La estrategia de Junts

Puigdemont pide un salvoconducto a España para apoyar la moción de censura del PP

Quiere que Feijóo le garantice que la amnistía no se recurrirá en el TJUE si el Constitucional la valida. La exigencia no es asumible para los 'populares' y choca con el Supremo, donde avisan de que "ese escenario jamás se va a producir, ni con el PSOE ni con el PP"

En las próximas horas Carles Puigdemont lanzará un nuevo ultimátum a Pedro Sánchez: congelará las reuniones en Suiza y cualquier interlocución con el PSOE si no apoya que se admita a trámite hoy la proposición no de ley para votar una cuestión de confianza al presidente.

El catalán ha hecho de la cuestión de confianza una prioridad. La ve como un ensayo de moción de censura a Sánchez que a día de hoy es imposible por su exigencia de que Alberto Núñez Feijóo le garantice un salvoconducto para volver a España sin ser detenido.

Pese a que el discurso público de Junts es que sus votos no se sumarán a los del PP y Vox para echar a Sánchez, desde hace meses, el prófugo hace llegar por canales no oficiales a los populares su “voluntad real” de tumbar al Gobierno. El mensaje que trasladan los emisarios de Puigdemont, según ha podido saber Artículo14, es que para contar con sus siete votos se le deben dar garantías de que podrá regresar a Cataluña sin ser encarcelado.

El expresidente catalán Carles Puigdemont en Barcelona

Los abogados del expresidente catalán han trazado un plan que pasaría por “buscar fórmulas” para un regreso que pese a las “promesas” de Sánchez se le ha complicado. La ley de amnistía está pendiente de la luz verde del Tribunal Constitucional que se demora más de lo que el líder de Junts esperaba.

Presión del PP al Supremo

Incluso si finalmente es validada inmediatamente sería recurrida en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por el Tribunal Supremo (TJUE) lo que implicaría su suspensión automática. En este escenario Puigdemont seguiría sin tener despejado al cien por cien su futuro judicial. Podría regresar a España y no ser detenido, dado que dictar en ese caso medidas cautelares por parte de juez Pablo Llarena sería muy complicado, pero tendrían aún una espada de Damocles sobre su cabeza.

El cálculo de Puigdemont es que con la guerra abierta entre los jueces del Supremo y el Gobierno por asuntos como la imputación por presunta revelación de secretos del fiscal general, Álvaro García Ortiz, no existe “margen de maniobra” para que el poder político “medie” ante el Supremo.

Es aquí donde el prófugo considera que el PP podría allanarle el camino por la “sintonía” que le presupone con magistrados del Supremo. Empieza a temer el catalán que el choque de Moncloa con la judicatura acabe perjudicándole, que la baza del lawfare acabe siendo un boomerang para sus intereses.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

En el PP el escenario de la moción de censura se contempla. Feijóo dejó claro en una entrevista con Carlos Alsina que “sobran las causas”, pero los números no dan. En los últimos meses ha habido un acercamiento a Junts en el Congreso para evidenciar la debilidad de la mayoría de investidura.  ¿Se está negociando con Puigdemont los términos de una moción? La respuesta de Génova es “no”.

Feijóo asume que en estos momentos contar con los siete votos de Junts conlleva asumir los compromisos que en su día asumió Sánchez de aliviar la situación judicial de Puigdemont. No está en su agenda. Aún resuena en la cúpula popular aquella comida con periodistas en la que el gallego puso sobre la mesa el debate de un indulto al expresident si llegaba a Moncloa. Ese camino quedó cerrado.

Recurso en el TJUE

Hay otro muro con el que los asesores de Puigdemont no cuentan a la hora de plantear sus exigencias. El Supremo llevará al TJUE la ley de amnistía “gobierne quien gobierne” aseguran fuentes del Alto Tribunal a este periódico. Los magistrados consultados reivindican su menoscabada independencia: “Se equivoca quien espera que no vayamos a ir al TJUE para evitar que Puigdemont pueda volver. Eso jamás va a pasar”, apostillan.

En lo puramente político el líder de Junts también ha hecho sus cálculos. En contra de los que, incluido Moncloa, sostienen que le interesa mantener en el poder a Sánchez, sus encuestas internas reflejan que si hubiese elecciones generales Junts pasaría de siete a nueve escaños y ERC de siete a cuatro. Su obsesión por arrinconar a los republicanos se vería colmada.

Por otro lado está el hecho de que el electorado tradicional de Junts está incómodo con las políticas de izquierdas de Sánchez y Sumar y en la cúpula hay miedo a dejar cada vez más margen en la derecha al partido radical Aliança Catalana.

En lo puramente personal la desconfianza hacia Sánchez es total. Hace tiempo que el único interlocutor válido es José Luis Rodríguez Zapatero. La viabilidad de la moción de censura, como en su día la investidura de Sánchez no es una cuestión de discrepancia política sino de la situación procesal y personal de Puigdemont. En Moncloa lo saben y por eso están tranquilos.