Cuando a finales de julio (el día 23) la Audiencia provincial de Madrid se dio un plazo de dos meses para decidir si le paraba los pies o no al juez Juan Carlos Peinado en la instrucción del caso Begoña Gómez, muchos en Ferraz y La Moncloa se llevaron las manos a la cabeza. Creían que se iba a extender de forma innecesaria el calvario judicial de la mujer del presidente y con ello la erosión que este tema le puede provocar al Gobierno y a su líder. No en vano el instructor había tomado la determinación un día antes de citar como testigo a Pedro Sánchez y de autoinvitarse a La Moncloa para registrar la declaración, a pesar de que los miembros del Ejecutivo tienen derecho a responder por escrito y que cualquier persona está dispensada de declarar en un procedimiento penal que afecte a su cónyuge.
Al final, Peinado fue al edificio presidencial, intentó sin éxito que Sánchez contestara a su interrogatorio y el audio de ese encuentro inundó los medios en cuestión de minutos tras ser trasladado a las partes del procedimiento. Una marca de agua amarilla colocada por los funcionarios judiciales evitó que se terminara filtrando el vídeo. El mal trago pasó y en el informe de daños que hacen los servicios de comunicación del PSOE y el Ejecutivo se concluye que no fue para tanto. El tema copó como no podía ser de otra forma las portadas de los principales medios y sirvió para hacer monográficos en todos los pasquines que se la tienen jurada al presidente, pero pronto quedó soterrado por otras noticias más acuciantes. El Gobierno tiene ahora mismo mucha plancha como para preocuparse de los manejos del juez más famoso de los últimos tiempos.
“Peinado está loco y ya te puedes esperar cualquier cosa”, dice sin ambages un parlamentario socialista que cree que las maniobras del magistrado han sido tan forzadas y tan repetidas que ya han perdido parte del magnetismo mediático que provocaron al comienzo de la instrucción. Otras fuentes socialistas piensan lo mismo, no creen que haya un carpetazo definitivo, pero esperan que la Audiencia le pegue un buen bocado a la causa y despoje a Peinado de un gran pedazo del procedimiento.
“Haga lo que haga la Audiencia de Madrid, esta causa terminará cayendo tarde o temprano porque se ha demostrado que es una bobada como un piano y que no hay nada, pero no nos vendría nada mal que se fuera cerrando”, dice una voz con bastante ascendencia en el actual PSOE. Otros diputados consultados temen lo que pueda hacer el juez con el extracto del procedimiento que afecta al software de la Complutense. “Esto se evitaría en el futuro si tuviéramos una ley que regulara el papel del cónyuge del presidente, dándole unas atribuciones, un papel institucional, una agenda oficial y una asignación”, dice un socialista que lamenta la espiral en la que se ha visto inmersa Begoña Gómez.
A pesar de la incertidumbre sobre lo que acabará pasando este día 30 de septiembre, varias de las personas que han coincidido en las últimas semanas con el presidente del Gobierno creen que los efectos nocivos que tuvo el procedimiento para él se han ido disipando: “Lo he visto mucho más fuerte y mucho más decidido que antes del verano”, dice en conversación con este periódico uno de los barones que tiene una relación más cercana con el líder socialista.
Tras su reflexión, Pedro Sánchez ha evidenciado en sus declaraciones que pasó el bache de ver a su mujer zarandeada por la justicia y por los medios y que su determinación es agotar la legislatura. Ese objetivo estará un poco más cerca si consigue librar a su entorno de la lupa de la justicia para dedicarse a jornada completa a conseguir una senda de estabilidad y unas cuentas.