismo. En su ensayo sostiene que “no es revolucionario” y que las sufragistas lograron “avances parciales” que no solucionaron los problemas de las mujeres ni de los trabajadores.

R: El feminismo no busca la igualdad, y además se basa en preceptos falsos para mantener sus privilegios. Ni existe la brecha salarial ni el techo de cristal, ni los cupos traen la igualdad, ni ser mujer es un sentimiento, ni existe el patriarcado. El patriarcado por definición es un sistema socioeconómico que privilegia al hombre por encima de la mujer por el mero hecho de serlo. ¿Cómo puede haber entonces en el país leyes que discriminan al hombre a favor de la mujer? Son todo relato, una moda sistémica apoyada por las grandes empresas y los gobiernos para mantener a la gente enfrentada en base a cuestiones sin importancia y desviar la atención de los problemas reales.

P: ¿Por qué “defender los derechos de las mujeres y la igualdad no es equivalente a ser feminista”?

R: Como ya he dicho, el feminismo tiene una agenda propia que pasa por encima de los derechos de la mujer si lo ve necesario. Con el transgenerismo se están viendo a las claras las contradicciones que tienen, han pasado de defender espacios sin hombres a que las lideren hombres con falda que pueden hasta usar sus baños. De la hormonación y mutilación de niñas mejor no hablamos. Las posiciones mayoritarias del feminismo con el aumento de las violaciones llevadas a cabo por personas de determinados contextos religiosos son otro buen ejemplo de que feminismo y protección de la mujer no son sinónimos. Otro asunto espinoso para mí es que una ley feminista haya servido para soltar a violadores de la cárcel, el movimiento feminista debe estar muy ocupado buscando nuevos promotores. En la huelga feminista, fueron apoyadas por empresas como Coca Cola, y también por el Gobierno. Nunca había visto una huelga apoyada por la gran patronal y por el Gobierno, después de varios años aún no tengo claro cuáles eran sus objetivos político-económicos. Ellas tampoco lo saben.

P: ¿Qué le diría a quienes defienden que ser mujer “es un sentimiento”?

R: Nunca pensé que en 2024 la pregunta fundamental sobre la que debatiría la izquierda, y lamentablemente la sociedad, sería ¿qué es una mujer? Es tan ridículo, ser mujer es algo material, biológico, o se es o no se es. La moda transgenerista está trayendo mucho dolor a adolescentes y a sus familias, les está destrozando la vida.

P: ¿Cuáles son las principales políticas que plantea el Frente Obrero en materia de mujeres?

R: Eliminación del Ministerio de Igualdad, derogación de todas las leyes que defienden la discriminación y los delirios queer, protección de la infancia, eliminación de los cupos y endurecimiento de penas a violadores y agresores sexuales, realizando un control exhaustivo de aquellos que tengan antecedentes de este tipo. Además, es necesario solucionar los problemas adyacentes migratorios y de seguridad para volver a hacer habitables los barrios y calles de nuestras ciudades. Asimismo, promoveríamos medidas para facilitar la conciliación laboral y que las mujeres no se vean perjudicadas por tener hijos, o, por lo menos, minimizar las consecuencias. Como país debemos fomentar la natalidad.

P: Y, para acabar: al inicio de Por qué el obrero vota a la derecha, augura que el libro “creará una reacción adversa, de odio, criminalización y cancelación política”. Tras su publicación, ¿ha vuelto a sentir el aliento del inquisidor o la pedrada de la turba?

R: Sí, han vuelto a organizarse para dificultarme la promoción del libro y mi vida en general. Pero tengo las costillas duras, el libro está siendo un éxito y estoy muy feliz por ello.